Ponen el pecho para salvar árboles. Dejaron la coca y ahora cosechan aire en Tocache, la otrora capital del narcotráfico amazónico. El bosque tiene nuevos escuderos
No son musculosos ni gigantes como los guardianes de la bahía, más bien son menudos y panzones. No se pasean de la mano con rubias despampanantes, lo único que llevan en sus hombros son escopetas hechizas con las que hace años espantaron a marxistas trasnochados.
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Pero ahora su lucha no es con los paisas insanos que perseguían la revolución del presidente Gonzalo, o que se reclutaban con el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) para escapar de la miseria a punta de balas. El combate es ahora con las transnacionales extractivas, contra los extirpadores de aire, contra los degolladores de árboles.
Por eso hace una semana bloquearon la carretera hartos de tanta vaina y desmadre. No pedían aumento de sueldo o que les construyeran una casa. Nada que ver. Las rondas campesinas del valle del Mishollo, Tocache, San Martín, Perú, exigían el cese al fuego. Que los bosques regresaran a la comunidad, que no estuvieran en manos de madereras que tumban bosques y patrocinan el silencio al contado y con sencillo.
“Nuestro pasado nos condenaba. Ahora nuestro presente y lo que queremos para el futuro nos pone como ejemplo ante los ojos del mundo, más aún cuando ganamos mediante movilización social este importante bosque para conservar principalmente el agua que tanta falta nos hace”, ha dicho con pleno orgullo justiciero, Yony Juárez, presidente distrital de las rondas campesinas de Pólvora, en una reunión realizada en Santa Rosa de Mishollo y donde se ha celebrado una victoria.
Y es que sin pólvora ni sangre derramada, y con la presencia de los comités de rondas campesinas, funcionarios de la Autoridad Regional Ambiental, Municipalidad de Pólvora, Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida), Amazónicos por la Amazonía (Ampa) y Municipalidad de Tocache, se decidió fortalecer el proceso para que sean los comuneros quienes se encarguen de la conservación de los bosques de Mishollo.
Si hablamos de cifras, se trata de más de 25 000 hectáreas de bosques que fueron ganados a pulso en diciembre por estos comuneros que dejaron la ilegalidad de los sembríos de coca, y que ahora se han convertido en alguaciles de la naturaleza.
Ahora están a punto de obtener la seguridad jurídica y lograr la intangibilidad de tan importante territorio por 40 años renovables. Esta vez la conciencia y el criterio le ganaron al negocio trepidante y a los panzer de la deforestación.
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