- Por primera vez se edita íntegro en castellano ‘Lima y sus alrededores’ (1897), que publicó el francés Camille Pradier-Fodéré sobre sus impresiones de la capital y sus habitantes.
Por : José Antonio Vadillo Vila – El Peruano
“Lima tiene el aspecto de una ciudad europea perdida en los arenales áridos del Pacífico”. Al viajero francés Camille Pradier-Fodéré le bastó un puñado de años (1874-1880) y estadía para conocer a profundidad Lima, su geografía, arquitectura y la idiosincrasia de sus habitantes. Con su libro Lima y sus alrededores (Lima, Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2021) se suma a la rica tradición de extranjeros que llegaron a escribir sus impresiones sobre el Perú a lo largo del siglo XIX.
Es un país evocado, sobre el cual escribe memorioso 16 años después. No hay un retrato de Camille Pradier-Fodéré, pero él se encargó de retratar la capital que en 1850 había empezado a modernizarse. La Lima que recuerda es una anterior a la invasión chilena (1881).
Sin dejar de ser un Perú querido, Pradier-Fodéré trata de describir una ciudad en su complejidad: “Si pongo de relieve, para enaltecerlo, aquello que merece serlo, reservo, sin embargo, una amplia parte a la crítica, y condeno más de un abuso, o una deficiencia, que el tiempo hará desaparecer, sin lugar a dudas”.
Casas con azoteas
Va de lo general a lo particular. De sus viviendas señala que “como nunca llueve en esta parte del litoral, los techos de las casas no son, como entre nosotros, inclinados para que fluya el agua. Los techos forman, al contrario, una superficie plana que se arregla como terraza con flores (azotea)”.
Es una ciudad sin esmog desde donde se podía ver cotidianamente el “imponente” océano Pacífico. Urbe “de calles rectas, bien trazadas”, “llenas de jinetes”; aún amurallada, bendecida por múltiples iglesias que “le confieren un aspecto impactante pero monótono”. De arrieros negros, de lecheras indias, de aguadores que avanzan con sus barriles sobre los asnos.
La lengua de los limeños
De las limeñas, que suelen ser “bajitas y delgadas”, dice: “Lo que contribuye a dar a Lima un aspecto particular, que recuerda un poco las ciudades de Oriente, es el vestido que llevan las mujeres. […] Las mantas son todas de color negro, lo que, más de una vez, ha hecho que se compare a Lima con un enorme convento.”
La multiculturalidad no es un invento del siglo XXI. “Verán [en Lima] los colores de piel más variados, las facciones más opuestas. Diez personas pasarán delante de uno sin que ninguna tenga un color similar a las otras”, asegura el francés. A los de la alta sociedad “se les reconoce por sus cabellos rizados y brillantes, o lacios y sedosos”, apunta.
Los limeños, si bien son buenos para ir de compras y para las reuniones, discuten “y siempre se hablan pestes de alguien”, precisa. Podríamos decir que los capitalinos son los antecesores de las fake news. Destaca el cronista su capacidad para publicar “comunicados” en los periódicos, en especial en El Comercio, “casi siempre redactado con malevolencia […] injurias, ataques o amenazas, dirigidas a fulano o zutano”.
Finalmente, destaca que si los nativos del Perú sufren de la “indolencia extrema”, se debe a “la suavidad extraordinaria del clima, que no desmiente nunca su eterna clemencia: temperatura siempre igual del Perú”.
Oficios y prejuicios
Si hablamos por oficios, Pradier-Fodéré afila sus baterías sobre una contradicción que halló en esta ciudad de extremado fervor religioso traducido en diversas procesiones. Asegura que los monjes tienen patente de corso en Lima y “escapan a toda crítica”.
Afila sus prejuicios contra los hombres y mujeres de las otras etnias que habitan en la ciudad. Del negro dice: “Podría hacer bien muchos trabajos, si no fuera de una extremada cobardía”.
Sobre la mujer negra señala que “es absolutamente repugnante”; señala que la tisanera, la turronera y la tamalera son de “prodigiosa suciedad”. “En lo que se refiere a las zambas, son infinitamente más finas que las negras. La mayoría son muy bonitas, además extremadamente coquetas y muy amables”. Y del cholo señala que es “flojo para el trabajo, tiene el instinto del robo desarrollado al máximo grado […] Al lado de estos graves defectos, el indio tiene un carácter manso, bueno y dócil”.
Si esas descripciones le sorprenden, diremos que los adjetivos más crueles se los guarda para los hijos de Confucio. “El chino es malo, odioso, cruel y pérfido. Jugador, depravado, fuma el opio que lo vuelve o idiota e incapaz de trabajar o furioso y sanguinario”.
De las otras colonias importantes como la italiana, destaca sus negocios, sobre todo las pulperías. Y de sus compatriotas, dice que la literatura que llega al Perú es la “escoria”.
San Marcos y Chorrillos
Pradier-Fodéré elogia los espacios públicos de Lima, entre ellos San Marcos, donde estudió. Mas lamenta que sus cuadras estén llenas de mendigos. Recuerda con cariño las grandes fiestas en toda la ciudad cada 28 de julio. Muestra su desprecio particular por Chorrillos que cataloga como un lugar insalubre, lo cual tiene que ver con que su esposa fallece en esta zona de Lima.
Eso sí, admira la forma el servicio de seguridad limeña –pareciera que hablara de otra capital–. Asegura que es muy organizado y que se puede caminar con libertad por las noches “por sus calles más alejadas”.
Mirada extranjera
Camille Pradier-Fodéré llegó al Perú cuando tenía alrededor de 19 años junto con su padre, Paul, académico de la Escuela Libre de Ciencias Políticas, quien fue contratado por el gobierno de Manuel Pardo para fundar la Facultad de Ciencias Políticas y Administrativas de la universidad de San Marcos. Pradier-Fodéré hijo se convertiría en uno de los primeros alumnos de la nueva facultad.
“Esta facultad se creó con la idea de formar un grupo burocrático totalmente especializado. Las obras de Paul Pradier-Fodéré habían sido traducidas en la década de 1860 por Manuel Atanasio Fuentes”, explica Víctor Arrambide, autor del estudio introductorio y editor de esta, la primera edición íntegra del texto al castellano de Lima y sus alrededores, que ha publicado el Fondo Editorial de San Marcos en su colección Clásicos Sanmarquinos.
El historiador subraya leer el libro de alguien que escribe desde un punto de vista europeo. Explica que Lima y sus alrededores, además de los diarios que debió escribir el autor, presenta también otras fuentes a las que consultó.
“El libro tuvo una trasliteración de las obras de Manuel Atanasio Fuentes, con quien tenía una relación de amistad de años, además de la utilización de archivos y de noticias [sobre el país]”. Si bien no volvieron al país, los Pradier-Fodéré escribieron sobre la guerra del Perú con Chile o la ley electoral de 1896 de Piérola. Había mucho contacto con el país y eso se nota en la finura de la información que manejó Camille.
Además, cuando el padre, Paul, falleció en 1904 hubo toda una serie de homenajes en Lima, pues se trataba del fundador de la Facultad de Ciencias Administrativas de San Marcos. Arrambide volverá a Francia para indagar más sobre Pradier-Fodéré y esa relación con el Perú que nacía a la modernidad.
Datos:
El libro fue publicado originalmente en francés en 1897 y estaba dirigido al público europeo.
El primero en tener un ejemplar en el Perú fue el presidente Nicolás de Piérola, amigo del autor.
Luis Alayza y paz Soldán hizo referencia al libro en textos de 1947 y 1958.
El texto también ha sido citado por Pablo Macera, Estuardo Núñez, Edgardo Rivera Martínez y Sergio Zapata Acha.
La traducción completa fue encargada a José Gabriel Castellanos.
Una traducción previa, del propio Arrambide, sobre la relación de Pradier-Fodéré con la Universidad Nacional de San Marcos se publicó en el semanario Variedades, de El Peruano.