El árbol de la quina ha salvado a miles vidas en el mundo. En nuestro país se encuentra gravemente enfermo, tanto que se debate entre una lenta recuperación y su inexorable extinción pero hay una corriente de investigadores y ciudadanos que insisten en su recuperación y en verlo de nuevo florecer.
El árbol de la quina encarna la riqueza vegetal en nuestro escudo patrio. A pesar de eso y de sus innegables bondades medicinales, en el Perú muy pocos lo conocen. Ha principio del siglo pasado, existían 43 especies en el mundo. Hoy, apenas llegan a 14. Se calcula que en el Perú podrían encontrarse siete de ellas. Es que hace más de 20 años se dejó de pensar en la quina, por lo que actualmente se carece de un inventario. Una tarea que deberían asumir las autoridades del sector agricultura y del ambiente.
MÁS RUMBOS:
Por lo pronto se sabe que hay árboles aislados que crecen en forma natural en las selvas bajas de Tingo María, Tarapoto, Cajamarca, Bagua, Lambayeque. Los reportes hablan de tres especies conocidas en el Perú: la Cinchona officinalis (la que posee mayor alcaloide), la Cinchona pubescens (incluida en la lista de las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), y la Cinchona succirubra.
El biólogo José Fernández Dávila, dice que el árbol debería llamarse árbol del quino. Sostiene que la quina es la corteza del árbol. Y el alcaloide que se obtiene de la corteza es lo que se conoce como quinina.
Los estudios botánicos reportan que el ‘quino’ crece entre los bosques nubosos. A los cuatro años alcanza su edad adulta, llegando a medir hasta 15 metros de altura, y su floración permite que de cada capullo se colecte hasta 10.000 semillas, de las cuales solo el 30 por ciento llegan a germinar.
El milagro del mundo
Los peruanos preincas se valían de su corteza para curarse de las infecciones. Los españoles le llamaron cascarilla (en quechua se pronuncia ccarachucchu). Los Jesuitas lo llamaron el ‘polvo del cardenal’. Ricardo Palma en sus Tradiciones Peruanas habla de ‘Los polvos de la condesa’, refiriéndose a la historia de doña Francisca Enriquez de Rivera, segunda esposa del virrey Luis Jerónimo Fernández de Cabrera Bobadilla y Mendoza, conde de Chinchón, quien fue salvada de la malaria al ingerir un brebaje de este árbol. En honor a la condesa, en 1742, el botánico sueco Carl von Linné bautizó con el nombre científico de Cinchona, transcribiéndose el prefijo “chi” a la manera italiana “ci”, como se estilaba por entonces.
En 1629, el paludismo acabó con la vida de 27 cardenales de Roma. Y cuando la iglesia católica se disponía a abandonar la ciudad, la quinina peruana detuvo la epidemia. Sucedió lo mismo durante la segunda Guerra Mundial, donde miles de soldados norteamericanos estaban infectados de malaria. De esta manera, el Perú contribuyó con miles de toneladas de cortezas de quina para la salvación de la humanidad.
Por entonces nuestro país era una farmacia viviente. Pero también empezaría su depredación. Especialmente de la especie Cinchona officinalis (la que figura en el escudo). Por un lado, la industria farmacéutica sobreexplotó el árbol y, por otro, los mismos pobladores -por desconocimiento- empezaron a talar los pocos que quedaban para leña o para levantar sus casas. Hoy nuestro árbol nacional va camino a su extinción.
«Perú cuenta con 20 de las 29 especies de quina que existen en el mundo, pero muchas de ellas ya son difíciles de hallar debido a la deforestación, degradación de los suelos y al crecimiento de las fronteras agrícolas», explica el ingeniero forestal Alejandro Gómez, quien ha dirigido proyectos de preservación. En efecto, un hábitat frágil y expuestos al exterminio por la quema de grandes extensiones de terrenos para sembrar café y otros cultivos están provocando la desaparición de valiosos ejemplares del árbol de la quina.
Según José Luis Marcelo, ingeniero forestal y docente de la Universidad Nacional Agraria, seis cinchonas (uno de los géneros de la quina) que solo crecen en Perú están seriamente amenazadas , en especial la Cinchona officinalis, el árbol del Escudo nacional de Perú, debido a la ampliación de la frontera agrícola, que quita terreno a los bosques húmedos para usar esas tierras en cultivos.
Si bien actualmente la producción de quinina se consigue por método sintético, se trata de una medicina que difícilmente podrá ser reemplazada. De ahí que el árbol del quino merece un alto valor de preservación. Más aún cuando el Perú invierte unos 118 millones de soles al año en el tratamiento de la malaria. Y sólo en los medicamentos gasta alrededor de 80 millones de soles.
La cifra que ha lanzando el Museo de Historia Natural de UNMSM es desesperanzadora: solo nos quedan entre 500 y 600 ejemplares de esta especie en el país.
Quinina y coronavirus
En el contexto mundial actual de pandemia declarada por la OMS, el árbol de la Quina saltó a las portadas de los titulares como la posible cura para el virus que azota al planeta : el Coronavirus. Muchos medios informativos informaban que la cura se hallaba dentro de nuestro territorio y era el emblemático árbol que se halla consignado en nuestro escudo nacional. Como en tiempo de la malaria, otra vez muestra biodiversidad le daba al mundo una solución a pesar que apenas contamos con algunos escasos ejemplares.
Los artículos mostraban titulares como “La quina, el árbol peruano que combate el coronavirus” y “Medicamento que podría curar el coronavirus está en el escudo nacional de Perú”. Además, afirmaban que la cloroquina es producida con el fruto del árbol de la quina.
Si bien el estudio al que los artículos hacen referencia sí existe, y efectivamente presenta a la cloroquina como el fármaco que “tiene una eficacia aparente y una seguridad aceptable contra la neumonía asociada con COVID-19”, este compuesto no es derivado del popular árbol de la quina.
El infectólogo Marcos Saavedra Velasco a fin de aclarar esta información indicó en una entrevista en el diario La República que “la cloroquina usa una estructura molecular similar al de la quinina (compuesto molecular extraído del árbol de la quina), pero no se hace a partir de ella: la cloroquina y el hidróxido de cloroquina son compuestos hechos en un laboratorio”.
Fátima Marcelo, del Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA), afirmó que el método a través del cual se extrae la quinina y la cloroquina son totalmente distintos: “La quinina se obtiene directamente del árbol de la quina y para su extracción este tiene que ser talado; mientras que la cloroquina es un compuesto que ha sido elaborado sintéticamente en un laboratorio”, explica la especialista.
La Quina y los ingenieros que quieren que el árbol sea conocido más allá del escudo
Santuario de la quina
https://www.facebook.com/unjperu/videos/2356443774395247/
La quina en la discución nacional
Datos curiosos:
En 1738 se escribió Sur l’arbre du quinquina, un reporte de Charles Marie de La Condamine sobre el fantástico árbol medicinal sudamericano. El científico formó parte de una expedición enviada al Perú para detallar los grados del meridiano terrestre datos que servian para elaborar las cartografías. En ese viaje La Condamine identificó tres especies.
Paul McCartney recibió la Orden del Árbol de la Quina, durante su visita en el 2011. Nadie reparó en el insólito arbolito que ahora representa la más alta distinción que la nación ofrece a un ambientalista.
Es tanto el desconocimiento que en 2005 una ley la listó (con nombre erróneo) en el patrimonio natural de la nación. Y pocos logran saber cual es el nombre del árbol que forma parte de los iconos que se observan en el escudo nacional. Un dato curioso es que ese árbol frondoso que aparece en algunos escudos o banderas de Perú, que fabrican algunos productores textiles y venden comerciantes ambulantes durante las fiestas patrias, no es una quina sino un ficus, advierte el investigador Roque Rodríguez. Te dejamos el científico Cinchona officinalis para que no te confundas
Otros personajes ilustres de la historia mundial fueron salvados (se dice) por el árbol de la Quina : El rey inglés Carlos II (que la probó en secreto), el hijo de Luis XIV en Francia y Kangxi, el ilustrado emperador de China.
Pero la quina no sólo es bondadosa cuando combate la malaria, sino que funciona como digestivo, fortalece el sistema vascular o actúa como febrífugo y antigripal. También es ingrediente clave en dos insumos imprescindibles de la licorería tropical: el agua tónica y el amargo de angostura.
El árbol de la quina fue seleccionado en 1825 para formar parte del escudo peruano como símbolo de la abundancia vegetal y de las propiedades curativas conocidas desde tiempos ancestrales.
Actualmente la Asociación Nacional Oro Verde se hace cargo del proyecto “Salvemos el árbol de la quina”, con el fin de impulsar la reforestación y protección de esta especie al interior del Parque Nacional Cutervo, el área protegida más antigua de Perú ubicada en Cutervo, Cajamarca.
Esta iniciativa ha tenido como aliados a la comunidad educativa del colegio José Santos Chocano del centro poblado La Colca y a su proyecto de generación de plantones del árbol de la quina. Ellos aspiran a que otros centros educativos sigan este ejemplo y contribuyan a contrarrestar la extinción de esta milenaria especie.
Para conocer otras iniciativas para el rescate de la quina: https://www.facebook.com/watch/quinavuelvealavida/
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