Chachapoyas es más que su historia y balcones coloniales. Detrás de su encanto, la ciudad enfrenta desafíos urbanos que impactan la calidad de vida de sus habitantes. Descubre las voces que claman por un desarrollo más sostenible.
Por Elizabeth Terán
En el Nor Oriente peruano está situada la hermosa ciudad de Chachapoyas, la 5ta ciudad más antigua del Perú de fundación española; la ciudad actualmente tiene una población aproximada de 50,000 habitantes (INEI,2017), y es conocida como la “ciudad de la nubes”, la “ciudad jardín”, la “ciudad de los balcones” y últimamente también como la “ciudad del aprendizaje”, denominada así por la UNESCO.
Sin embargo los ciudadanos que tienen y tenemos la dicha de habitarla no podemos cegarnos con los hermosos títulos que de alguna manera resaltan características propias de éste singular territorio peruano (clima, arquitectura, paz y seguridad), cuya parte más notable es su medianamente conservado Centro Histórico (Zona Monumental), contrastando de manera chocante con las zonas periféricas de la ciudad que sin obedecer ningún criterio urbanístico se han proliferado y proliferan de forma caótica, lo que origina carencias hasta de los más elementales servicios básicos para asegurar una vida digna para sus habitantes.
Encontramos a Pablo, un pequeño de 10 años de edad, que habita en la parte alta de la ciudad, y quién tiene que caminar todos los días desde su vivienda hasta su colegio aproximadamente entre 30 a 40 minutos, tanto de ida como de retorno; lo encontramos mirando desde la puerta de su pequeña y precaria casa, a la parte baja de la ciudad, sorprendida por la concentración del pequeño niño, lo observo un buen rato y le pregunto ¿te gusta la ciudad?, se quedó mirándome y me dijo “… desde aquí no mucho, pero cuando bajo si la veo bonita con sus casas blancas, los balcones y su jirón Amazonas por donde me gusta caminar cuando voy a mi colegio y retorno hasta aquí”. Luego de presentarnos me dijo “….la ciudad – es decir la parte baja de la ciudad- es más bonita porque ahí no falta agua, sus pistas están bonitas, tienen luz en todas partes, y se puede salir a pasear….aquí no, además ahí abajo siempre hay actividades en la plaza, donde la población participa, aquí no mucho..”, Pablo también mencionó “…algunas veces he visto casas con patios y jardines bonitos que tiene la gente ahí..” y finalizó diciendo “…no me gusta mucho la ciudad desde aquí, se vea fea y no tan blanca y bonita como cuando estoy abajo, además los techos se ven feos desde aquí, abajo todo se ve más bonito y deber ser más bonito también estar y vivir ahí…”, pensando lo que dijo el pequeño, me quedé impactada por la fuerza de sus palabras y sentimientos.
Así Chachapoyas, con tantos títulos bonitos está de espaldas al sentir con seguridad de muchos niños como Pablo, que viven y crecen sin acceso a espacios para el juego, sin áreas verdes para el disfrute de la naturaleza y sin sus derechos cumplidos de acceso a todos sus servicios básicos; como una pista en buenas condiciones para transitar hacia sus centros educativos, la mayoría ubicados en el centro de una ciudad aparentemente bonita desde abajo, pero con otras miradas desde lo alto, muy cerca de las nubes donde se develan otras verdades y no sólo para la reflexión, sino también para la acción y reorientación hacia la sostenibilidad de la ciudad, como muy sabiamente el pequeño Pablo me lo hizo notar, y sí pues, la ciudad está fea, como consecuencia de su crecimiento desordenado y sin respeto a la normatividad vigente, también por la escasez de espacios verdes y los pocos que existen están descuidados y ninguna zona de esparcimiento comunitario, así como también la inadecuada disposición de residuos sólidos por falta de un relleno sanitario mínimamente habilitado.
Pero es preciso mencionar, que esta problemática es similar en muchas partes del mundo donde las ciudades enfrentan el desafío de equilibrar el crecimiento urbano con la necesidad de espacios verdes, cito a la Organización Mundial de la Salud (OMS), que indica que cada habitante de una ciudad debería tener al menos 9 metros cuadrados de área verde cerca de su hogar, sin embargo en muchas ciudades éste estándar está lejos de cumplirse, lo mismo puedo decir de Chachapoyas-Centro Histórico, dónde los huertos, patios y jardines de las casas y casonas tradicionales son las que están contribuyendo con oxigenarla además del reducido número de parques con que cuenta y con vegetación predominante de grass, sin embargo como parte de América Latina, una región que combina grandes metrópolis y biodiversidad única, el reto es particularmente complejo pero no imposible, así lo están demostrando ciudades como Bogotá, Ciudad de México y São Paulo en donde han implementado iniciativas de urbanismo sostenible que incluyen desde parques verticales hasta corredores ecológicos.
«Es un asunto de salud pública», afirma Laura Pineda, urbanista y especialista en desarrollo sostenible. «Las áreas verdes no solo embellecen las ciudades; también regulan el clima, mejoran la calidad del aire y promueven el bienestar mental de las personas»; y sobre este aspecto el reconocido arquitecto chachapoyano, Arturo Díaz Jáuregui, responsable de la restauración y recuperación de los edificios más emblemáticos de la ciudad nos indica lo siguiente “… me preocupa en parte el boom inmobiliario con proyectos de urbanización sin la existencia de una planificación ni visión de ciudad, la proliferación de viviendas sin asegurar el acceso a servicios básicos como son agua y saneamiento va a hacer más caótica a Chachapoyas…” enfatizando en “…Chachapoyas no carece de áreas verdes, hay espacios que pueden recuperarse para este fin, como las quebradas que pueden ser convertidas en bosques urbanos, así como el terreno de Bocanegra, que tiene un área de gran tamaño para establecer un parque urbano al servicio de la ciudad, lo mismo hay mucha área verde privada, que con una adecuada planificación y visión de futuro los propietarios podrían convertirse en los mejores aliados para desarrollarlas y contribuir a una ciudad más verde y sostenible; además es necesario “destugurizar” el centro de la ciudad desarrollando otras zonas o polos de desarrollo para actividades culturales, económicas entre otras y mantener el Centro Histórico cumpliendo su función patrimonial”, importantes puntos de vista teniendo en cuenta los grandes fenómenos socio-culturales y económicos que la ciudad experimenta desde los últimos veinte años, como son el establecimiento de la Universidad Nacional Toribio Rodríguez de Mendoza y el aún incipiente desarrollo turístico teniendo como su centro de provisión de servicios en el ramo a la ciudad de Chachapoyas, lo que ha conllevado a un incremento significativo de edificaciones para vivienda y prestación de servicios turísticos, gran parte de dichas construcciones también responsables del deterioro del Centro Histórico como zona patrimonial de la ciudad de Chachapoyas.
Finalmente es necesario enfatizar en la responsabilidad de las autoridades competentes para la toma de medidas que regulen la urbanización descontrolada y desordenada, que puede llevar a la destrucción de ecosistemas naturales, afectando seriamente la provisión de servicios ecosistémicos que ayudan a la resiliencia de las ciudades ante los efectos del cambio climático (más aún teniendo en cuenta que Chachapoyas está ubicada entre una de las regiones del Perú más vulnerable a los efectos del cambio climático), así como para la protección de la salud pública entre otros servicios como el paisaje, provisión de agua y biodiversidad, así la naturaleza debe ser una aliada para el desarrollo urbano sostenible, y no un estorbo, al mismo tiempo la obligación de cuidar la zona patrimonial de la ciudad, por ser un activo importantísimo para el bienestar de la ciudad y el tan ansiado desarrollo turístico – la reflexión aquí sería “no matar a la gallina de los huevos de oro”.
Chachapoyas por sus características socio-culturales y ambientales, con seguridad seguirá acumulando títulos, pero que los mismos no nos pongan sobre las nubes, sino con la mirada atenta a las transformaciones que viene experimentando la ciudad, para observarla con los ojos y el corazón del pequeño Pablo, un ciudadano de Chachapoyas, que merece que le presten atención en su llamado indirecto al crecimiento armónico e inclusivo de la ciudad para que ésta cumpla su función de ser un espacio de bienestar para todos, porque las ciudades son hechas para las personas!!.