En estas Fiestas Patrias, recorrer los balnearios y las caletas de las provincias de Pacasmayo y Chepén (La Libertad), se convierte en una experiencia fantástica que permite conectar el mar con la cultura ancestral del norte peruano.
Para qué viajar al norte, allá no hay nada que ver o, en todo caso, es lo mismo de siempre: balneario y caballitos de totora. Quizá haya sido una mala idea enrumbar hacia Trujillo, la ‘Ciudad de la eterna primavera’, pero ya es tarde para dar la media vuelta, más aun cuando un rumor tentador te invita a desviar tus rumbos hacia otras zonas costeras de la región La Libertad. Lo siento Huanchaco, será para la próxima.
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El imán veraniego de un recodo del Pacífico -tranquilo y escondido al suroeste de San Pedro de Lloc (Pacasmayo)– atrae los andares y empuja a viajar cada vez más al norte por una sinuosa Panamericana que va regalando panoramas agrícolas de cañaverales y maizales.
Aquel sosiego liberteño es Puémape, el ‘balneario fantasma’ que alguna vez fue la cuna de los pescadores moches. Una serena caleta que refresca y alimenta a sus escasos bañistas con un contundente sudado de trambollo y cangrejos, los frutos de la pesca artesanal. No hay necesidad de nombrar algunos restaurantes, las opciones te sobrarán.
Con esa brisa de paz quedarás fascinado en tu primera parada, mejor aun al saber que se encontra en la costa semidesértica del valle de Cupisnique, un territorio que fuera ocupado en tiempos precolombinos (del 800 a.C. al 200 a.C.), donde hoy se desarrolla el turismo rural y cultural, en un litoral ideal para practicar deportes acuáticos.
Paraíso en litigio
Entonces surge un deseo: “¡Quiero ir más al norte!”, será el apetito que poco a poco cambiará tu perspectiva de esa parte del Perú que creíste, mientras se va despidiendo de la bahía y de los últimos molinos de la central eólica más grande del Perú(Cupisnique) que desaparece en el horizonte.
La atracción costera reaparece. Desvíos y más desvíos sobre tierras asfaltadas o polvorientas que conducen a otro oasis. Aquí, en la punta del cerro Chérrepe, distrito Pueblo Nuevo (Chepén), los viajeros descansan sobre la arena, los lobos marinos se recuestan en las rocosas islas y los piqueros pintan el firmamento.
Ocio y relajación a orillas de un ‘indeciso balneario’, así lo describen, reflexionan, concluyen los pescadores. “Aunque la gente no lo reconozca, nosotros somos de La Libertad”, intenta aclarar la situación de los 100 hombres de mar que trabajan en un área territorial discutida por liberteños y lambayecanos, el presidente de la Asociación de Pescadores Artesanales de Chérrepe, José Paz.
Pero el pleito limítrofe no te impedirá que alimentes tus andanzas cerca de las balsas de totora y lejos de aquel cerro con forma de ‘indio durmiente’, como lo apuntan los pueblerinos. El momento es perfecto para acompañar las visiones del océano, con suculentos platos marinos: parihuela de zarandaja y ceviche de cachema. Recién salidito de las olas. Más fresco imposible.
Ahora viene lo difícil. El melancólico ocaso es el preludio de la retirada. De vuelta a Pacasmayo, para disfrutar de un largo atardecer frente a la enorme sábana azul del Pacífico.
Adiós a las playas del norte, a la mística huaca de Dos Cabezas y a la Ruta Moche. Lección aprendida de Chepén y Pacasmayo, dos provincias que te increparon sobre la precaria percepción que tuviste de los balnearios de La Libertad. “Siempre habrá algo nuevo”, es el mensaje final…
En Rumbo
La Ruta: De Lima a Trujillo (La Libertad) por la Panamericana Norte. Tiempo: 9 h.
Viaje a este destino con Cruz del Sur (www.cruzdelsur.com.pe). Después de conocer los atractivos de la ciudad primaveral, enrumbe en colectivo o en bus hacia la playas de Pueámape (desvío kilómetro 669,5 de la Panamericana Norte; Punta del cerro Chérrepe (ingresar por la ciiuda de Guadalupe, desvío kilómetro 703 de la Panamericana Norte); Jequetepeque (a 116 kiómetros de Trujillo.
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