Por Carlos Rangel
El Huila, como es llamado, es un departamento en el sur de Colombia, atravesado por la cordillera de los Andes y hogar del imponente volcán Nevado del Huila. El Parque Arqueológico de San Agustín, ubicado hacia el sur, cuenta con cientos de monumentos y esculturas precolombinas. Además, el río Magdalena, aquel que recorre todo país, atraviesa el centro de Huila. En el norte de la ciudad se ubica el pueblo de Villavieja, que está rodeado por el inmenso desierto de Tatacoa un punto estratégico que podría ser considerado un observatorio astronómico natural por la limpieza de sus cielos.
Supe y me encanto esta tierra antes de pisarla. Hace unos años conocí a una huilense de corazón nacida en la ciudad de Garzón, con especial riqueza arquitectónica y sus maravillosas fuentes hídricas. A Mafe, como yo la llamo ahora, se le iluminaba la mirada y la sonrisa al hablar de sus atractivos y potencial turístico. Era inevitable no sentir unas ganas desenfrenadas por visitarlas en ese momento. Paso un tiempo, pero finalmente se dio la oportunidad. Tomamos un buscama desde Bogotá hasta Neiva, la capital del departamento, un viaje de 4 a 5 horas según el ánimo del chofer.
Ya en Neiva el viaje se dividiría en dos, un recorrido corto hacia el norte y el otro, el más extenso y ansiado, el del sur. La idea era hacer la ruta de los miradores y llegar hasta San Agustín. Fue así que nuestra primera parada sería el famoso Desierto de la Tatacoa, que técnicamente no lo es, es un territorio árido, pero por su apariencia se popularizo bajo ese nombre. De hecho, es la segunda zona árida más extensa de Colombia después de la Península de La Guajira. Es uno de los escenarios naturales más atractivos del país, de tierra de color ocre y gris con pincelazos del verde de los cactus. No hay mucho más que decir, es de película el paisaje.
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Al día siguiente la ruta siguió esta vez hacia el sur, al Pueblo de Gigante, donde una sabia Ceiba de 100 años sembrada para conmemorar la abolición de la esclavitud, se erigía en la mitad de su plaza. Lamentablemente su tronco y ramas cedieron al paso de los años y hace unos meses se desplomo. Desde acá nos dirigimos al Mirador La Mano del Gigante, que junto con otro impactante emprendimiento turístico como El Mirador de Garzón se han convertido en la sensación de las redes sociales. Su paisaje panorámico, su propuesta de alojamiento y simplemente la visión y apuesta por poner en valor la naturaleza es admirable.
Muy cerca de Garzón, y merecedora una mención especial, está La Jadua, mejor llamado como el Pueblo de las Brujas, aunque también por sus fabulosas artesanías tradicionales hechas con fique (Un tipo de planta de Agave). Con 400 años de historia, el vínculo con la hechicería se originó cuando atraparon a una “bruja” o hechicera y la quemaron en el parque central. El pueblo es muy pintoresco, casitas con ventanas de colores conocidas como las “Chismosas”, calles empedradas, murales, vegetación y son sin duda noches con mucho misterio. Para octubre se realizan festivales para celebrar a las mal conocidas “brujas”. Para muchos eran más curanderas o sanadoras que fueron incomprendidas en sus tiempos y que hoy son las heroínas de la historia. Se dice que aún viven entre nosotros, y puede que la hija, sobrina o pariente de alguien de La Jadua haya heredado ese don o talento, pero lo mantienen en perfil bajo.
Foto: Carlos Rangel
El Huila nos siguió sorprendiendo. Cerca de Isnos y guiados por un arcoíris que se asomaba entre las verdes montañas llegamos al “Vuelo del Alcón”, otro emprendimiento turístico alrededor de una maravilla natural como la caída de agua El Salto de Mortiño. Uno simula ser un halcón alzando vuelo en un columpio gigante que sale hacia un abismo de más de 200 metros de altura que nos llevó a experimentar sensaciones extremas pero liberadoras a punta de gritos y mucha adrenalina.
Nuestro recorrido por El Huila culminaba en San Agustín, un poblado cuyas casas están pintadas de verde y blanco. Su principal atractivo cultural e histórico es su parque arqueológico, no en vano es conocido por ser la Capital Arqueológica del Huila. Este complejo alberga varios restos precolombinos esparcidos en distintos sitios. En el Bosque de las Estatuas, hay tumbas y figuras talladas en piedra volcánica, en medio de árboles nativos y flores. Cerca está la Fuente de Lavapatas, con un lecho de roca con canales de agua ceremoniales y formas de reptiles. La riqueza de la historia pre colonial de Colombia está concentrada acá, junto a una onda mística que se impregna en el espíritu viajero.
Fotos: Carlos Rangel
Las palabras quedan cortas con tanto que sentir y poner en este testimonio. La vida y sus misterios, como se formó este planeta, la inmensidad de todo. Cómo este paisaje dio pie a tanto mitos e historias. El Huila es sin duda una tierra fascinante que hay que recorrerla literalmente de punta a punta.
Agradecemos a Turislab por esta aventura