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Ambiente

El irrefrenable avance de la  colonización menonita en la Amazonía 

Por: Lenin Quevedo Bardález 

Los menonitas son una secta religiosa cuyos seguidores son descendientes de europeos, con creencias estancadas en los días de Martín Lutero. No utilizan electricidad, no cuentan con internet, ni con aparatos eléctricos y hablan un idioma denominado plautdietsch (o alemán bajo).  

Pese a su hermetismo, han sido objeto de serias denuncias por delitos cometidos al interior de las comunidades, como se muestra en la película de Sarah Polley, “Ellas Hablan” (2022), en donde se devela el drama de más de 60 mujeres que fueron violadas en la colonia Manitoba, ubicada en Santa Cruz de la Sierra en Bolivia, historia real que sucedió hace 15 años.  

También han sido acusados de contaminación. Por ejemplo en México, donde se vincula el uso indiscriminado que hacen de pesticidas, a la disminución de abejas polinizadoras en los campos de comuneros indígenas (ver documental Maya Land: Listening the bees, en Youtube). 

Al Perú llegaron el 2012, pero se hicieron notar en el 2016, al detectarse las primeras actividades de desbosque en áreas de protección y en comunidades indígenas. Son ya cerca de nueve mil hectáreas las que se han deforestado, sin que nadie tome una acción efectiva para frenarlos, a pesar de los intentos infructuosos de algunas autoridades que son en muchos casos, víctimas de respuestas judicializadas, que incluyen procesos surreales. 

Lo que dicen los satélites

Son cinco las comunidades nativas de la etnia shipibo – conibo cuyos territorios han sido invadidos por los menonitas. En el sector Bimboya, se cuenta a la comunidad nativa Pahoyan (no hay detalle sobre el área superpuesta), mientras que en el sector Masisea, las comunidades nativas de Santa Rosa de Dinamarca (6.33 hectáreas), Santa Rosa de Dinamarca – Ampliación (4,25 hectáreas), Nuevo Ceylán (17,60 hectáreas), Buenos Aires (102,07 hectáreas) y Caimito (161,08 hectáreas), haciendo un total de 291,32 hectáreas. Pero el impacto a nivel nacional es mayor…  

Visité a una de las comunidades afectadas por la actividad menonita en la región Ucayali, a orillas del lago Imiría: Caimito, ubicada en el distrito de Masisea. Con algunos comuneros, llegamos hasta el área de su territorio que fue invadido por los religiosos. Nemías Chávez, ex jefe de la comunidad de Caimito nos dijo que “es por eso que hemos demandado (a los menonitas), para recuperar nuestro territorio”.  

Si bien no hay claridad ahora en cuál será el desenlace de los procesos judiciales, lo único claro en todos estos casos es la destrucción consecuente. “Acá se ha sembrado soya, arroz, maíz y caña para que puedan producir el azúcar, por eso ya no podemos ver a los animales que veíamos antes”, nos dijo una de nuestras acompañantes, que prefirió no dar su nombre. 

Como muchos otros espacios de la Amazonía, los comuneros denuncian que sienten cada vez más amenazado su territorio por la actividad de narcotraficantes, por la contaminación de los ríos y lagos, a lo que se suma la amenaza de los menonitas, cuyas áreas crecen año a año y de manera exponencial. 

Según datos recogidos de la Dirección General de Información y Ordenamiento Forestal y de Fauna Silvestre del SERFOR, hasta inicios del mes de enero de 2024, los menonitas habían deforestado un promedio de 8.810,31 hectáreas en la Amazonía peruana, lo que generó la emisión en la atmósfera de 712.214,87 toneladas de carbono, más del doble detectado en el año 2021, lo que equivale a 158.489 vehículos de pasajeros a gasolina conducidos durante todo un año o más de 80 millones de galones de gasolina consumidos, todo eso siendo expulsado a la atmósfera desde áreas que antes respiraban oxígeno. 

Esta deforestación empezó en el 2016, existiendo en el presente tres sectores en los que están ubicados: Tierra Blanca (en la región Loreto), 4.444,55 hectáreas; en el sector Bimboya (en la región Ucayali), 3.032,90 hectáreas; y en Masisea (región Ucayali), 1.032,77 hectáreas. Se tiene información que las áreas desboscadas han aumentado de manera trascendente en la primera mitad de este año. 

“Ellos buscan áreas supuestamente libres, pero no son áreas libres, hay comunidades asentadas que pueden ser indígenas o comunidades ribereñas o locales”, refiere Elvira Gómez Rivero, exdirectora general de Información y Ordenamiento Forestal y de Fauna Silvestre del Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (SERFOR), quien renunció pocos días antes de la emisión de este reportaje.  

Agrega que no se puede obtener un título de propiedad sobre áreas que tienen bosque, sobre todo si son tierras forestales o tierras de protección, siendo la Dirección Regional Agraria de Ucayali, la responsable de otorgar los títulos de propiedad. En este caso, a pesar de revelarse a través de imágenes satelitales que esos eran bosques primarios, sorprendentemente, todo el territorio menonita está inscrito en Registros Públicos. Ello, denota que en toda esta trama podría estar involucrado un actor omnipresente en la forma en la que se hacen las cosas: la corrupción.  

Un hecho sumamente preocupante, es que en el sector Bimboya, los menonitas se han establecido en un “hábitat crítico”, categoría que ha identificado para este lugar el Serfor el año pasado en Ucayali, como parte de su zonificación forestal, a través de la Resolución de Dirección Ejecutiva N° D000080-2023-MIDAGRI-SERFOR. Dicha categoría es otorgada por la mencionada institución cuando hay especies amenazadas, además de endémicas o de un alto valor de conservación. Se trata de Nueva Requena y cuenta con 1017 hectáreas aproximadamente. Allí, los menonitas habrían arrasado con 139,75 hectáreas de bosque, más del 13% del total del área. 

Allí, se pretende conservar la vida de especies como Aburria aburri (pava María), Alouatta seniculus (mono aullador), Lagothrix lagotricha poeppigii (mono choro pardo) y árboles como Cedrela fissilis (cedro blanco), Handroanthus serratifolius (tahuarí amarillo), Handroanthus incanus (tahuarí), Celtis iguanaea (palo blanco) y Amburana acreana (ishpingo). Tal como queda el territorio después de la colonización menonita, habría que apurar alguna acción efectiva para evitar la depredación total de este espacio. 

Denuncias que amenazan 

Como si el territorio que han ocupado los menonitas se tratara de un estado aparte, Elvira Gómez, refiere que el SERFOR ha sido denunciado por haber realizado un reporte de monitoreo satelital en el que se demostraba el avance de la deforestación de esta colonia religiosa, lo que consideraron como la invasión de su espacio aéreo.  

“Ellos creen que nosotros manejamos el satélite y le pedimos que pase exclusivamente por su casa y no es así. Los satélites tienen una órbita y cada cierto tiempo pasan por diversos lugares del planeta y nos ayudan a monitorear desde nuestras oficinas con imágenes de alta resolución, cómo se está desarrollando la deforestación”, nos dijo Gómez Rivero.  

Los menonitas también denunciaron al fiscal José Guzmán Ferro de la Fiscalía Especializada en Medio Ambiente de Ucayali, quien ha preferido no brindar declaraciones para esta investigación. Guzmán Ferro ha solicitado una multa para los menonitas por sus actividades agrícolas en bosques. A su vez, era acusado por el abogado de los menonitas en aquel entonces, Medelú Saldaña de que “bajo amenaza y coacción de pedido de prisión e incautación de bienes, pretende que aceptemos que somos autores de delito y que mediante la terminación anticipada paguemos más de S/ 3 millones (…) más aún cuando no se ha determinado quiénes son los verdaderos responsables”, según nota publicada por el diario “Ahora”, de esa región.  

Agregan que el fiscal habría “violado flagrantemente las normas constitucionales” durante sus actos de investigación, alegando que “en todo momento hostiliza, hostiga, instiga, chantajea y coacciona a los investigados” con la finalidad de que los imputados asuman responsabilidad civil. Al leer muchos de los artículos en los medios de comunicación de la región Ucayali y también de reportajes en medios nacionales, pareciera que los menonitas son víctimas de una brutal arremetida del Estado. 

Los menonitas

Mientras estuvimos en Caimito, buscamos conocer la versión de los menonitas con respecto a las acusaciones que existen sobre ellos. Uno de sus líderes llegó hasta la comunidad nativa, junto a un tractor que jalaba dos vagones que cargaban alimentos que iban a ser vendidos entre los comuneros.  

No solo podían ser adquiridos por los pobladores a precios muy bajos con respecto al mercado (un costal de arroz cuyo valor es de 180 soles, lo vendían a 100 soles), sino que además la mayoría de ellos pedían productos a crédito, lo que era anotado diligentemente por el patriarca de la familia religiosa. Había personas cuyas deudas superaban en mucho los mil soles; sin embargo, seguían engrosando su deuda.  

El líder habló con nosotros, pero optó por no brindarnos su nombre. “Nosotros vendemos arroz, huevos y pollo a un precio más barato que en otros lugares. Yo no soy una persona que expresa su religiosidad en público, en Facebook o en otra cosa parecida. Yo creo en Dios y Jesús y creo que eso me hace mejor persona”, refirió. 

Con imágenes del documental Niweaba de ONAMIAP (dirigido por Lenin Quevedo). 

Esta historia fue producida con el apoyo de Earth Journalism Network. 

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