Tienen algo de unicornios, de caballo peruano de paso y de dragón. Grandes, inteligentes y de andar sincronizado, la raza tiene orígenes imperiales y su belleza sigue cautivando corazones
Martín Vargas Barrera / Revista Rumbos
Xaviera Martínez ama a los caballos y ellos corresponden al sentimiento delante nuestro y sin rubores. Se le acercan, le clavan sus enormes ojos como de aceitunas gigantes en su pálido rostro, y solo su mano logra amansarlos al tiro.
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Pero ella no es amazona. Es más, jamás ha montado un caballo y tampoco es la dueña del lugar, así que esto no es un amor por sumisión o conveniencia. Xaviera es la encargada de las relaciones públicas de la Fundación Lipizzana, una organización sin fines de lucro que cría, adiestra y reproduce los majestuosos caballos lipizzanos.
Sí, y majestuoso es un adjetivo que le cae a pelo a estos hermosos equinos, pues sus raíces se remontan cuatro siglos en las escarpadas tierras del Carso, Eslovenia. La sangre del tordillo se mezcló con ejemplares españoles, napolitanos y árabes, dando así origen al lipizzano, conocido por su albina belleza, gran inteligencia y movimiento armónico.
Estas cualidades lo convirtieron en el favorito de la monarquía austriaca de los Habsburgo. Se hicieron indispensables para la corte, el transporte y el correo. Es más, el archiduque austriaco Carlos II, compró el pueblo de Lipica y su caballeriza cársica. Así empezaron la cría de caballos a los que al principio denominaron ‘caballos de raza cársica de cría lipizzana’. Sin embargo, hace doscientos años cambiaron el nombre por Lipizzano.
Lamentablemente la Segunda Guerra Mundial casi acaba con la raza y hoy en día son pocos los ejemplares. En América Latina, por ejemplo, sólo en Chile puede encontrarse una fundación dedicada exclusivamente a estos hermosos ejemplares.
Pasión al galope
Xaviera nos invita a recorrer los ambientes de la Fundación Lipizzana y nos cuenta que todo empezó el 2010 con la importación de yeguas preñadas por parte de Nicolás Ibáñez Scott. El objetivo era difundir la actividad ecuestre en el país, pero con una especie única y con linaje.
Desde entonces, el haras Tronador, que es donde queda la Fundación Lipizzana, se ha convertido en el ecosistema de la raza. Aquí no solo los reproducen, sino que los entrenan y escogen para ver qué ejemplares sirven para coche y cuáles para adiestramiento con jinetes.
“Cuando tienen cuatro años sabemos qué ejemplares van para enganche de coches y cuáles para pista. En el haras tenemos la fundación que promueve la educación en torno al mundo rural, la escuela de equitación, y la clínica que no solo se encarga de servicios de reproducción, sino que también atiende emergencias de caballos externos”, remarca Xaviera.
Lo cierto es que la Fundación Lipizzana, ubicada en Purranque, a media hora de Osorno, en la denominada Región de Los Lagos, es una reserva genética de la raza y sus productos son registrados bajo el Stud Book de Piber en Austria. Además, están reconocidos por la Federación Internacional Lipizzana (LIF), siendo el único país latino en esa organización.
Este es, sin dudas ni murmuraciones, un verdadero paraíso para los amantes de los caballos de raza, y por ello cuenta con un comodísimo hotel. Huéspedes de diversas partes del mundo vienen para vivir una experiencia única en el haras, donde se conjuga el lado ecuestre con el contacto con la naturaleza. Lo único que hay que hacer es separar con tiempo una habitación. Además, como bonus, tendrá la oportunidad de conocer a Xaviera. ¡Buenazo!
En Rumbo
Dónde: Camino Coihueco Km 14.5, Purranque, Osorno, Región de Los Lagos
Cómo llegar: Vuelo de Lima a Santiago. De allí otro vuelo corto de una hora y pico hasta Osorno. Una vez en la ciudad, el trayecto al fundo es de media hora en auto.
Contactos: Xaviera Martínez (jmartinez@harastronador.cl / www.fundacionlipizzanachile.cl)
Tour operador local: Rodrigo Angulo (rodrigotransporteyturismo@gmail.com)
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