- La debilidad en los programas de control y vigilancia están afectando al mar peruano y a los pescadores artesanales. Santiago de la Puente, biólogo marino e investigador, explica los efectos de la sobrepesca en las especies marinas y las personas que viven de ellas.
¿Qué pasará cuando todos los peces hayan sido pescados? El Fondo Mundial para la Naturaleza, en Londres, se hizo esa pregunta y reveló en un informe que, desde 1980, los peces como el atún, la caballa y el bonito han desaparecido en un 74%, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria de la población mundial. En 2006, un estudio publicado en la revista Science, advirtió que, si la industria continuaba con las mismas tasas insostenibles de pesca, el mundo pesquero colapsaría el año 2048.
En Perú, la desaparición o disminución de especies ya comenzó a afectar los bolsillos de los pescadores artesanales. Y a pesar de esta realidad, y de todas las advertencias de diversas organizaciones en el Perú, ni siquiera está incluido el concepto de “sobrepesca” en la normativa pesquera del país.
Santiago de la Puente es biólogo, tiene una maestría en gestión de recursos y está culminando un doctorado en el Instituto de Pesquerías y Océanos en Canadá. Tiene como tema principal de investigación la corriente peruana de Humboldt, y nada le apasiona más que explicar cómo todo lo que ocurre con los seres del mar termina afectando a las personas en la tierra.
¿Podrías poner en contexto la sobrepesca en el Perú?
Voy a responder con un estudio en el que participé. Hicimos una investigación histórica desde 1950 hasta la actualidad para ver cuánto había crecido el esfuerzo pesquero artesanal. Encontramos que desde 1997 se había quintuplicado, y que desde 1990 había un gran crecimiento de la flota pesquera y sus horas de trabajo. Es imposible no sumar el efecto de la tecnología: antes un pescador artesanal salía con sus remos y una cubeta de hielo, pero ahora las embarcaciones son motorizadas, usan GPS y todos tienen un celular. Y no está mal, lo que está mal son las pocas normativas, regulaciones y capacidades de control que tiene el Estado. Porque si no hay un esfuerzo real de las autoridades de adaptar una metodología de gestión que permita controlar la intensidad de pesca, será imposible detener la sobrepesca.
¿Cómo los pescadores artesanales pueden darle la vuelta a la falta regulación y control para evitar la sobrepesca?
En Puno existe el caso exitoso de la asociación de pescadores de la laguna Umayo, donde se dieron cuenta que habían especies que estaban desapareciendo. Ellos mismos se organizaron y crearon algo así como un grupo de “ronderos de la laguna”, donde pusieron límites de pesca. El resultado fue positivo. Actualmente, en la laguna Umayo hay una mayor producción pesquera per cápita por pescador, que en todo el lago Titicaca. Para esta comunidad su sistema de control es más efectivo que las soluciones del Ministerio de la Producción; y aunque sus castigos pueden ser punitivos, el mensaje es que están llenando el vacío que deja el Estado.
Pero no siempre las comunidades se ponen de acuerdo…
No, no siempre. Pero qué pasa si logran ponerse de acuerdo, crean sus propias cuotas de pesca y logran sobrepoblar la especie amenazada con éxito; pero luego llegan embarcaciones pesqueras de otros lugares a depredar. Esto sucedió en la costa sur de Ica con las conchas de navaja; y las autoridades locales no podían hacer nada porque solo tenían 400 soles de presupuesto mensual de combustible para controlar toda esa zona. Me pregunto: ¿para qué invertir tiempo, dinero y esfuerzo, si las autoridades de todas formas no te van a ayudar cuando lo necesites?
¿Cuál es la percepción de los pescadores artesanales respecto a las autoridades?
La percepción es de profunda desconfianza. Muchas de las organizaciones de pescadores artesanales se han reunido muchas veces con el Ministerio de la Producción y cada vez que se reúnen se encuentran con un funcionario distinto o con autoridades que no se acuerdan de las actas que han firmado. Una vez un pescador me dijo: “Los que nos ponen las reglas a nosotros no se mojan los pies”.
¿Los pescadores artesanales tienen acceso a información sobre las poblaciones de peces que están frente a sus costas?
El Instituto del Mar del Perú (IMARPE) suele hacer cruceros oceanográficos para obtener información de las poblaciones marinas, pero estos censos se hacen sobre todo para especies de interés industrial. Pero para la pesca artesanal este tipo de información y tecnología no existe, y con un poco de suerte hay algunas evaluaciones muy puntuales que informan, con indicadores indirectos, sobre la abundancia o la salud de algunas poblaciones de peces. Por ejemplo, tenemos información sobre cuántos individuos adultos de buen tamaño estamos capturando, y eso nos ha permitido identificar que los peces se están haciendo cada vez más pequeños.
¿A consecuencia de la pesca indiscriminada?
Sí. Voy a explicarlo haciendo un símil con la biología humana. La edad promedio de la primera menstruación de una mujer en el Perú es entre los 13 y 14 años. Pero si esta mujer vive en La Oroya, y su organismo está bajo estrés por la contaminación del ambiente y los metales que respira, su primera menstruación, y, en consecuencia, madurez reproductiva, se adelantará a los 11 años. Este es un instinto de supervivencia nuestra, que de todas formas pone en riesgo la vida de la mujer y el feto. Esto mismo ocurre con los peces. Si comenzamos a depredar a los más viejos, que al mismo tiempo son los más grandes, los más jóvenes comenzarán a reproducirse desde más pequeños, pero con menos posibilidades de éxito.
¿Con qué especies ha sucedido esto?
El mero es un caso triste. Los meros que se comían nuestros abuelos eran del tamaño de nuestros abuelos; los meros que se comían nuestros padres les llegaban a la cintura; pero los meros que nos comemos nosotros entran en nuestros platos. Es así de dramático. El caso de diformismo sexual de la merluza peruana es un caso más o menos reciente. Lo normal es que las merluzas hembras midan aproximadamente 80 centímetros y los machos 50; pero desde la década del 2000 ambos comenzaron a medir 23 centímetros. Un problema gravísimo por donde lo miremos, porque colocaba a la especie en un círculo perverso donde produce menos huevos y tiene menos ciclos reproductivos, pero se enfrenta a una mayor tasa de pesca y a una mayor oferta en el mercado. Felizmente se reaccionó a tiempo y se cambió la gestión del recurso. La veda duró 18 meses, en el 2003 prácticamente no se pescó merluza, y además se aplicó un sistema de cuotas de pesca. Recién ahora vemos los resultados, pero han tenido que pasar casi 20 años.
¿Cuáles son las soluciones que tiene el Estado para la sobrepesca?
Hay dos formas de acercarse a la solución para la sobrepesca en general. Con castigos como multas, decomiso de pesca o cancelación del permiso de la embarcación; o incentivando que los pescadores se dediquen a otras actividades. Ambas son válidas y positivas si el objetivo es controlar la sobrepesca. Sin embargo, hay muchos pescadores que cocinan muy rico porque los entrenaron para cocineros, pero como no encuentran trabajo ahora taxean. Y por otro lado, también está bien ser severos con los que no cumplen la regla, ¿pero cómo tener sanciones ejemplares si no las puedo detectar? Al final, como siempre, los pescadores artesanales terminan siendo los más afectados, porque muchos viven en estado de pobreza y la sobrepesca los hace entrar en una una trampa socioecológica donde todo el mundo saca provecho de ellos. En muchos casos su pesca depende de los adelantos que les pagan los mismos comercializadores. Estos adelantos cubren costos de combustible, reparaciones de redes, hielo; pero también los ancla al comerciante, que ponen el precio que quieren. Eso en realidad es una nueva forma de esclavitud moderna. Mientras la pesca artesanal siga siendo marginada por las autoridades es muy difícil que su realidad cambie.