Arequipa celebra su 477 aniversario y el Bar Restaurante 365 de Novotel Lima le rinde homenaje con una buena mesa a una de las mejores cocinas que tiene este país. Buen provecho
Santuario de intelectuales, bellezas arquitectónicas y monumentos religiosos, Arequipa es también cuna de chicherías y picanterías. ¿Quién no ha probado un solterito, se ha relamido con sus suculentos chupes o ha caído en pecado con un exquisito queso helado ? Probar sus potajes no solo es un deleite para el paladar, sino también un reencuentro con nuestra historia.
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Fogones con historia
Muchos platos de la culinaria arequipeña fueron creados para satisfacer los gustos de españoles, comerciantes, militares y sacerdotes que se establecían en Arequipa, ciudad fundada por conquistadores españoles, cuando distintas etnias indígenas de la región vivían acá desde hacía al menos siete mil años.
Los antiguos peruanos consumían la emblemática chicha de jora a base de maíz fermentado, el cual era acompañado con platillos picantes. El mestizaje se reflejaba hasta en los platillos que resultaban cada vez más variados y exquisitos.
A mediados del siglo XVIII, el historiador arequipeño Ventura Travada y Córdova señalaba que “en la ciudad y parroquias circunvecinas se han contado tres mil chicherías”. A partir del siglo XIX, las principales chicherías pasan a ser llamadas picanterías y se convierten en el emblema de las mejores tradiciones culinarias de Arequipa.
Con el surgimiento de las primeras picanterías, coexistieron mutuamente con la chicha de jora. Es difícil imaginar a la chicha sin los picantes o a los picantes sin la chicha. Y es fácil ponerlo al lado de charlas entre artistas, políticos y criollos, rememorando idilios, citando yaravíes y, ante todo, disfrutando de un buen platillo.
De la picanterias a las mesas gourmet
¿De la campechana picantería al moderno restaurante llevaría que los potajes arequipeños se pierdan? Ya el escritor Salomón Olivares, en un boletín Somos Uchumayo No. 61, señala: “¿Que haya bastante higiene? ¿Música de jazz a discreción? ¿Mesas con hule de colores y foquitos y tubos con luz fluorescente? ¿Camareras que hablen español e inglés? Todo esto se puede hacer pero que no se le quite el tipismo a la picantería arequipeña”, enfatizó.
En el siglo XXI, esto ya no asusta. La apuesta de algunos restaurantes capitalinos es la de rendir tributo a nuestras raíces gastronómicas y una forma de hacerlo es respetar los ingredientes de pura cepa de esa Arequipa tradicional. El restaurante de Novotel Lima es uno de ellos.
Para homenajear a la Ciudad Blanca y sacar a flote esa nostalgia del olor a fogón de la típica gastronomía arequipeña, el restaurante de Novotel Lima realizará el Festival Gastronómico Arequipeño con un buffet temático regional. En esta fiesta gastronómica desfilarán el insuprable rocoto relleno, el chupe de camarones, malaya frita, adobo de cerdo y el pastel de papas; para el postre habrá queso helado, pero también encontrarán cheesecake de papaya arequipeña, buñuelos con miel de chancaca, tocino del cielo y otras delicias que el chef, Miguel Ángel Rodríguez, ha cuidado que lleven el sello del sabor y sazón de la cocina tradicional arequipeña.
A estas alturas, todos los restaurantes que se preocupan por la calidad culinaria del país, siguen ese mismo rumbo. Y los halagos por el rescate de nuestras tradiciones culinarias no faltan : una crítica de la prensa española aseguraba que Arequipa tenía los potajes más potentes y sabrosos del Perú, en donde los ajíes tomaban un rol sustancial. Y no se equivocan.
La seguridad puede ser una virtud arequipeña, más que un defecto. Si escuchamos hablar a uno de ellos sobre su comida, no titubeará un segundo en afirmar su grandeza ya comprobada. Su 447 aniversario no es poca cosa. Es una oportunidad para recordarnos que si no existiese Lima, Arequipa sería el eje del país. Y su comida lo confirma. Y, como diría nuestro emblemático Gastón Acurio, Arequipa es un departamento primordial en materia de restaurantes y no solamente por sus picanterías, sino por su escuela culinaria en general. “Son un pueblo que siempre se ha sentido orgulloso de sus tradiciones”. Entonces a celebrar.
En rumbo
Dónde: Bar Restaurante 365 Av. Víctor Andrés Belaúnde 198, San Isidro
Cuándo: Sábado 12 de agosto de 12.30 p.m. hasta las 3.00 p.m.
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