Esta herencia ancestral y tecnología andina permitió a culturas prehispánicas garantizar sostenibilidad agrícola
Una de las estrategias que permite al Perú enfrentar con buenos resultados el impacto del cambio climático y la escasa disponibilidad de agua para la agricultura y el consumo humano, es la “siembra y cosecha de agua”, una de las máximas expresiones de la cultura hídrica andina ancestral que permitió garantizar la sostenibilidad agrícola.
Del mismo modo, se logra a través de la construcción de terrazas de formación lenta con barreras vivas (árboles y arbustos), la construcción y protección de presas, reservorios y estanques en partes estratégicas.
Asimismo, la reforestación de todos los terrenos eriazos altoandinos, involucrando a la comunidad agrícola; desviación de escorrentía (agua de lluvia que circula libremente sobre la superficie de un terreno) y excedentes hídricos para recargar los acuíferos o fuentes de agua.
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También se garantiza la disponibilidad de agua mediante el manejo y cuidado de manantiales y puquiales, el fomento de buenas prácticas agronómicas e hídricas; y el uso adecuado de pastos, con áreas de rotación para dar sostenimiento a la productividad agrícola.
Esto fue perfectamente comprendido por culturas como Chavín, Nasca, Mochica, Chimú, entre otras que lograron la mayor eficiencia posible con obras de ingeniería hidráulica, las cuales hoy en día siguen sorprendiendo por la vigencia de su funcionamiento. Estas técnicas fueron perfeccionadas y expandidas por los incas en gran parte del territorio que controlaban, con lo cual garantizaron la provisión de este líquido vital y de alimentos a toda su población.
Reconocimiento internacional
Hace unas semanas la experiencia peruana sobre la siembra y cosecha de agua recibió un reconocimiento internacional y fue distinguida como una de las mejores del mundo, y se resaltó su carácter integral y participativo.
En la actividad, organizada por la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI), participaron representantes de seis países de la región y en representación del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego, los técnicos de la Unidad Ejecutora Fondo Sierra Azul, se lucieron al mostrar la alta calidad de los diseños de los diques para la optimización de las qochas que tienen una vida útil de hasta 100 años.
También explicaron las características propias de cada dique en función de su ubicación en la cuenca y el estudio de la zona para desarrollar otras actividades como zanjas de infiltración y reforestación con especies nativas que ayudan a la infiltración de agua a los acuíferos. Esto como parte de la visión integral que se tiene en el Perú sobre la siembra y cosecha de agua.
Estrategia frente al cambio climático
El Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri) impulsa esta estrategia desde hace varios años y resalta la “siembra y cosecha de agua”, mediante el almacenamiento en las partes intermedias de la cuencas hidrográficas, tanto del Pacífico donde se encuentran los ríos de la costa, y del Atlántico, de donde surgen los ríos de la sierra y selva.
“Con ello se puede enfrentar el cambio climático, que afecta los glaciares en los Andes y con ello peligran las fuentes de agua de la que se abastece la agricultura, las industrias diversas y el consumo humano en general, lo que convierte al Perú en uno de los países más vulnerables a este problema global”, comentó.
Consideró también fundamental intensificar la inversión en el riego tecnificado, sobre todo en la costa donde escasea el recurso hídrico. En tal sentido, el Midagri enfatizó la necesidad de optimizar el uso eficiente del agua, con el objetivo de duplicar el 30 % que se aprovecha actualmente.
El Midagri resalta que es muy importante que en los sucesivos gobiernos se continúe lo avanzado, sobre todo en iniciativas como el fondo Mi Riego, dado que el riego en la sierra es clave para salir de los monocultivos y tener más campañas al año (actualmente se tiene una en promedio), así como diversificar la cartera de cultivos.
Un aspecto que mereció la atención internacional y que reconoció a la citada estrategia como un modelo a seguir, es que en la construcción trabajan los propios beneficiarios, luego ellos mismos después de ser capacitados se encargarán del mantenimiento de los aliviaderos los diques y el manejo de válvulas.
Sostuvo que delegar estas tareas empodera a la comunidad, la fortalece y por decisión comunal usan el agua en las tareas que consideras más esenciales.
Al rescate de la tradición andina para preservar el agua
En San Pedro de Casta, Huarochirí, se está realizando un trabajo de mantenimiento y recuperación de las amunas con apoyo de la empresa privada. Desde el 2017 se han recuperado 17 kilómetros de canales amuneros.
Antes, las empresas se asustaban. No entendían ese concepto andino y técnica ancestral de “sembrar” y “cosechar” el agua de las lluvias que llegan entre diciembre y febrero.
En cambio, en las alturas, a siete kilómetros de la comunidad de San Pedro de Casta, padres y abuelos participaban en las faenas. De febrero a marzo, toda la comunidad se ponía a trabajar, provistos de piedras y barro, para conservar los canales amuneros, y así garantizar el agua por riego y filtración. Cuando se anunciaba otra lluvia torrencial, de nuevo, chicos y grandes, hombres y mujeres, salían nuevamente a trabajar en las amunas.
“Es parte de la vivencia del poblador andino. Ahora Sedapal y las empresas han tomado conciencia que la siembra del agua es muy importante”, cuenta Carlos Olivares, presidente de la Comunidad Campesina de San Pedro de Casta, provincia de Huarochirí, Lima.
Importancia económica
De la comunidad a la famosa meseta de Marcahuasi hay tres horas de camino. Desde el inicio de la pandemia, ya no llegan los visitantes. Mientras espera los protocolos para reiniciar sus actividades turísticas, el único ingreso extra que tiene la comunidad es el trabajo en las amunas, ahora de la mano con Aquafondo y el sector privado.
En la parte baja de San Pedro de Casta, desde hace una década se siembran chirimoyas y paltas. La parte media está dedicada a la siembra de productos de panllevar y en las partes altas es donde además de practicar la ganadería trabajan en los canales amuneros.
La comunidad cuenta con 2,000 pobladores. Alrededor de 350 participan en los tres “roles” para el mantenimiento de este sistema de sembrado y cosecha del líquido elemento.
Al inicio del año, los comuneros interesados se inscriben en una planilla. Los peones (mano de obra no calificada) ganarán 80 soles por jornada. En cada “bando” se necesitarán alrededor de 20 personas, donde se incluirán en las faenas picapedreros y jefes de brigada (capataces) para trabajar los canales amuneros con barro y piedra. Un kilómetro de canal amunero puede demorar unos cuatro meses de labor.
“El aporte de las empresas nos beneficia. Hay más ganas de trabajar, asesoramiento técnico en las plantaciones de la parte baja, y el pago económico. La comunidad está muy agradecida”, dice Olivares.
El año pasado, en plena pandemia, los comuneros hicieron dos cochas, que suman alrededor de 90,000 metros cúbicos de agua, y sirven tanto para las chacras de San Pedro de Casta como para dar de agua a la (siempre) sedienta ciudad de Lima.
Con el sector privado
En el 2017, Aquafondo inició el trabajo con las amunas en San Pedro de Casta. Empezó recuperando pequeños tramos, de kilómetro en kilómetro. El año pasado se sumó la firma Backus y se recuperaron cuatro kilómetros de amunas. Este año, el proyecto busca recuperar el doble de canales amuneros (8 km).
Para trabajar los 4 km en plena emergencia sanitaria, el año pasado se cuidó a la comunidad y al personal. Tras las pruebas negativas, el equipo hizo cuarentena durante 15 días y, después, permaneció en San Pedro de Casta alrededor de 5 meses mientras se ejecutaba el proyecto.
“En total, con la comunidad hemos recuperado 17 kilómetros”, resume la directora ejecutiva de Aquafondo, Mariella Sánchez. El programa ha identificado 67 kilómetros de canales amuneros que, potencialmente, podrían rescatarse en esta zona altoandina limeña.
Sánchez comenta que hay otras amunas por recuperar en las tres cuencas de Lima (Rímac, Lurín, Chillón). Sin embargo, un estudio determinó que los canales amuneros de San Pedro de Casta son vitales, ya que es uno de los principales aportantes a la cuenca del río Santa Eulalia, el cual, a su vez, alimenta al río Rímac, el principal tributario del líquido elemento para Lima Metropolitana.
Con la comunidad
Para el trabajo en los canales amuneros, Aquafondo contrata directamente la mano de obra de la comunidad. Además, se les brinda supervisión técnica con ingenieros y asistentes de ingeniería (dos de los ingenieros también son comuneros).
“El desarrollo de las amunas es muy importante para la generación de ingresos de la comunidad, porque es un proyecto intensivo en mano de obra”. Para este proyecto de infraestructura natural se utiliza tierra, arena y piedra de la misma zona.
Enfoque de género
Otro aporte desde el inicio del proyecto amunero es que se exige a la comunidad que por lo menos el 25% de los contratados sean mujeres (el año pasado se emplearon a 80 varones y 22 mujeres). Incluso se ha respetado esta cuota en las pasantías para que conozcan otros tipos de infraestructura natural. A ellas se les ha brindado facilidades para que vayan con sus hijos.
Aquafondo proyecta recuperar 67 kilómetros de este sistema de cosecha de agua hacia el 2025. Sánchez comenta que eso requiere más aportes del sector privado, como los que hoy se tiene de Backus, CBC y una cafetalera local.
“Continuamente sensibilizamos al sector privado para que invierta en agua y garantizamos a la comunidad agua cuando no hay lluvias. Ahora las comunidades no solo tienen agua hasta mayo-junio sino que con el proyecto tienen agua hasta agosto-setiembre. La situación ideal es que tengan agua todo el año”, dice.
Sedapal tiene un fondo que proviene de la tarifa del 1% que pagamos todos en las zonas urbanas de Lima y que constituye los ingresos para los servicios ecosistémicos. Aguafondo ha presentado una propuesta a Sedapal para que contrate a las comunidades por el mantenimiento y recuperación de las amunas, un trabajo que debe realizarse durante todo el año y ser retribuido.
En Rumbo:
El estudio del Banco Mundial en Seguridad Hídrica con soluciones basadas en la naturaleza (infraestructura verde), indica que el proyecto en San Pedro de Casta efectuará un aporte del 80% para la zona y 20% para Lima.
Cifra 67 km de amunas se han identificado para rehabilitar hasta el 2025 en esta localidad limeña.
Tomado de Andina
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