Karina Pinasco, directora ejecutiva de Ampa, apunta además que la solución a la deforestación y el cambio climático es la entrega de concesiones para conservación
Por Martín Vargas
El congresista por San Martín, César Villanueva, impulsa un proyecto que permitirá a los gobiernos regionales aprobar planes maestros (sobre áreas protegidas) sin necesidad del consentimiento de mineras y petroleras que operan en la zona ¿Es posible lograrlo, teniendo en cuenta que la bancada fujimorista habría recibido en campaña dinero de la minería ilegal?
Yo soy muy positiva. No hubiéramos logrado tantas cosas en San Martín si miráramos el problema y no la oportunidad. Mira, ahora vienen las campañas políticas y en muchas regiones involucradas con la aprobación de planes maestros, los fujimoristas van a querer ganar. Así que quién sabe y por ahí se pueda agarrar su corazoncito. Aunque lo más probable es que encuentren la forma de bloquear la reforma.
Ellos abren el caño y luego ponen candado, como en el tema del consentimiento previo vinculante con el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegida. Pero creo que es posible, y mucho más si es apoyado por la ciudadanía. Siempre creo que las grandes batallas se ganan desde adentro. En esta propuesta hay gente comprometida y si hacemos presión es más factible que se apruebe.
Pero este gobierno es poco amigo del ambiente. Se dice que nadie quería el Ministerio del Ambiente (Minam) porque se sabía que daría prioridad al crecimiento económico sobre todo. Está la elevación de niveles de metales en La Oroya, la castración de facultades del Minam en manejo de territorios…
Esa es una mala jugada. Lo que hay que hacer es empoderar a los gobiernos regionales. Yo creo en ellos y existe una ley que les da potestad para ordenar el territorio. Ahora la han puesto con un visto bueno del Minam a través de la dirección general, y estaba avanzándose en el tema hasta que salió el recorte que mencionas. Mira, yo he sido parte del comité consultivo nacional donde sacamos los lineamientos de ordenamiento territorial, la propuesta de ley, la estrategia de zonificación ecológica-económica, el reglamento de la zonificación ecológica. Mira, una vez aprobadas las ordenanzas regionales para todo lo que es gestión del territorio, lo que pueda decir el Minam no importará mucho. El tema ahora es que los gobiernos regionales todavía no están conscientes del enorme poder que tienen….
Pero, aparte de San Martín que viene trabajando el tema de concesiones por conservación y se apoya el tema de la biodiversidad, ¿qué otros gobiernos están preparándose?
No hay mucho. Y ese es el gran lío. Cajamarca siempre ha sido más confrontacional, incluso trabajaron herramientas para, en vez de concertar y definir usos, decirle no a todo tipo de inversión. En San Martín evitamos que hubiera concesiones mineras cuando se aprobó la ordenanza de zonas ecológicas había casi 40 mil hectáreas de petitorios mineros en la región. Ahora tenemos el doble de esas hectáreas en concesiones para conservación.
¿Y cómo puede ayudar Ampa a otras regiones para trabajar con estrategia en conservación?
Esto va más allá de los gobiernos de turno. Quienes en realidad dan sostenibilidad política y social a cualquier proceso es la ciudadanía organizada y capacitada. Eso es lo que intentamos hacer ahora en Loreto mediante las redes de conservación para que ellos asuman un rol protagónico en los procesos de tomas de decisiones. Hay procesos que ya están establecidos, como los de presupuestos participativos, y planes de desarrollo concertado. Yo ahora estoy pidiendo que estas redes formen parte de los consejos de coordinación regional en cada una de estas regiones para que sean incorporadas dentro de la priorización de proyectos. Hay un montón de normas, pero al no conocerlas no las aplicamos adecuadamente y a las autoridades les interesa que la gente no conozca las normas. Estas herramientas para involucrarte en la toma de decisiones son vitales. Hay que fortalecer a la ciudadanía para que no solo marche, sino que también proponga y disponga.
La gente tiene dos visiones sobre Ampa, algunos críticos dicen que maneja millones y así cualquiera hace obra. Otros dicen que no, que el éxito de Ampa pasa por la gestión. Los pobladores afirman estar agradecidos por lo que hacen, agradecidos y comprometidos. ¿Qué diferencia hay entre ustedes y organizaciones asistencialistas como Usaid o DeVida?
A diferencia de otras organizaciones, el ser locales nos ayuda un montón, somos gente de aquí y eso genera la confianza de la gente. Ahora, nosotros no tenemos presencia en la urbe y eso, quizá, sea una deficiencia que debamos superar en el futuro para que más gente sepa lo que hacemos. Sin embargo, en las zonas rurales lo que piensan es diferente a lo que puedan pensar de Ampa en la ciudad. Estamos de la mano con ellos, trabajamos conjuntamente…
Algunos pueden pensar que el trabajo es fácil…
Exacto, cuando el trabajo es arduo. Tú has sido testigo ahora que estuviste en los proyectos que desarrollamos con las comunidades. Es una chambaza la que hacemos. ¿Nuestra dinámica? Uno, no vamos a buscar gente que quiera trabajar. Lo hacemos con aquellos que nos tocan la puerta y piden soporte para conservar un área. Han visto lo que hacemos en otros lados y quieren hacer lo mismo.
¿Cómo los naranjeros de JuanJuí que ahora cuidan el bosque?
Como lo de alto Alto Chaquishca. Cuando vemos el compromiso planteamos las condiciones. Desde un principio les recalcamos que no somos beneficencia pública. No somos proyectos como los de Usaid o DeVida. Les decimos que somos una ong y no tenemos fondos inmediatos, pero que los vamos a ayudar. Entonces comenzamos a diseñar las propuestas y vamos viendo las necesidades y cómo se trabajaría. Y eso va desde capacitación y logística hasta generación de competencias.
Somos socios. Creo que eso funciona y ellos saben que tienen que poner algo de su parte desde un principio. Si no tienen plata, pues pondrán el almuerzo, su tiempo, porque es un proceso para ellos. Lo que buscamos es trabajar en la parte primaria de sus procesos los cinco primeros años y dependerá de ellos que sean autosostenibles. Luego los acompañaremos en sus emprendimientos. Cualquier proyecto que no te cuesta nada no lo sientes como tuyo. Pero si sienten que es suyo lo van a cuidar y trabajar. Así funciona el ser humano…
¿Por qué no se hizo antes lo que Ampa apalanca ahora en defensa de la biodiversidad? Es decir, involucrar a la agente y romper con los eslabones de asistencialismo…
Buscamos que los bosques en pie sean más productivos que los cultivos convencionales. La gente está entendiendo que ya no deben talar. Queremos que vean al bosque y todo lo que se puede hacer alrededor de la conservación como un proceso y una realidad mucho más rentable que cualquier cultivo. Decidimos empezar en San Martín, uno por que es nuestra tierra, y dos, porque la región viene de una historia de violencia. A mí me sacaron de Juanjuí a los 9 años por el terrorismo y el narcotráfico, y son miles los casos. Esto ha hecho que la gente tome un rumbo diferente y que sea más participativa, consciente y que tome decisiones sobre su territorio. Incluso esta percepción ahora también la tienen quienes vienen de afuera. En San Martín también estamos trabajando con mucho migrante. Los ronderos que cuidan las concesiones para conservación son 80% de Cajamarca, Huánuco, son gente que viene escapando de la pobreza. Es gente que no quiere fracasar y se dio cuenta que necesita del bosque para sobrevivir, porque el agua está allí. Están comprometidos, son responsables….
¿Pero por qué recién se trabaja eso?
Por la violencia. Yo regresé en 1994 a Juanjuí y puse una agencia de viaje en Huayabamba porque soy de aquí. Fue increíble, pero había una paz ficticia porque ahí estaba el escuadrón del Ejército. Sin embargo, cuando vino el conflicto con el Ecuador todos se fueron al Cenepa y otra vez rebotó el terrorismo y fue horrible. Mataron a mi socio, me amenazaron. Me expulsaron por segunda vez de mi tierra. Felizmente antes de irme compré lo que entonces era un pastizal en Pucunucho. Ahora es un bosque con agua, con monos, con aves. Me decían que estaba loca, que ahí no podría sembrar nada y yo les decía que no quería sembrar, que lo que quería era que fuera bosque de nuevo. Y funcionó.
Ayudamos a reforestar, aumentamos el aguajal y la vida empezó de nuevo. Ahora tiene 20 años renaciendo y es un bosque con vida. Sí se puede recuperar el bosque, es cuestión de paciencia e imaginación. El 2005 hubo sequía en la zona y Pucunucho era el único lugar con ojos de agua. Era el único caño natural. La gente comprendió que debía cambiar el chip.
El principal deforestador es la ganadería, la tala, la minería ilegal, los cultivos, el Grupo Romero y su palma que deforesta, ¿cuál es la realidad de la deforestación?
En San Martín el principal problema es la agricultura migratoria, luego viene el ganado. Cada dos hectáreas hay una cabeza de ganado, es una locura. El Grupo Romero estuvo primero en Tocache y el tema ambiental del cambio de uso de tierras fue muy fuerte, solamente que en esa época tenían todas las de ganar. No había zonificación ecológica, pero cuando quisieron entrar al bajo Huallaga ya teníamos la zonificación y por eso pudimos batallar. No estoy en contra de la inversión siempre y cuando se haga bien. Habiendo zonas deforestadas donde muy bien podían implementar sus cultivos, ellos pidieron bosques para hacer cambio de uso. Querían bosques productivos y solo en madera les retornaba mil veces su inversión.
La hectárea les costaba en el bajo Huallaga solo 18 soles. Mínimo, en un bosque que no sea de baja calidad, ganaban 10 mil soles solo en árboles. Era un gran negocio. Lamentablemente las otras regiones no han estado preparadas. Cuando el 2009 no les volvimos a abrir la puerta en San Martín, tuvieron que devolver 6 mil hectáreas y se fueron a Loreto. Allí les han dado tierras, en Ucayali también. Para nosotros la palma aceitera ya no es un problema.
¿En qué regiones tiene presencia Ampa?
Empezamos en San Martín y nuestra segunda oficina fue en Bolívar (La Libertad) porque tenemos la administración del alto huayabamba y es imposible entrar por San Martín. Luego de eso vino Moyobamba y Juanjuí. Es importante decir que ahora estamos en Loreto y Amazonas. Además, este año nos solicitaron que repliquemos el modelo con la red de Ucayali, así que estamos buscando fondos para apoyarlos.
El reconocimiento empieza a llegar. Son finalistas en los Premios Latinoamérica Verde…
Estamos felices. Mira, nosotros nunca postulamos a premios porque estamos preocupados en conseguir fondos para darle sostenibilidad a los proyectos. Y es que la situación está difícil para encontrar apoyo internacional desde que el Perú “salió” de la pobreza. Todos los cooperantes se fueron para el África y aunque no lo creas, con todo lo que hacemos nuestro presupuesto anual no supera el millón de soles. Hay otras organizaciones que tienen 3 o 4 millones
¿Cómo hacen entonces?
Costos logísticos reducidos porque estamos en la zona, gestión, y sociedad. Estando en la zona el tema logístico es más accesible. La mayoría de organizaciones que apoya la amazonia tienen sede en Lima y gastan muchísimo en viajes. Nosotros tenemos profesionales locales y nuestros socios son las comunidades. Nos ayudan a conservar, sus integrantes son guardianes de las áreas de conservación. Los ayudamos y ellos ven que se benefician protegiendo la naturaleza.
Es como concretar el viejo discurso de Apega de romper con el intermediario que lucra con el trabajo del campesino…
El tema es darle un plus a la economía circular donde todas las comunidades se beneficien para que ayuden a conservar. La gente sabe que se beneficia y cuida, y así también se mejora la calidad de vida. El enfoque que tuvo Apega fue errado, no mal intencionado, sino errado. No necesariamente el intermediario es malo, porque es quien corre con los riesgos, pero si trabaja con la gente el tema de calidad esos riesgos son menores.
La gente no maneja flujo de caja, calidad, transporte, cadena de frio. La cosa es como hacer para que el intermediario se transforme en un aliado y no sea abusivo. Los productores necesitan un socio de segundo piso que ayude pero bajo otras condiciones. Nosotros tenemos una iniciativa de gastronomía y conservación gracias a la cual nos han nominado al premio Latinoamérica Verde. Buscamos soluciones para el desarrollo sostenible.
Biólogos, especialistas afirman que la gastronomía está reduciendo la biodiversidad porque el mercado pide una variedad de un producto con tales características…
Llevo el tema a la biodiversidad amazónica. Los chefs quieren innovar y no hemos aprendido todavía a trabajar la investigación con los chefs, que tampoco tienen mucho tiempo que digamos. Hemos tenido experiencias increíbles con cocineros como Pedro Miguel Schiaffino, Mirsuharu Tsumura y Virgilio Martínez. Desarrollamos productos como los camarones de Altomayo y ahora queremos levantar un laboratorio gastronómico de productos amazónicos, capacitar a la gente local e investigar para presentar productos innovadores para los chefs y asegurar el mercado para una biodiversidad boutique. El mucilago de cacao, por ejemplo, estamos trabajándolo y tiene tanta calidad que ya lo hemos colocado en restaurantes de Lima. Pero hay tanto que con lo que resta estamos trabajando una miel increíble.
La revaloración real de los productos amazónicos…
Así es. Revalorar productos y prácticas que tienen que ver con la elevación de la autoestima. Estamos orgullosos de nuestras yucas, hierbas, plátanos, sacha culantros, frutas, gallinas y pescados. Antes la gente comía a escondidas y a los visitantes le daban pollo, fideos, atún y gaseosas. Ahora muestran con orgullo sus productos e insumos.
Tienen sentido de pertenencia y cuidan su medio ambiente. Ahora sólo falta que los guardianes de la biodiversidad tengan un seguro de salud. El riesgo que tienen es grande con los cazadores de animales que ponen trampas mortales…
Es vital. Voy a recoger tu aporte para plantear que sea incorporado a la norma. Pero no sólo el Estado debe darles el Seguro Integral de Salud, sino también un seguro de vida. Es la primera línea de combate y hay amenazas de todo tipo.
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