Sabías que antes de la vía expresa y el Metropolitano, tuvimos tranvías? Descubre en esta entrega cómo pasamos de carretas y caballos a un novedoso sistema de transporte que hasta pánico causó con su puesta en marcha en el siglo XIX.
Por Delia Ochoa
Por estos días de aislamiento social obligatorio a causa de la pandemia por covid-19, mucho se habla de cómo la ciudad de Lima -al igual que otras capitales del mundo- ha descansado de sus calles aturdidas de gente que camina con prisa y de miles de carros y autobuses que saturan las principales avenidas. Pero mucho antes, Lima ya se contaba entre las ciudades modernas que contaban con un novedoso y eficiente medio de transporte público.
De caballos y coches sobre rieles
Aunque hoy nos pueda parecer curioso, hacia 1876 Lima se preparaba para la revolución del transporte público con la llegada de un sistema de tranvías de tracción animal.
La propuesta presentada por don Mariano Antonio Borda, un empresario de la industria de los ferrocarriles prosperó con el respaldo de la Municipalidad de Lima y así; con vagones para pasajeros tirados por caballos comenzó la primera línea de tranvías.
Con la presencia del Presidente de la República General don Mariano Ignacio Prado y los ministros del gabinete, se hizo el 24 de marzo 1878 el primer viaje, quedando inaugurado oficialmente el Tranvía Urbano de Lima.
Más de 20 carros transitaban las 4 rutas establecidas en el servicio inicial que se ofrecía a los usuarios en una Lima que ya alcanzaba los 100 mil habitantes aproximadamente.
El recorrido de la modernidad:
El viaje inaugural ida y vuelta del tranvía partió de la calle Pescadería hasta el Palacio de exposición. En los días posteriores, el servicio se prestó de manera gratuita para que los Limeños perdieran el miedo que causaba ir en esta especie de coches que iban sobre rieles y tirados por caballos. Los destinos disponibles era:
Descalzos – Exposición
Matienzo – Santa Clara
Monserrate – Cercado
Pampilla – San Cristóbal
Por aquellos años, no había tanto afán por llegar a tiempo a ninguna cita, y lo que más se apreciaba del servicio no era tanto la puntualidad en las horas de salida y tiempo de recorrido, sino la comodidad y la seguridad.
Con la llegada del siglo XX, el servicio transporte comenzó a modernizarse aceleradamente. Para 1902 y durante los 4 años siguientes el servicio de tracción animal comenzó a reemplazarse por tranvías impulsados por energía eléctrica. Es así como surgen las 2 rutas del popularmente llamado ferrocarril eléctrico, encargadas de conectar Chorrillos con Lima y Lima con Callao.
Entonces, el servicio además de mejorar la puntualidad también redujo los tiempos de viajes entre los destinos al desplazarse a 6 kilómetros por hora, era casi un “paseo” atravesar la ciudad.
Una solución y también un signo de distinción
A pesar de ser masivo, ir en tranvía eléctrico era toda una distinción. Los primeros años del servicio era común notar a la gente del tranvía vistiendo de forma elegante. De acuerdo con algunos historiadores, era una señal de clase escuchar que “tal don o tal doña” estarían de visita en la ciudad y les harían pasear en el tranvía.
Las primeras décadas del siglo 20 fueron las de máximo esplendor y eficiencia del servicio del ferrocarril eléctrico. Hasta 150 pasajeros por vagón podían desplazarse a unos 40 kilómetros por hora en sus recorridos, lo que lo convertía en una excelente opción para llegar a los destinos en una Lima que ya comenzaba a vivir con premura sus rutinas.
Además de modernismo a la ciudad y progreso en el sistema de transporte, la implantación del servicio de tranvías impulsó también el surgimiento de empresas prósperas que generaban oportunidades de trabajo en la ciudad capital y que contribuyeron con un notable desarrollo.
Un pronto fin…
61 años después de su inauguración, se anuncia oficialmente el 19 de octubre de 1965 el cierre del servicio. La prensa reseñaba “No volverán a circular más los tranvías en Lima”.
Las razones fueron de orden económico. Luego de la fusión de las empresas privadas que originalmente impulsaron la creación y el mantenimiento del servicio, y de la participación del Estado a través de la Compañía Nacional de Tranvías, el servicio comenzó a decaer notablemente.
Para la época de los años 60 la presión de la prensa y la opinión pública sobre la calidad del servicio, el cual estaba ya desbordado en su capacidad de traslado de pasajeros, y que había perdido progresivamente unidades que salían de la operación por averías, se coronó con una huelga general de trabajadores ferroviarios que inició a las 6 de la mañana del 18 de setiembre de 1965.
La Cámara de Diputados del Congreso de la República, decide liquidar la CNT y presenta, en octubre de 1965, el Proyecto de ley Nº 15786, que sería aprobado en la Casa del Congreso, en Lima, el 9 de diciembre de 1965 y promulgado en la Casa de Gobierno, en Lima, el 10 de diciembre de 1965, que acabaría definitivamente con este sistema de transporte en la capital peruana.
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