Por: Milagros Milián Portuguez
El retablo es un símbolo vivo de la cultura e identidad peruana. Los retablos ayacuchanos son cajas de madera decoradas con escenas religiosas, históricas o de la vida cotidiana andina. Estos «cajones de maravillas» se abren como pequeños teatros, revelando figuras y paisajes detalladamente tallados y pintados.
Tradicionalmente, los retablos narran historias visuales que combinan arte y devoción. Cada pieza es una muestra de la habilidad artesanal, transmitida de generación en generación en Perú.
La exposición «Cajón de Maravillas» en el Museo de Artes y Tradiciones Populares “Luis Repetto Málaga” presenta más de 70 retablos, creados por artistas tradicionales y contemporáneos peruanos. Es un viaje cultural que transporta a etapas importantes de la historia peruana.
Curada por Gabriela Mellado y dirigida por Claudio Mendoza, esta muestra destaca el sincretismo cultural del país y la maestría de los retablistas peruanos, poniendo en valor diversas técnicas y diseños que forman parte de nuestro legado.
Un ramillete de significados
Los retablos son cajas de madera con puertas que simulan una capilla y contienen figuras de masilla que representan santos, fiestas costumbristas, escenas de la vida diaria y episodios históricos como el conflicto armado en Perú entre 1980 y 2000. Esta muestra se plantea como un recorrido que inicia con la grandeza de los colores, amplios formatos e intrincados diseños del retablo, para abrirle paso al análisis de esta representación artística tan original de nuestra identidad.
La exposición se organiza en cinco temáticas. En el primer piso, la muestra es inmersiva, resaltando la belleza de los decorados, incluyendo la pintura de las puertas del retablo y una selección de las obras más grandes de esta línea artística en la colección del MATP.
MÁS RUMBOS:
Los inicios: Cajón de Santero y Cajón de San Marcos
La muestra exhibe antiguas cajas de santero y cajones de San Marcos de fines del siglo XIX e inicios del XX, el origen de los retablos actuales, que fueron traídos por los conquistadores españoles como herramientas de evangelización. Los antiguos peruanos adoptaron estas piezas y las convirtieron en los «cajones de San Marcos», que se utilizaban en rituales tradicionales y ceremonias curativas.
Con el paso del tiempo, los antiguos peruanos adoptan estas piezas y las convierten en los «cajones de San Markos» que contaban con dos pisos: el superior dedicado a santos peruanos y en el inferior a fiestas populares, o tradiciones ganaderas o agrícolas.
Estos son los precursores de los modernos retablos y que en el mundo andino desempeñan un papel ritual, formando parte de diversas ceremonias y prácticas curativas. Son llamados por ese nombre debido a que, en América, San Marcos es considerado protector del ganado bovino, altamente valorado en el contexto agrícola – ganadero. Los sanmarkos dividen el cajón en dos pisos: el piso superior representa el espacio divino y el inferior al mundo terrenal con escenas que reproducen tradiciones rurales, narrativa que se desarrolla de izquierda a derecha.
Nacimiento de los retablos actuales
A mediados del siglo XX, bajo la influencia de la corriente indigenista, los artesanos comenzaron a integrar nuevos temas en los cajones de San Marcos, que pasaron a llamarse retablos. Estos retablos se volvieron populares entre los coleccionistas en Lima. Muchos limeños, siendo migrantes de provincia, se identificaron con las tradiciones expresadas en los retablos a través de relatos de sus abuelos y padres. Estas piezas se convirtieron en un símbolo de sus raíces y costumbres. “De esa forma las cajas de San Marco pasan a llamarse de forma comercial retablos y a ser vendidos por coleccionistas en Lima”, sostiene la curadora Gabriela Mellado.
La herencia de Joaquín López Antay
La exposición incluye piezas del legado de Joaquín López Antay, un maestro retablista ayacuchano que revitalizó y popularizó el retablo andino. Su trabajo fue apoyado y difundido por Alicia Bustamante, una promotora cultural que ayudó a que el arte de López Antay ganara reconocimiento nacional e internacional.
En colaboración con la Casa Museo Joaquín López Antay de Huamanga, la exposición muestra partes del proceso de elaboración tradicional de un retablo. Las piezas expuestas reflejan cómo estas obras empezaron a formar parte del mercado artístico oficial.
Piezas de gran valor social
El recorrido también incluye trabajos de la familia Jiménez, conocidos por sus retablos testimoniales. Florentino Jiménez Toma retrató vivencias personales, costumbres e historias de su región. Sus hijos heredaron su talento, y Edilberto Jiménez, en particular, se ha vuelto un referente en el análisis del arte como expresión política y social. Gracias al apoyo del Lugar de la Memoria (LUM), se exhiben siete obras de su colección personal.
Florentino Jiménez Toma creó originales retablos, cruces y otros objetos que representan la tradición y la visión del mundo andino, usando el retablo como vehículo de opiniones sociales y políticas. Sus hijos, Nicario, Claudio, Edilberto, Odón, Eleodora, Mabilón y Neil, son herederos de una habilidad escultórica sin igual.
Nuevas interpretaciones
La Sala Azul del museo está dedicada a las nuevas interpretaciones del retablo. Aquí se exhiben obras de retablistas contemporáneos como Mabilón Jiménez y Genoveva Núñez, así como piezas de Felipe Coaquira y Ana Sofía Casaverde, entre otros.
La tradicional pasta de papa ha sido reemplazada por materiales más duraderos como yeso y pinturas acrílicas. Genoveva Núñez incorpora en su arte elementos del follaje y verdor de la ceja de selva, mientras que Ana Sofía Casaverde ha trabajado retablos en miniatura para explorar las posibilidades de este arte en nuestro tiempo.
Al ser un contenedor de memorias, el retablo sirve de soporte y estructura para dar forma a ideas que se plasman desde las más diversas materialidades. En esta sala mostramos algunos ejemplos donde el retablo ha sido llevado al lienzo y el lienzo construido en el retablo.
En rumbo:
Fecha: Hasta el 02 de septiembre de 2024
Horario: M a D 10 am – 8 pm
Lugar: Jirón de la Unión 554, Centro de Lima
Costo: S/ 1 (Niñas y niños no pagan)