Es un instrumento único en el mundo y no luce como tal, sino como una caja sencilla. ¿Qué esconde ese instrumento de casta peruana?
Dicen que pudo haber nacido en Lima o el Callao. Tal vez durante la Fiesta de Amancaes, en el Rímac, donde era una de zona de recreo donde se iba a comer y a bailar. Algunos relacionan al cajón con la zamacueca, un género musical afroperuano que nace en Lima durante el Virreinato del Perú, que destacaba en zonas como Rímac, Barrios Altos y en algunos barrios del Callao. Que ni siquiera tenía hueco y que no le tomaban tanta importancia hasta que llegó al flamenco.
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También, dicen, que Nicomedez Santa Cruz estableció las medidas del cajón y que anteriormente ni se sentaban allí, sino hasta mediados del siglo XX. Y que el cajonero Francisco Monserrate había asegurado sus manos en 100 mil soles y que tocaba con los dedos ensortijados, lo cual le daba otro matiz. Pero lo que sí es una certeza es que si no había cajón, igual se hacía la jarana “cajeando” el arpa o la guitara. El cajón, según el lingüista Marco Aurelio Denegri, era un realzador de fiestas. Hoy en día, el cajón tiene la misma función, pero ha rebasado las fronteras.
Flamenco y el cajón
El flamenco hoy en día suena como tal gracias al cajón peruano, llevado por Paco de Lucía en 1977. Dicen que quedó enredado por su musicalidad al escucharlo del percusionista cañetano Caitro Soto en una presentación de Chabuca Granda en Lima.
La replana musical y la melodiosa voz de Chabuca sirvieron como soneto de fondo para un Paco de Lucía que quedó estampado en el cajón. Caitro, tras ser invitado por el embajador de España en Perú, recuerda en un reportaje: “Chabuca estuvo cantando pero él estuvo pendiente del cajón, y me dijo que sonaba muy bien y hasta me preguntó si le podía conseguir uno”. A los seis meses, reveló Paco de Lucía, ya estaba en todas las casas flamencas de España. Así empezó su historia a nivel internacional.
El cajón empezó a viajar alrededor del mundo y a ser adoptado por diferentes géneros. Conocidos exponentes se han rendido ante su ritmo: Ricky Martin, Shakira, José Feliciano y Diego El cigala han incorporado el cajón en algunas de sus canciones. El legendario exbaterista de The Beatles, Ringo Starr, tocó el cajón en su primer concierto que tuvo en Perú hace cuatro años. El percusionista de Megadeth lo tocó durante un show acústico en Nueva York y hasta la banda Coldplay lo hizo conocido en México tras recibirlo como regalo de un club de fans peruano.
Es que el cajón peruano tiene la representatividad universal, hasta ahora palpable, de los versos de Vallejo, la voz de Juan Diego Flórez o el lente de Mario Testino. Es vigorizante como el cebiche o la Inka Cola. Místico como Las líneas de Nazca o Machu Picchu. Es maratónico, porque hasta se convocó a 2.037 cajoneros de todas las edades en la Plaza de Armas y llegó al récord Guiness en el 2015.
¿Quién no conoce el cajón peruano dentro de la música latinoamericana? Ricky Martín exclamó hace tres años ante la prensa argentina que el cajón es mágico. “Tiene esa mezcla africana. Es como si los ancestros se manifestaran”, aseguró. Para uno de los fundadores de la primera tienda de cajones en Brasil —lugar de goles, carnavales y zamba—, vender cajones no es solo ofrecer un instrumento: es dar cultural. En el 2014, durante el mundial de Brasil y tras la muerte del cantautor afroperuano Pepe Vásquez, Paolo Guerrero, delantero estrella del Corinthians, tocó el cajón como todo buen peruano.
Controversia
Sin embargo, algunos expertos como Victoria Santa Cruz estarían en contra de su difusión global. Mientras se populariza, se pierde su casta y su calidad. Cuentan que tras la creación de una compañía de danzas y cantos de gran calidad llamado Teatro y Danza Negro del Perú hecha por Victoria, uno de sus amigos y uno de los últimos grandes toreros negros Rafael Santa Cruz, encontró a sus alumnos en una peña de la capital.
A Victoria no le gustaba salir de noche y Rafael pensó que, como ella no le gustaba salir a tal hora, había enviado a sus músicos a alegrar la noche por ella. Luego Rafael le contó a Victoria lo que había visto. Ella le agradeció por el dato y reunió a los integrantes del grupo. Sus alumnos le explicaron que se estaban “recurseando”, a lo que Victoria dijo que quedaba disuelta la compañía, ya que al momento que se difunde su música todos querrán tocarlo y se perdería su originalidad. Como diría Marco Aurelio Denegri: “La calidad no es democrática”. La pureza peor.
Luego de eso, cuenta el hijo de Rafael Santa Cruz en un programa local, ese grupo de jóvenes crearía Perú Negro y llegaron a ganar más dinero, que era lo que querían. Además, crearon una propuesta fresca y empezaron a ser una referencia de la música afroperuana.
La mezcla de géneros, las fusiones de instrumentos y géneros no solo han creado nuevos subgéneros musicales, sino que han diversificado la música para los nuevos oyentes, que son las nuevas generaciones. Si bien es cierto, la masificación de músicos ha hecho que no todos tengan la pureza ni la técnica adecuada que ameritan sus instrumentos, hay otros que sí lo tienen. En España, señalan los expertos, hay grandes cajoneros que tocan flamenco, aunque son contados con los dedos de las manos.
Sin embargo, todos creen que existe una técnica oculta o un talento intrínseco para tocar el cajón peruano. Otros eruditos en la materia aseguran que todo está en la posición de las manos. Dicen que hay una variabilidad en el sonido dependiendo de nuestro peso en el cajón. Pero, como todo peruano, sabemos que cuando vemos a nuestros cajoneros tocar festejo, sabremos que no se toca con las manos, sino con el alma y el corazón, como si el cajón peruano fuese una extensión de nuestro cuerpo. Y ese es el único secreto.
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