A las flotas de camiones que desfilan por la Reserva Nacional de Paracas rumbo al Terminal Portuario General San Martín (TPP) donde acoderan buques Panamax diseñados para cargar entre 50,000 y 60,000 toneladas, se suma amenazante la construcción de un gran almacén de concentrados minerales. ¿Qué resolverá el Servicio Nacional de Certificación Ambiental? La pregunta que el SENACE responderá en julio sacude más fuerte que los vientos paracas.
Por: Caterina Vella
Alquilo una bicicleta en El Chaco para ir al remodelado Museo de Sitio. Pedaleo observando las formas ondulantes del desierto y El Sequión, hábitat natural de los flamencos. De pronto un bocinazo me atraviesa, un enorme camión pasa a mi lado obligándome a salir de la pista con riesgo de caerme. ¿A dónde va ese camión? Ya en el museo veo pasar varios más a toda velocidad. Los carteles de 45 km/h y “No perturbar a las aves” están pintados para sus choferes. Los empleados del museo me explican que se dirigen al Puerto San Martín en Punta Pejerrey, utilizando la misma vía por la que transitan areneros tubulares, cuatrimotos, bicicletas y caminantes, el peligro acecha.
El alto tránsito, bulla y contaminación por el monóxido de los camiones es solo una de las preocupaciones de los pobladores de Paracas, más de 3,500 de ellos dedicados al turismo, la pesca y la acuicultura de carnosas conchas de abanico. Dueños y trabajadores de restaurantes y agencias de turismo, hoteleros, taxistas, buzos, guías, artesanos, pescadores y propietarios de casas en la bahía se han unido para hacer frente al pedido de la Modificatoria del Estudio de Impacto Ambiental de la empresa Terminal Portuario Paracas (TPP) para construir un almacén de minerales en sus instalaciones. No hay que ser muy imaginativo para saber que esto traería mucho más camiones cargados de sustancias tóxicas transitando por el desierto alterando la vida de las especies que allí habitan como el delicado Gaviotín Peruano, en peligro de extinción, el ecosistema de la bahía y el mágico paisaje de Paracas.
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¿Inesperado cambio de planes?
La desfiguración de la reserva comenzó el año 2018, enormes dragas con pinta de transformer excavaron 700,000 metros cúbicos de lodos del fondo marino (el equivalente a 280 piscinas olímpicas) para aumentar el calado natural de la zona de 10 a 14 metros de profundidad. Este dragado era necesario para que buques Panamax cargados de contenedores de hasta 60,000 toneladas atraquen cerca al muelle que pasó de medir 525 metros a 750 metros de largo, como parte de la modernización del antiguo puerto de ENAPU.
El contrato de concesión suscrito con el Estado el 2014 por un periodo de 30 años, comprendía una inversión de US$300 millones por parte del Terminal Portuario Paracas (TPP), consorcio de brasileros y españoles, para refaccionar y mejorar el terminal. El 2016 se aprobó el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) para las obras de modernización.
La gente de Paracas estaba de acuerdo. El terremoto del 2007 había dejado el lugar en ruinas. Querían un buen puerto para recibir a los cruceros con turistas y para que la agroindustria de Ica tuviera una salida. Hasta allí todos alineados y contentos con los vientos de cambio.
Lo que sacudió más fuerte que una tormenta de arena y polvo, las características Paracas que llegan a 100 km/h, es la Modificación del Estudio de Impacto Ambiental (MEIA-d) que presentó en febrero del 2018 TPP para incorporar tres componentes que no estaban originalmente planificados: una planta desalinizadora, otra para aguas residuales y el gran almacén de concentrados minerales.
Paola Torres, Presidenta de la Asociación de Agencias de Viajes de Paracas, cuenta que en las audiencias públicas los de TPP negaron la comercialización de minerales. “Nos dijeron que no tenían planeado exportarlos. Una vez que tienen un pie en casa nos hacen una modificatoria para construir un almacén de concentrados de plata, oro, cobre, plomo y zinc, lo cual es altamente tóxico. Ahora afirman que es un puerto multipropósito y que seguirán haciendo modificaciones”, dice indignada Paola.
“Negocio es negocio y está asegurado con las minas. El plan siempre fue trabajar con las mineras. No van a recuperar y ganar millones de dólares exportando uvas”, comenta sarcástico el propietario de una hermosa casa frente al mar también en contra del gran almacén.
SENACE: espera que desespera
En febrero del 2019 el Servicio Nacional de Certificación Ambiental (SENACE) denegó el permiso para instalar el polémico almacén de concentrados minerales. La alegría duró poco pues los poderosos del puerto volvieron a la carga y apelaron la resolución denegatoria del SENACE en su afán de transportar, almacenar y exportar minerales de las compañías mineras del sur de Lima e Ica, e incluso de las de Huancavelica y Ayacucho, como reveló en una entrevista, el Presidente Ejecutivo de TPP, Jorge Arce.
Todo Paracas está a la espera de lo que resuelva Alberto Barandiarán Gómez, actual presidente ejecutivo del SENACE. “En julio nos pronunciaremos. Estamos dentro de los plazos trabajando el informe final con criterios imparciales y técnicos”, respondió a Rumbos Jimmy Jara, de comunicaciones del organismo público adscrito al Ministerio del Ambiente.
“Rogamos por que no aprueben la construcción del almacén de minerales, aumentará el tráfico de camiones que está a tope. Además nadie garantiza un riguroso manejo de los concentrados, de producirse fugas de sustancias tóxicas con los vientos paracas sería una catástrofe. Lo de la planta de agua si me parece conveniente. Estamos en un desierto y si algo escasea es el agua”, comenta Lucho Zapata de Intimar, el vecino más cercano al puerto quien cultiva conchas de abanico y las prepara con mítica sazón.
La preocupación de los que amamos el onírico desierto de Paracas tiene cifras concretas con data del propio puerto. Con la modificación pretendida por el TPP, el tránsito se incrementaría en casi 13 mil camiones anuales (35 camiones diarios más a los 750 camiones que pasarán al día cuando el puerto esté a toda su capacidad).
Estamos a tiempo de evitar la destrucción de nuestra maravillosa reserva, que los vientos paracas sean propicios e iluminen a quienes deben tomar la decisión de aprobar o confirmar la denegatoria a la Modificatoria del Estudio de Impacto Ambiental. El planeta habló y nos puso en pausa, es el momento de escucharlo.
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Breve historia del puerto
Puerto Pisco, ahora Terminal Portuario General San Martín, fue creado por ENAPU el año 1969, previo a que Paracas sea nombrada Área Nacional Protegida en 1975, por lo que se encuentra en zona de amortiguamiento. Se exportaba principalmente harina de pescado y sal de las cercanas minas de Otuma, rumbo a Canadá y Estados Unidos para derretir la nieve. Se importaba maíz, fertilizantes, pellets de acero y chatarra para Aceros Arequipa y no mucho más. También llegaban cruceros con turistas.
El terremoto del 2007 afectó al antiguo puerto, los pobladores de Paracas estaban de acuerdo de que era necesario modernizarlo, principalmente para el arribo de cruceros y para que la agroindustria de Ica tuviera una salida. El año 2014 el Estado Peruano a través de PROINVERSION otorgó la concesión por 30 años al Terminal Portuario Paracas S.A. (TPP) integrado por las empresas del Grupo Nogar, Pattac y Tucumann, de capitales españoles y brasileros, con un compromiso de inversión de US$ 300 millones. ¿Tenían desde el inicio intención de trabajar con los mineros de la zona de influencia? Aparentemente sí.
La reserva debió incluir punta pejerrey desde que se trazoooo y merecía más rango que sólo reserva