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Santuarios naturales del norte

Oso andino de anteojos, biodiversidad en el norte. Foto: Heinz Plengue

Por: Heinz Plengue 

Corrían los setentas cuando me inicié en la fotografía de naturaleza retratando cóndores andinos en las pampas de Chaparrí y litoral de Pimentel de mi natal Lambayeque. Entonces me camuflaba cerca de las carcasas de lobos marinos varados o ganado muerto en el campo. Desde el primer momento quedé fascinado con el comportamiento de estas fantásticas aves y pasé cientos de horas fotografiando y observando a veces a menos de 2 metros de distancia.

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Primero llegaban los gallinazos de cabeza roja, luego la gallinacera negra y finalmente 30, 40 cóndores andinos. En Chaparrí adicionalmente bajaban los cóndores reales y los caracaras crestados. Esta etapa marcó mi inicio en la fotografía de naturaleza que después se convertiría en mi proyecto de vida. Sin embargo, jamás se me pasó por la cabeza que tanto los cóndores como los hábitats que ocupaban alguna vez estarían en grave peligro.

Por esa época se crearon en Piura, con diferencia de días, el Coto de Caza El Angolo y el Parque Nacional Cerros de Amotape, primeras áreas protegidas de la costa norte peruana.

Y también fue por esos años que Gustavo Del Solar intervino en el redescubrimiento de la pava aliblanca en las quebradas lambayecanas de Olmos, marcando el inicio de una de las historias más apasionantes de la conservación en el país. Mientras tanto, yo acompañaba al experto en osos Bernard Peyton a ver su primer oso de anteojos silvestre en Chaparrí (mucho antes de que fuera una reserva).

Turismo más conservación

Los ochentas en términos turísticos fueron para el olvido a pesar del descubrimiento de la tumba de un gran dignatario Moche en Sipán que tuve el privilegio de documentar fotográficamente.

En la conservación podemos resaltar la creación en Lambayeque de dos zonas reservadas, Batangrande que más tarde sería el Santuario Histórico de Pómac y Laquipampa ahora con categoría de Refugio de Vida Silvestre. Adicionalmente, las lluvias torrenciales del Fenómeno El Niño de 1983 realizaron una importante “reforestación natural”.

Con la pacificación del país en los noventas se abrían nuevas oportunidades para el Perú. Se empezaron a realizar importantes inversiones y la promoción del país creció. Profesionalmente yo reconsideré mi labor de fotógrafo: sentía que no era suficiente con solo difundir nuestro patrimonio natural, sino también actuar en conservación. Por esta época noté una dramática disminución de cóndores andinos. Como muchos, me incliné por el turismo como una actividad compatible con la conservación para llevar desarrollo a zonas rurales.

En la actualidad entre Lambayeque y Piura se está consolidando un corredor de conservación de unas 350,000 hectáreas que en orden descendente en extensión son las siguientes áreas protegidas: el Parque Nacional Cerros de Amotape, El Coto de Caza el Angolo, la Zona Reservada Illescas, la Reserva Ecológica Chaparrí, el Refugio de Vida Silvestre Laquipampa y el Santuario Histórico de Pómac. También se han establecido áreas de conservación regional: Moyán-Palacio, en Lambayeque y Salitral- Huarmaca, en Piura. Cabe mencionar a las Islas de Lobos de Tierra y de Afuera, que son parte de una reserva nacional que protege ecosistemas marinos y al emprendimiento de Media Luna en Éten, que acoge pingüinos de Humboldt rescatados de tenencia ilegal para su rehabilitación y posterior reintroducción.

Pinguinos y Jaguares

En 2010 gracias a la decidida intervención del Ministro de Ambiente Antonio Brack, el Sernanp y la Comunidad Campesina San Martín de Sechura llegan a un entendimiento para establecer la Zona Reservada de Illescas, que aún espera por su categorización definitiva. Illescas protege cetáceos, tortugas, aves guaneras, pingüinos y lobos; además de una importante porción del Sechura, el desierto más grande del Perú, en donde habitan especies endémicas como el minero peruano, el geko de Illescas y raras especies de ratones.

En este lugar se pueden ver grandes bandadas de flamencos y observar hasta 40 cóndores juntos según el guardaparque y comunero Pablo Martínez, quién además descubriera en 2014 un nido que tuve el privilegio de fotografiar (la primera vez que se hizo ese tipo de registro en el Perú). En la actualidad la ONG Protectora de Cóndores y Pingüinos del Perú (APCPP), en convenio con el Sernanp, lidera un programa de conservación de cóndores y pingüinos en Illescas.

En las estribaciones de los Andes piuranos se extiende el bosque seco ecuatorial continuo y protegido más extenso del país. Este corredor está conformado por el Parque Nacional Cerros de Amotape y el adyacente Coto de Caza El Angolo. Por tener grandes extensiones de bosque primario aquí es posible encontrar algarrobos, ceibos e higuerones de dimensiones gigantescas, que albergan además de una gran diversidad de aves y varias especies de mamíferos, entre los que sobresalen el venado de cola blanca, el zorro de Sechura y la ardilla de nuca blanca y en donde, aparentemente, aun existiría una pequeña población de jaguares.

Balance optimista

En Túcume y Pómac, 40 pirámides se elevan sobre los algarrobos, que esconden en su follaje especies endémicas como la cortarrama peruana y el copetón rufo. El atractivo se complementa con los museos de Túcume y Sicán, el primero de ellos acaba de ser distinguido por la Asociación Británica de Escritores de Viaje (BGTW) como el mejor proyecto de turismo del mundo. En la sección media del valle se encuentra el Refugio de Vida Silvestre Laquipampa, cuya finalidad principal es proteger una población de pavas aliblancas y que junto a los cercanos bosques de Chaparrí, Cásupe y Tocmoche, constituyen el principal núcleo de Penelope albipennis  en estado silvestre.

El balance de estos últimos años, en mi opinión, ha sido positivo para esta parte de la costa norte peruana y felizmente cada vez son más los emprendimientos que buscan enlazar turismo y conservación. Mi optimismo se renueva cada vez que nace un pichón de pava, cada vez que aparece un nuevo oso en las cámaras trampa o cuando puedo acercarme más al cóndor andino para fotografiarlo a pulso y sin escondite.

 

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