Por SPDA – Actualidad Ambiental
El pasado domingo, Conservamos por Naturaleza a través de la revista Poder, publicó un informe sobre cómo nuestro gusto por el pollo a la brasa estaría deforestando bosques de algarrobos en el norte peruano, ya que la madera de esta especie es la preferida de los carboneros.
El algarrobo (Prosopis pallida) es un árbol de tronco grueso, que crece de manera silvestre hasta los 1500 msnm. Según el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp), proporciona múltiples beneficios como alimento, forraje, abono, madera, medicina y materia prima para el desarrollo de diversas actividades económico-productivas. Sin embargo, muchos prefieren quemarlo para convertirlo en carbón y venderlo a las pollerías.
“El algarrobo es la mejor leña o carbón para el pollo a la brasa y existe un mercado ilegal que está acabando con sus bosques en el norte del país. Estamos acostumbrados a oír historias de animales en extinción a causa de su indiscriminada caza. Nadie espera que en el futuro el pollo a la brasa desaparezca, pero la receta original se extinguirá si los bosques de algarrobos de Piura continúan calentando los hornos de miles de pollerías”, escribió el Jack Lo, autor del informe.
El periodista contó además que “el Gobierno Regional de Piura hizo un cálculo de la deforestación de algarrobo en su región y, estimando que en Lima existieran dos mil quinientas pollerías que compren un promedio de un saco al día, estas necesitarían ochocientos mil sacos de carbón al año para poder suplir esa demanda. Un total de trece mil hectáreas de bosque, el tamaño de la Provincia Constitucional del Callao”.
MÁS RUMBOS:
El negocio de la leña o carbón, formal e informal, mueve alrededor de cincuenta millones de soles al año. Solo en el 2013 –agrega el informe– entre los bosques de Tumbes, Piura y Lambayeque, se extrajeron mil toneladas legales de esta leña. El detalle es que en el Perú no existe bosque de algarrobo con permiso para ser tumbado, solo está permitido hacer leña del árbol muerto o caído. El Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor) en Piura calcula que, por cada tres camiones de sesenta mil kilos de carga legal, salen quince ilegales.
La escasez de estos árboles, aparte de afectar el paisaje y poner en peligro a esta especie que puede vivir más de cien años, también facilita que el viento arrastre cantidades de arena que ponen en peligro a los que transitan por las carreteras. Ante ello, solo queda colocar letreros de advertencia en el camino.
Autoridades se sienten abandonadas
En la lucha contra la tala ilegal de algarrobos, representantes del Serfor de Piura señalan que existen mafias que están depredando los bosques secos:
“Las mafias que extraen leña y carbón de algarrobo consiguen guías de transporte forestal en blanco que les permiten legalizar su carga y recorrer con libertad la carretera. (…) Tan solo hay ocho policías ambientales en toda la región, que ni siquiera tienen armas ni camionetas para movilizarse. Los traficantes les inventan juicios y el Estado tampoco los defiende. Todos saben quiénes son, pero nadie hace algo”, indica el informe.
Las autoridades forestales contaron que en una oportunidad, cuando fueron a intervenir un caminón con 30 mil kilos de carbón, fueron rodeados por comuneros y motos cuyos copilotos los apuntaban con armas de fuego. Les llovieron piedras, palos y hasta balas, por lo cual solo les quedó retirarse del lugar. Cuatro policías no eran suficientes para enfrentarse a una turba que protegía un cargamento ilegal.
Existe el aprovechamiento sostenible
Gastón Cruz, investigador de la Universidad de Piura, explica que el algarrobo es cotizado por leñadores y carboneros debido a su denso tronco y largas raíces, aunque puede ser más rentable aprovechar esta especie convirtiendo sus frutos en harina, algarrobina, pan, tofis, entre otros, como lo hacen los habitantes de Tambo Grande y Chulucanas que tan solo en el 2013 exportaron más de setenta y cinco mil dólares en productos derivados de este árbol.
Lo mismo sucede en Locuto, un distrito a cuarenta y cinco minutos de Piura. En este lugar, mujeres emprendedoras aprovehcan el bosque sin talarlo, bajo la consigna de “un árbol vale más de pie que hecho leña”. Allí preparan algarrobina, tofis, pan y combinados de miel, todo a base de la algarroba.
Estas productoras, que se agruparon en el 2003, fueron apoyadas por distintos programas de financiamiento. En la actualidad producen hasta quinientos kilos mensuales de algarrobina. Un árbol caído representa cincuenta soles de ganancia. Aprovecharlo sin talarlo, doscientos.
Alternativo al carbón de algarroba
Ante el peligro de quedarse sin bosque, en Pucacaca, provincia de Picota (San Martín) un grupo de personas creó la Asociación el Bosque del Futuro Ojos de Agua con el fin de proteger una concesión para conservación de más de dos mil cuatrocientas hectáreas. Allí, juntaron todos los restos del coco y lograron convertirlos en carbón.
Ahora distribuyen este producto en el norte del país y en Lima. Al ver esta iniciativa, el Ministerio del Ambiente (Minam) quiere replicar ese ejemplo y asegura estar preparando un proyecto para usar este carbón en reemplazo del algarrobo, kiawe, huarango o bayahonda.
Por otro lado, en Estados Unidos venden unos polvos de algarroba que llaman “mesquite”. Sirve para rociarlo sobre la leña para darle el sabor ahumado que tanto buscan los polleros en Perú. “Buscar formas ecoeficientes para aprovechar los recursos no es una opción, sino una necesidad cuando la vida de miles de personas está en juego”, señala el informe de Poder.
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