Por Alejandra Martins / BBC Mundo
¿Cómo convencer a la gente para que actúe ante el cambio climático?
Algunos científicos aseguran que si entendiéramos más sobre el tema, haríamos más para enfrentarlo. Pero no es necesario estar convencido sobre la gravedad del cambio climático, o incluso hablar sobre él, para combatirlo.
Esa es la conclusión de un estudio de la Universidad de Columbia, en Estados Unidos, que investigó el proceso de toma de decisiones en tres comunidades que están en la línea de frente del cambio climático.
El retroceso de los glaciares es una realidad para estas tres poblaciones, ubicadas en los Andes de Perú, los Alpes de Italia y la Cordillera de las Cascadas, esta última en el oeste de Estados Unidos. Cada una de esas poblaciones se está adaptando en formas innovadoras al calentamiento global. Pero muy pocas personas en esas comunidades mencionan el cambio climático
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Menos agua
En el caso de Perú, el estudio se centra en la población de Copa en el departamento de Áncash.
El pueblo, de unos 1.500 habitantes, se encuentra cerca de la montaña del mismo nombre en la Cordillera Blanca, el área de glaciares tropicales más grande del planeta.
«Es muy evidente el retroceso de los glaciares en esa zona de los Andes peruanos», le señaló a BBC Mundo el antropólogo Ben Orlove, codirector del Centro de Investigación sobre Decisiones Ambientales del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia, y uno de los autores del estudio.
Orlove, quien viajó como adolescente por primera vez a la sierra peruana y habla quechua, compartió la vida de los habitantes de Copa para comprender sus inquietudes.
El retroceso de los glaciares significa que hay menos agua disponible, aunque la necesidad del recurso es cada vez mayor, ya que es necesario irrigar los cultivos debido al aumento de temperatura y la irregularidad de las lluvias.
Hidrología andina
Orlove destaca la fortaleza y creatividad de los habitantes de Copa, habituados históricamente a los desafíos.
Los pobladores andinos «siempre han tenido que enfrentar un mundo difícil. Los comuneros han sufrido por terremotos, por (el grupo rebelde) Sendero Luminoso, por políticas desfavorables, por los prejuicios con que son recibidos en Lima», explicó.
Y esa fortaleza se expresa en la adaptación al cambio climático. «Son hidrólogos expertos, de una hidrología andina», afirmó el investigador.
«Usan canales que antes eran de tierra. Pero esos canales tenían filtraciones grandes con pérdida de agua. Entonces reemplazaron los canales de tierra con canales de cemento que tienen menos pérdidas». «Y hasta reemplazaron algunos canales con tuberías de plástico para usar en forma más eficiente el recurso».
«Defender la comunidad»
Para entender el proceso de toma de decisiones en Copa, los investigadores analizaron los diálogos de sus habitantes y los libros de actas de sus asambleas comunitarias.
«Ellos están conscientes del cambio climático. La idea del calentamiento global les ha llegado a través de presentaciones de entidades estatales o de ONGs», seeñaló Orlove.
Pero la palabra cambio climático es muy poco frecuente en los diálogos o en los libros de actas.
¿Qué llevó a Copa a adaptarse al cambio climático?.
«La motivación principal es defender la comunidad y su futuro», señaló Orlove. Contar con fuentes de agua potable en la plaza central de Copa y manejar el recurso en forma innovadora es también un motivo de orgullo.
Debido al actual sistema de descentralización local, esas características facilitaron que el pueblo accediera a la categoría de municipio.
Italia y Estados Unidos
Los otros dos sitios estudiados por Orlove y sus colegas tienen algo fundamental en común con Copa. En los pueblos de Trafoi, Stilfs y Sulden, en los Alpes italianos, el retroceso de los glaciares disminuyó la eficiencia de las represas.
Los habitantes respondieron con generadores de electricidad a partir de plantas de biogás que queman aserrín y viruta de madera. Y dos pueblos estadounidenses, Concrete y Glacier, en el parque nacional Cascadas del Norte, enfrentaron su propio desafío.
Dependían de visitantes a los glaciares locales, pero crearon otra fuente de turismo para dar empleo a los jóvenes: nuevos festivales que celebran las tradiciones o la biodiversidad local.
Reencuadrar el mensaje
El estudio demuestra que «comunidades en la línea de frente del cambio climático se están adaptando aunque no hablen de ese fenómeno», señaló Orlove.
Y esa conclusión tiene implicaciones fundamentales para otros sitios del planeta, como la ciudad donde vive el científico, Nueva York.
«La semana pasada fuimos con mi esposa a un restaurante en lo que era antes un centro pesquero en Nueva York, en Sheepshead Bay», relató el investigador a BBC Mundo.
«El restaurante está manejado por el tataranieto de un pescador siciliano y mantiene sus antiguas recetas, pero cerró durante dos años debidos a las inundaciones causadas por el huracán Sandy. Ellos también están en la línea de frente del cambio climático».
Tanto en Nueva York, como en otros centros urbanos o rurales, es posible «replantear» el mensaje sobre el cambio climático.
«Presentar el tema en términos de la comunidad puede ser más efectivo que hablar sobre cambio climático, porque enfatiza los beneficios conjuntos de la adaptación», es decir, el impacto positivo en la comunidad de las acciones como las realizadas en Copa o en los Alpes. Por eso la palabra resiliencia es importante, porque ofrece esperanza».
Orlove cree que los comunicadores de cambio climático «tienen que aprender a callarse de vez en cuando y escuchar detenidamente las inquietudes de las comunidades».
«Tienen que tener en mente que lo que más sentimos los seres humanos son los contextos sociales más cercanos, los vecinos, los parientes, y sus sufrimientos».
Y no deben olvidar que «muchas adaptaciones innovadoras están ocurriendo a escalas pequeñas».