Este gran mamífero americano cumple con una importante función de dispersión de semillas gracias a las grandes distancias que recorre. La mayoría de las especies de tapir habitan en América, pero se encuentran en algún grado de amenaza, principalmente por la destrucción de su hábitat.
Por Mongabay
Los tapires suelen ser conocidos como arquitectos del bosque. Se alimentan de plantas y frutas y son importantes dispersores de semillas pues defecan mientras caminan. La semilla abonada por sus excrementos germina y esto permite que árboles y plantas crezcan en diferentes lugares.
En medio silvestre pueden vivir cerca de 20 años, pero se reproducen muy lentamente. Tienen una sola cría por parto y la gestación dura 13 meses, por lo cual solo logran parir cada dos años, ya sea en su ecosistema natural o en cautiverio.
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En el mundo existen cinco especies de tapires, cuatro de ellas en Latinoamérica: el tapir de Baird (Tapirus bairdii) habita desde las selvas de México hasta el norte de Ecuador y tiene una longitud promedio de 210 cm y un peso de 240 kg; el tapir amazónico (Tapirus terrestris), que se halla desde Costa Rica hasta el norte de Argentina, con 210 cm y 200 kg; el tapir negrito (Tapirus kabomani), que habita en algunas zonas de Brasil, Colombia, Perú y Ecuador, con una longitud de 130 cm y un peso de 110 kg; el tapir andino (Tapirus pinchaque), que se encuentra en la zona de montaña de Colombia, Ecuador y Perú, y mide aproximadamente 150 cm y 180 kg; y el tapir malayo (Tapirus indicus), cuya distribución se da en pequeños enclaves del sudeste asiático y que alcanza una longitud de 220 cm y un peso de 300 kg.
Un nuevo estudio ha descubierto que los tapires amazónicos pasan más tiempo en los bosques degradados que en la selva prístina del Amazonas. Los resultados indican que los tapires podrían ayudar a que los bosques afectados por los humanos se recuperen y vuelvan a crecer.
La investigación, desarrollada en la Amazonía brasileña, descubrió que estos mamíferos, que se alimentan de frutos, pasan mucho más tiempo en los bosques quemados que en los que están relativamente intactos. Como consecuencia, los tapires dejan más semillas en sus deposiciones en estos paisajes “degradados”.
El tapir amazónico, también conocido como danta, está emparentado con los caballos y los rinocerontes, y tiene el tamaño de un cerdo grande. Está clasificado como Vulnerable por la UICN. Este animal de reproducción lenta no se recupera bien de la caza intensiva y su hábitat forestal está disminuyendo.
Los tapires defecaban más y distribuían tres veces más semillas en los lugares quemados que en los bosques intactos, según descubrieron los científicos. Los datos de exploraciones aéreas con lidar, que utiliza pulsaciones de láser para mapear la estructura tridimensional del bosque, confirmaron que las áreas con la cubierta forestal más abierta solían tener más concentraciones de excrementos.
En el 2017, el avistamiento de una pareja de tapires de tierras bajas (Tapirus terrestris) paseando tranquilamente por los bosques del departamento de Antioquia, en Colombia, significó una gran alegría para las instituciones ambientales, pues desde hace 20 años no se tenía registro de este mamífero en el Magdalena Medio antioqueño.
En el Perú, las cámaras trampa y los grabadores de audio en Tahumanu, confirmaron la presencia de Tapirus terrestris en una concesión forestal en Madre de Dios.
El estado de conservación del tapir de Baird, el andino y malayo, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), es En Peligro, mientras que el del tapir amazónico es Vulnerable. Tanto en Latinoamérica como en Asia, su principal amenaza es la pérdida de hábitat debido al avance de las actividades humanas.
En el 2014, los científicos anunciaban un descubrimiento increíble: una nueva especie de tapir en la Amazonía occidental en Brasil y Colombia. Este hallazgo era significativo por varias razones: era el nuevo mamífero más grande descubierto en más de 20 años y era solo el quinto tapir conocido en el mundo.
Pero al cabo de unos meses otros investigadores expresaron dudas sobre la autenticidad de la nueva especie. El debate explotó pronto en una especie de duelo de artículos, unos discutían que el tapir negrito (Tapirus kabomani) era una especie separada y otros afirmaban que podía ser simplemente un tapir amazónico (Tapirus terrestris), su pariente más cercano.
“[Los indígenas] tradicionalmente decían haber visto lo que ellos llaman ‘un tipo diferente de anta [tapir en portugués],’ Sin embargo, la comunidad científica nunca les han prestado mucha atención, indicando que era siempre el mismo Tapirus terrestris”, dijo en su momento Mario Cozzuol, el primer paleontólogo que empezó a investigar la nueva especie hace diez años. Por su parte, Robert Voss del Museo Americano de Historia Natural, indicaba que la descripción del tapir negrito “falla en facilitar pruebas convincentes para una nueva especie de tapir amazónico”.
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