Por estos días Medellín realiza su Feria de las Flores uno de los eventos más tradicionales de Colombia.
Medellín, la ciudad de la eterna primavera es uno de esos lugares donde una vez que llegas no quieres marcharte nunca. Más aún desde este 28 de julio hasta el 11 de agosto, la ciudad se pone bonita y florece -nunca mejor dicho- con uno de los principales eventos que acoge, que no es otro que la colorida Feria de las Flores.
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Hoy, Medellín abre nuevamente sus puertas con motivo de una nueva edición de la tradicional Feria de las Flores. En Colombia, esta celebración es una tradición que ha sido declarada como patrimonio cultural de la nación colombiana, nace en 1957 y proviene del uso de las silletas (estructuras de madera con forma de sillas utilizadas por los españoles en la época colonial para transportar materias como el oro) por los campesinos, que cargaban las flores a sus espaldas y que se conocen como silleteros.
En Medellín, Antioquia y en toda Colombia se conoce y se vive con emoción la Feria de las Flores. Durante los primeros días de agosto los silleteros ocupan fotos y portadas, son como una especie de estrellas de rock y algo así como héroes nacionales. Ellos serán los protagonistas del gran desfile cargando sus silletas de hasta 70 kilos en un recorrido de más de 2 kilómetros. Los silleteros se preparan a conciencia durante todo el año para dar lo mejor de sí, diseñando con esmero las estructuras que soportan entre 25 y 70 tipos de flores y que luego exhibirán con orgullo durante el desfile de silletas.
Como ya es costumbre, Medellín se colmará de eventos referentes a la flora y fauna del país. Uno de los más esperados es el de hoy 11 de agosto, desde las 2:00 p.m. Se trata de la edición 60 del Desfile de Silleteros y durante la noche del mismo día se exhibirán las silletas ganadoras en Plaza Mayor. Además, se podrán presenciar exposiciones, la tradicional feria equina y habrá espacio para desfiles de bicicletas vintage, autos clásicos y antiguos.
Para entender lo que es el mundo de los silleteros, hay que remontarnos a sus raíces históricas y a la influencia que ellas han tenido en el desarrollo de la cultura “paisa”. Antes existía una versión menos ostentosa para transportar mercancías o productos del campo. La nobleza del oficio se exaltaba por sí misma, no sólo por haber aliviado las penas de los viajeros, sino también porque muchos de los productos que ingresaban a Antioquia, provenientes de lejanas tierras, lo hicieron gracias a la tenacidad del silletero. Efectivamente, ya sea con lluvia o sol, ya por senderos pedregosos o entre fangales, delicadas porcelanas, piezas de maquinaria para la minería, valiosas colecciones de libros, lámparas o tejidos… (¡prácticamente todo!) podía transportarse “a lomo de canguro”, como era llamado este tipo de transporte rural. Y así fue hasta que sobrevino el auge de la producción de flores.
Con el advenimiento de la bonanza de la floricultura en Antioquia, se abrieron también otras opciones prometedoras para los campesinos, y una de ellas fue la silleta engalanada.
Familia “Paisa”
Los preciosos arreglos que contemplaron millones de ojos (fue transmitido en directo por los canales nacionales de Colombia), son el resultado de múltiples labores planificadas con la asistencia de especialistas en cada una de las fases de elaboración, pues mientras unos hacen el armazón de la silleta (de acuerdo con la categoría señalada), otros arreglan los manojos de flores previamente cortados, preservándolos en agua para mantener su frescura y colorido.
Toda la familia está involucrada en la preparación del arreglo. Algunos hacen el diseño o toman decisiones, dirigiendo la composición, estableciendo proporciones entre el motivo deseado y el volumen requerido, además de agenciarse un bloque de flores (cosechadas o compradas). Otros familiares -generalmente los hombres- confeccionan el arreglo final, y alguien se preocupa de servir unos aguardientes para el frío y preparar la comida para la familia, mientras que, por su parte, los vecinos y otros curiosos van llegando de Medellín para presenciar este ritual.
Pero, finalmente, será siempre el mismo miembro de la familia quien cargará la silleta durante el desfile, pues este honor es un derecho heredado y sólo se delega por motivo de fuerza mayor.
Sello de Identidad
En consecuencia, de un contrato para elaborar una silleta se derivan múltiples oficios, algunos de los cuales son especializados y se retribuyen en dinero. Por el carácter de destreza manual y su contenido estético en el producto final, la silleta debe considerarse como una artesanía ornamental y ceremonial, con sello de identidad cultural. A tal punto se especializan las familias en determinados arreglos, que gusta más que en ciertas veredas cada trabajo lleve consigo una fuerte individualidad, una semblanza de su parentela.
Quien observe con detalle, puede comprobar una gran riqueza en cuanto a las variedades de flores que se emplean en una silleta. En las más grandes, que pueden alcanzar los setenta y hasta ochenta kilos de peso, se cuentan cerca de mil cuatrocientas flores, entre unas quince a veinte variedades, cuya combinación en tamaño, color y forma dan como resultado una obra admirable. Si consideramos el volumen y peso que adquieren las silletas monumentales, debe admitirse que los silleteros poseen una muy especial habilidad para cargar su valioso cargamento.
Los nombres de las flores que se emplean con más frecuencia evocan toda una tradición campesina que hace las delicias de los botánicos y floricultores, pues con ellos se designa un rico patrimonio natural de nuestro medio. Azucenas, lirios, clavelinas, alvarinas, anturios, éxtasis, agapantos, gasas, tules y gladiolos, son testimonio de esa sinfonía de pétalos que es el desfile.
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