Arqueólogos encontraron lo que sería el mayor sacrificio de niños de América, y quizá del mundo. Un hallazgo que fue descubierto en la costa norte del Perú.
El hallazgo no solo no tiene precedentes en América y sus otras culturas precolombinas, como los mayas, incas o aztecas, sino en todo el mundo. El sacrificio de los 140 niños y 200 llamas jóvenes habría ocurrido durante la celebración de un ritual indígena, hace 550 años, en un acantilado, al pie del océano Pacífico, en la que era la capital del Imperio Chimú.
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La investigación fue llevada a cabo por un grupo interdiciplinario conformado por científicos y arqueólogos de la Universidad Tulane (EEUU) y la Universidad de Trujillo (Perú) y el explorador peruano Gabriel Prieto. El proyecto es financiado por National Geographic Society.
Los restos fueron encontrados en el distrito Huanchaco, en el norte de Perú, en un antiguo sitio de sacrificios conocido como Huanchaquito-Las Llamas, y curiosamente, muy cerca de allí, a menos de un kilómetro, se encuentra Chan Chan, Patrimonio Mundial por la UNESCO, que fue el centro administrativo de los chimú.
Los primeros restos fueron hallados en Huanchaquito-Las Llamas en 2011: 42 niños y 76 llamas. Prieto, nativo del lugar, excavaba un templo de 3500 años de antigüedad cuando por coincidencia, como ocurre en la mayoría de estos casos, residentes de la zona le alertaron sobre restos humanos que habían emergido como consecuencia de la erosión en una dunas cercanas.
Al finalizar las excavaciones en el 2016, la cifra de restos humanos subió a 140, todos niños, y 200 llamas jóvenes. Gracias a la técnica del radiocarbono, determinaron que los sacrificios ocurrieron entre 1400 y 1450, un poco antes de la llegada de Colón a América en 1492.
Ritos de sangre
Según las investigaciones, a los niños les sacaron su corazón, probablemente como parte del ritual debido a los cortes en los esternones y dislocación de las costillas que presentan. Sus edades oscilarían entre los 5 hasta los 14 años. Todos fueron sepultados mirando hacia el mar, en dirección al oeste. La llamas, por su parte, fueron enterradas mirando hacia el este, en dirección a los picos de los Andes.
Los arqueólogos pudieron, mediante a un análisis de las huellas, reconstruir cómo fue parte de la procesión ritual: a las llamas y a los niños se les guió al sitio y en el centro del lugar fueron masacrados y luego sepultados.
Si la evidencia es concluyente, según los científicos, este sería el mayor sacrificio de niños del que se tenga registro en la historia mundial que hasta el momento recae en el ocurrido en el Templo Mayor en la capital azteca de Tenochtitlán donde asesinaron a 42 niños.
Este hallazgo es importante pues de los sacrificios masivos de niños se tienen pocos registros. Y los investigadores no han podido determinar con certeza las causas por las que fueron masacrados. Aunque existen algunas hipótesis.
«La gente sacrifica aquello que considera más preciado. Es posible que hayan visto que el sacrificio de los adultos no era eficaz. Quizás era necesario pensar en un nuevo tipo de víctima para los sacrificios», explica Haagen Klaus, un profesor de antropología en la George Mason University (EEUU), miembro del proyecto Las Llamas. Para Klaus, las sociedades precolombinas recurrían al sacrificio de los niños cuando los sacrificios de adultos no eran suficiente para ahuyentar fenómenos climáticos como las sequías.
Se cree también que los niños provenían de distintas poblaciones y grupos étnicos del imperio Chimú.
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