Por Enrique Angulo Pratolongo
En estos últimos meses, estos inofensivos mamíferos voladores han sido atacados a diestra y siniestra tras el brote de la pandemia que nos mantiene —a buena hora— recluidos en casa. Se les acusa de ser los “causantes” del COVID-19, ya que al haber sido ingeridos por los chinos, habrían transmitido el virus al hombre. Además han debido sufrir hace poco, en Perú, el iracundo ataque de pobladores cajamarquinos que piensan que transmiten el Coronavirus. Si bien no es la primera vez que se reporta el ataque a estos seres alados por otras razones, es la primera vez que se les ataca por esta “nueva” circunstancia. Mi solidaridad con esos beneficiosos seres alados.
Aunque no es comparable a lo que le pasó a Bruce Wayne, recuerdo haber entrado hace décadas a una cueva cerca Lima con mi hermano y mi viejo; y tras avanzar varios metros, fuimos testigos de la estampida de cientos de murciélagos que huían ante nuestra presencia. No me traumé, no les agarré bronca, pero sí me quedé fascinado. Es verdad, no pueden competir con los camaleones que son mis animales preferidos, pero sí tienen toda mi admiración y respeto.
Al grano. Según las autoridades chinas, en el mercado de Wuhan, donde por primera vez se documentó la presencia del Coronavirus, no se encontró murciélagos ofrecidos al público. A eso, informan que los ejemplares silvestres de estos mamíferos (posiblemente del género Rhinolopus) no son “sospechosos”, dado que gran parte de las especies estaban en su periodo de hibernación cuando “saltó” el virus que hoy nos mantiene en vilo. En ese entendido, se asumiría que el virus de esta cepa presente en los murciélagos podría haber saltado a otro mamífero antes de infectar al hombre. ¿Qué animal sería el huésped? Esa es la gran duda. Uno de los principales sospechosos son los extremadamente amenazados pangolines.
Tras analizar el genoma del Coronavirus y compararlo con el que está presente en pangolines, se halló una coincidencia de 99%. No obstante, esto no permite afirmar con total certeza que el pangolín es el transmisor y el culpable. En todo caso el culpable sería el ser humano.
Lo que sí es certero es que el genoma de este virus se encuentra en mamíferos. Y dado que algunos rastros del virus fueron encontrados en un sector del mercado de Yuhan, en el cual se vendía animales silvestres, los focos reflectores de la opinión pública apuntaron a los murciélagos. Pero como sabemos, estos no son los culpables. Falta encontrar la bisagra entre los murciélagos y el hombre. Incluso, existirán dudas si el mercado de Wuhan es el verdadero “epicentro” de este mal. Tal vez un infectado proveniente de otro lugar infectó a otras personas.
Un artículo científico[1] (¡del año 2007!) que ha aparecido en estas semanas por doquier, ya alertaba sobre la presencia de un gran reservorio de virus de la familia de los coronavirus en murciélagos. En el manuscrito se afirmaba que este hecho, sumado a la tradición culinaria china, sobre todo en el sur del gigante asiático, de comer mamíferos exóticos eran una bomba de tiempo.
En el estudio nombrado, los científicos analizaban la epidemia de SARS (severe acute respiratory syndrome) que tuvo su clímax en los años 2002 y 2003. Como sabemos, el agente causante del SARS está bastante emparentado con el virus “del momento”, por eso recibió el nombre genérico de Sars-CoV-2. Se asume que también tuvo un origen zoonótico y que el punto de su origen fue un mercado en China. Ambas historias coinciden, según parece.
Y claro, ante la imparable presencia de este travieso e inquieto y sobre todo desconocido Coronavirus, salieron las primeras voces a vociferar ataques de todo calibre y sin mucho asidero científico contra los chinos y sus costumbres culinarias. Sin duda, me debo incluir en este grupo, pero ahora más tranquilo intento ver con calma este problema. No es difícil echarles la culpa total a los asiáticos, pues estamos acostumbrados a verlos devorar a casi cualquier ser vivo que respire y se mueva, ya sea cocido al vapor, frito, guisado y hasta crudo y sin ningún condimento. O sea, su fama se la han ganado a pulso.
No solo de murciélagos vive el hombre
Hay que decirlo, las recientes pandemias no se han originado exclusivamente en China. Recordemos que a inicios del año 1918, un doctor en Kansas, EEUU, reportó la presencia de una enfermedad que generaba fiebres muy altas y tos severa; y que produjo la muerte de 50 millones de personas: la “gripe española”. Esta potente enfermedad no provino de la fauna silvestre, no. El causante fue un animal doméstico que es parte fundamental de la dieta de muchos países: el cerdo. Y ojo, el foco inicial no fue China, sino se presume que fue el medio oeste en los Estados Unidos. ¿Quién además de los veganos/vegetarianos y de los árabes no come su chanchito?
Algunos años después, apareció el virus del tipo H1N1, cuyo agente transmisor fue otra vez el puerco. Así, en el año 2009 el planeta debió afrontar otra pandemia: la gripe porcina.
Entonces, al igual que lo sucedido con la gripe porcina, el primer hombre infectado con Coronavirus debe haber tenido contacto con un animal infectado. No es que haya tenido que haber ingerido un animal silvestre como el murciélago en sopa o habérselo comido crudo con sillao. Entonces, ¿por qué es el murciélago el principal sospechoso? Simplemente porque el “pariente” más cercano al actual Coronavirus fue hallado en una muestra tomada en el año 2014 a un murciélago en una cueva en la provincia china de Yunnan, en el suroeste del país de la Gran Muralla. A propósito, dicha localidad está ubicada a cientos de kilómetros de la hoy tan mentada ciudad de Wuhan.
Entre el genoma del virus encontrado en el 2014 y el del actual COVID-19 existirían miles de mutaciones. En ese sentido, algunos científicos indican que ambos virus tuvieron un “pariente” común hace 30 o 60 años. El gran dilema es dónde estuvo alojado por primera vez.
Yo amo a los murciélagos
Y si bien los murciélagos no son los causantes directos del Coronavirus, sí jugarían un rol fundamental en la propagación del mismo. Estos son una especie de “reservorio” natural de muchos virus y a su vez son agentes transmisores. Se conoce más de 200 tipos de virus que pululan entre murciélagos y que “desde ahí” pueden ser transmitidos a otros seres vivos sin que ellos mismo tengan síntoma alguno que los delate. ¿Cómo así no son afectados por los virus? Solo Diosito lo sabe con certeza.
Al parecer su sistema inmunológico es de acero. Eso explicaría también por qué viven tanto. Algunas especies de murciélagos pueden llegar a vivir hasta cuarenta años, lo cual, en comparación con otros mamíferos similares, es una eternidad. Pero regresando a su sistema inmunológico, un estudio científico analiza el importante rol de sus interferones en la obstrucción del avance de virus, en contraparte, por ejemplo, con primates. Y sin duda, los murciélagos les sacan ventaja a los monos; y con eso, a nosotros.
En los murciélagos, las infecciones pueden quedarse mucho tiempo en ellos sin presentar síntomas ni verse afectados; y una vez que los virus saltan a otro animal, ahí vienen los problemas. Por ejemplo, si llegan al ser humano. Pese a que también producimos interferones, los nuestros son un bebe de a pecho, comparados con los de los mamíferos voladores. No somos nada.
Pero ojo, también hay otros animales hospederos y transmisores de peligrosos virus, como por ejemplo chanchos, aves y hasta insectos. Por ende, como sabemos que nada será igual después de esta pandemia, debemos estar atentos a qué comemos y qué vamos a comer en los años venideros. Tal vez si seguimos con las mismas, ya esté en camino el COVID-20 en algún animal, esperando tan solo su momento de fama.
Colofón
En el Perú se ha reportado la presencia de cerca de 180 especies de murciélagos. Debemos tener en cuenta que la mayoría de estas se alimenta de insectos (60% aproximadamente); el resto son nectarívoras (néctar y polen), frugívoras (frutos), carnívoras (peces, ranas, roedores, aves e incluso otros murciélagos) y la minoría son hematófagas (sangre).
Además, sabemos que solo son activos de noche, por lo que no han sido tan estudiados como otros grupos taxonómicos, como las aves o los grandes mamíferos. Por ende, no se sabe mucho de ellos. Sin embargo, sí sabemos que son muy importantes para el entorno porque son controladores de plagas, dispersores de semillas y polinizadores. Algunos incluso afirman que dispersan más semillas por metro cuadrado que las aves. ¿Será?
[1] https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2176051/
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