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Cultura

Lamas: el sueño de los Chang

Por amor a su tierra, la familia Chang creó el Museo Chanka de Lamas.

Descubre el fantástico aporte de una familia por mostrar toda la cultura de Lamas en un museo que se las trae

Por Martín Vargas

Jeanette Chang está de viaje en Boston, pero anda pensando en Lamas. Trabaja en un laboratorio en Lima, pero los fines de semana, los feriados largos y cuando el trabajo no la tiene en algún congreso fuera del país, se da sus escapadas a San Martín. Se sube a un avión, coge una motokar y se va directo a ver cómo marcha el sueño de la familia.

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Pero la quimera de los Chang no es una chacra de cacao que pronto pondrá chocolates en la boca de pacientes ingleses. Tampoco regentan un hotel para mochileros o andan sembrando palmas aceiteras en lo que antes eran bosques endémicos. No, para nada. Chang sigue empecinada en cosechar orgullo, en mostrarle a todo el mundo las raíces y la cultura de Lamas, una impronta que nació hace algunos años con sus padres, John Chang y Obertila Pinedo.

“Era el sueño de mis padres. Ellos crearon el museo porque estaban enamorados de su tierra, de esta cultura tan rica que hay en Lamas. Ellos nos enseñaron a amar a esta tierra, y junto a mi hermano (Christian Chang) decidimos prolongar esta herencia, mantenerla viva”, cuenta Jeanette mientras mira el frontis del Museo Chanka de Lamas, como buscando qué más ponerle para que el espacio sea más atractivo, para que jale más gente.

Las salas del museo están segmentadas de manera pedagógica, in crescendo e inteligente.

El nuevo museo

La primera vez que vine fue el 2012 y los cambios en la propuesta museográfica son dramáticos. Si antes el espacio parecía un museo de pueblito, con las típicas vitrinas ochenteras, techo corto y todo como amontonado, la verdad es que ahora el lugar se ha modernizado y está a la altura de la cultura que exhibe.

Una nueva propuesta espacial donde se ha privilegiado los espacios monumentales y los bloques tienen una altura suficiente para airear el recorrido, es lo más saltante en cuanto a infraestructura. La iluminación no tiene nada que envidiar a ningún museo limeño y la disposición de elementos y salas está segmentada de una manera pedagógica, in crescendo e inteligente.

La nueva propuesta inaugurada el 2015, sumerge al visitante en la cosmovisión amazónica y eso se debe, en parte, a las estatuas a escala real que permiten lucir la vestimenta, usos y costumbres de este encantador pueblo al que los jesuitas introdujeron el quechua para facilitar la extirpación de idolatrías.

Cindy Flores, una guapa lamista que trabaja en el museo hace años, nos cuenta que el promedio de visitantes es de 21 000 personas por año, cifra aún baja si se compara con los asiduos al castillo de Lamas y su cultura del selfi, pero estimulante si se repara en que el flujo viene subiendo en los últimos años.

El museo fue abierto para que el turista y el mismísimo vecino se empapen de la cultura, tradiciones y el folclor del pueblo quechua. Además, la propuesta museográfica permite apreciar cerámica, textiles, cuadros, herramientas, instrumentos musicales y vestimentas obtenidas por donación de las diferentes comunidades.

A solo 20 minutos de Tarapoto, este museo es, sin duda, un ejemplo de perseverancia y amor por las raíces, de parte de una familia que en lugar de poner un bar o montar una hostería, prefirió el duro y poco rentable camino de la cultura. Y es que a veces las mejores causas son las que toman más tiempo y cuya gloria no sabe de dinero, sino de aplausos y de memoria colectiva. Aplausos para los Chang.

En Rumbo

Dónde: Jirón San Martín 1165, Lamas

Horario: Lunes a domingo de 8:30 a 19:00 horas

Costo: S/6

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