Cargando con mochilas, las mujeres porteadoras recorren senderos en los Andes peruanos. Evolution Treks Perú ha sido la agencia de viajes pionera que contrata a mujeres para el porteo en el Camino Inca, una actividad que solo era reservada para los hombres. Hace un par de semanas atrás los peruanos quedamos sorprendidos gratamente por la publicación en el internet del prestigioso documental peruano Warmiwañusca, A ‘ni una menos story’ on the Inca Trail.
Diversos medios de comunicación audiovisual peruanos elogiaron el contundente mensaje que este mini documental transmite. Las entrevistas fueron realizadas a los productores, directores y personajes de la destacada producción.
Nosotros, como muchos otros, quedamos sorprendidos con la fascinante e inspiradora historia. Por lo que nos propusimos indagar más sobre la historia de las mujeres porteadoras que trabajan en el Camino Inca de Cusco, Perú. Es así que nos pusimos en contacto con los cusqueños Amelia Huaraya, y Miguel Gongora, fundadores de Evolution Treks Perú, La primera empresa turística que opera en el camino inca que decidió romper con la visión convencional patriarcal de que el trabajo de portear equipajes era exclusivamente del dominio de los varones. Esta empresa apostó por emplear trabajadoras mujeres para realizar el trabajo de porteadoras. Es en esta empresa en la que trabaja la protagonista del documental: Maximiliana.
“Nosotros teníamos la convicción de que el concepto de turismo sostenible cae en saco roto cuando las mujeres no son incluidas como parte fundamental de esta industria” nos dice Miguel Gongora, quien ahora es un guía de turismo retirado.
“A fines del 2017, decidimos trabajar con un grupo de mujeres del pueblo de Chinchero, este pueblo está cerca al grupo arqueológico de Huchuy Qosqo. Ofrecimos la oportunidad y el reto de trabajar como mujeres porteadoras; ellas muy gratamente aceptaron la propuesta. Progresivamente les dimos capacitación y entrenamiento para que puedan trabajar en el camino inca” agrega. “ Al principio las cosas no fueron tan fáciles”, replica Amelia Huaraya,
“porque el reto no solo era empoderar a estas mujeres y convencerlas de que ellas podían resistir el caminar por 4 días en el Camino Inca, también debimos trabajar en la mentalidad de los varones, teníamos que ‘cambiarles el chip’, y eso si iba a ser bien difícil”.
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Pero el trabajo de cambiarle el chip a los varones resultaba un poco más difícil de lo que esperábamos. Por un lado debíamos prepararlos para la posibilidad de tener que trabajar con mujeres y por el otro debiamos concientizarlos de que el trabajar con ellas implicaba transformar la manera como ellos mismos percibían su trabajo.
“El personal masculino de la empresa tenían que estar conscientes de que el éxito del proyecto estaba basado en el respeto mutuo y la solidaridad hacia las mujeres, especialmente porque ellas nunca antes habían trabajado en este rubro y debían pasar por un proceso de adaptación y aprendizaje en equipo.” nos dice Lucia Merclayuly Sosa una de las primeras dos mujeres porteadoras que trabajaban en el camino Inca.
‘Lo que las mujeres porteadoras aportaban a la industria del senderismo en Machu Picchu, era una mejora total en las condiciones de trabajo de los porteadores en general. En una industria donde la mayoría de los porteadores eran tratados como bestias de carga, privados de los elementos más básicos para un trabajo tan duro como el que hacen, su presencia generaba cambios que hacía mucho tiempo yacían postrados.
Contar con estas mujeres involucraba crear las condiciones materiales necesarias para que se puedan desenvolver adecuadamente y esto iba en contra de la manera casi esclavizante en la que los porteadores varones trabajaban.
De golpe, la inclusión de las mujeres en esta industria significaba que ambos varones y mujeres tendrían comida adecuada, una tienda decente donde dormir y una oportunidad enorme para eliminar la masculinidad tóxica que abundaba antes de ellas.’ nos explica Miguel Gongora.
“También estaba el reto de que el buen resultado del trabajo dependía del buen comportamiento que los varones debían tener con las mujeres, y la necesidad de mantener las cosas profesionalmente y con respeto, lo cual generaba un ambiente de paz y seguridad entre nosotras” Añade Sara Quehuarucho, una mujer joven de 26 años que junto a Lucia fueron las primeras mujeres porteadoras.
Sin embargo, el reto más grande era convencer a los porteadores de otras empresas, trabajadores de SERNANP y del Ministerio de Cultura Cusco, asumir que estas mujeres habían llegado a esta industria para quedarse.
“Al principio pensaban que éramos masajistas, y bromeaban implicando sarcásticamente que habíamos venido a dar masajes a los turistas o complacer los apetitos sexuales de nuestros guías y porteadores varones” nos cuenta Lucia mostrando su indignación.
“Una vez que se dieron cuenta de que habíamos llegado para quedarnos a trabajar, sus bromas cambiaron de tono, ya no éramos tratadas como objetos sexuales sino como un chiste y una molestia para ellos’
Entonces, las risas machistas y sarcásticas se tornaron más ofensivas, especialmente, cuando otras compañías de turismo siguieron los pasos de Evolution Treks Perú y decidieron contratar mujeres porteadoras, la reacción y el rechazo de los porteadores varones se tornó aún más agria, incluso hasta violenta. “Les oíamos comentar cosas como: ¿A que han venido aquí, te ayudo a cargar tu bulto? no van a poder llegar al paso. ¿No tienen marido? Este trabajo es solo para hombres.” Nos cuenta Silvia Gallegos, otra de las porteadoras que ahora estudia para ser una guía oficial de turismo.
“Algunos porteadores pensaban que la razón por la que ellos debían cargar más de lo establecido por el reglamento del camino inca, era por nuestra culpa.” Añade Lucia.
El reglamento del Camino Inca establece que los porteadores varones deben cargar en sus espaldas un máximo de 20kg y las mujeres 15kg. Muchos de los porteadores varones que se oponen a la participación laboral de las mujeres en el Camino Inca, aludían que por culpa de las mujeres su trabajo se había tornado más duro y sacrificado. En los primeros años del trabajo de porteadores, para transportar un determinado peso de equipaje, se requería cierto número de porteadores varones, pero al incluir a las mujeres, esa cantidad de porteadores lógicamente aumento.
Las empresas turísticas que operaban en el circuito del Camino Inca, replicaron las prácticas inclusivas que había implementado en la empresa Evolution Treks Peru. Esta innovadora idea en el campo laboral exigía más inversión de parte de los dueños de empresas turísticas, porque contratar mujeres significó destinar más dinero en salarios, comida, transporte y permisos laborales para el Camino Inca.
“ Este giro laboral significó más inversión y menos ganancia. Algunos empresarios, optaron por una solución simple: añadirle más peso a los porteadores varones, para así poder incluir algunas mujeres sin la necesidad de invertir más dinero.” Nos explica Miguel Gongora
“Muchos no se daban cuenta de esas prácticas poco equitativas”, añade Lucia. “Los porteadores varones de otras agencias, especialmente de aquellas que contratan más porteadores porque llevan más turistas al Camino Inca nos recriminaban diciendo: ustedes cargan menos, ganan igual y a veces reciben igual propina que nosotros, no deberían permitir mujeres aquí’’ continúa ella.
El tiempo pasó, muchos de los porteadores varones fueron apagando sus risas burlonas cuando estaban en presencia de una mujer porteadora, sus miradas lascivas y agresivas se fueron apagando, hasta que finalmente se dieron cuenta de que la presencia de la mujeres porteadoras no iba a desaparecer, por el contrario iba en crecimiento, y su labor era mejor o igual que la de los varones, debieron aceptar el cambio a regañadientes.
La relación de los trabajadores varones y mujeres pasaron de la incredulidad, a la mofa y después al rechazo para finalmente seguir el camino de la inclusión del elemento femenino en el trabajo de porteadores.
Esta innovadora idea en los andes peruanos tiene que sortear retos diarios. Con el tiempo las mujeres porteadoras se fueron adaptando al ritmo del trabajo que la empresa les había proporcionado, se descubría evidente las conversaciones que compartían entre ellas, sobre las duras experiencias de falta de oportunidades, violencia, sufrimiento y abandono que alguna de ellas vivía.
Evolution Treks como parte de su proyecto de inclusión laboral, decidió implementar sesiones grupales de terapia psicológica para las mujeres porteadoras a cargo de una psicóloga acreditada. Las sesiones grupales estaban orientadas a reflexionar sobre la violencia contra la mujer, una cruda realidad que afecta a millones de mujeres peruanas.
“Después de haber visto el impactante documental Warmiwañusca, nos dimos cuenta que nada de lo que se ve allí hubiera sido posible sin el trabajo, la dedicación, y el compromiso que las primeras chicas porteadoras hicieron en el Camino Inca. Las primeras mujeres porteadoras nos dieron una lección de valentía y determinación. Quizá ni lo imaginaban, pero ellas le abrieron las puertas a muchas mujeres más que ahora trabajan como porteadoras, algo que nunca antes nadie había imaginado que sería posible.” añade Amelia Huaraya.
Lucia y Sara, las primeras dos mujeres porteadoras ahora son guías profesionales de turismo, ellas alternaban sus últimos años como estudiantes de la carrera de turismo en un instituto con el trabajo de porteadora. Su pasión por superarse ha inspirado a muchas mujeres jóvenes que siguen su ejemplo de superación personal en una sociedad culturalmente machista y violenta hacia las mujeres
A principios del 2020, más de 8 operadores de turismo aseguraban ser parte de este proceso de inclusión de género en el rubro de la industria del turismo. Más de 200 porteadoras se registraron con la federación de porteadores, SERNANP y el Ministerio de Cultura Cusco, para poder ser acreditadas y trabajar en el Camino Inca.
El proceso de convertir la industria del turismo en un lugar más sostenible e inclusivo para la mujer es largo camino. Si bien, algunos operadores de turismo en Cusco creen que el camino de la sostenibilidad es la inclusión de la mujer para el trabajo turístico, otros utilizan la imagen de las mujeres con fines publicitarios y solo las usan para fotografiarlas para después usar su imagen con tales fines. En el 2019, los dos operadores de turismo que llevan casi el 80% de turistas al Camino Inca contrataban menos del 10% de mujeres porteadoras.
Lo cierto es que si no existe un firme compromiso con el empoderamiento de las mujeres en los centros laborales y en otras esferas de la sociedad, historias como la de Maximiliana Manotupa, el personaje principal del mini documental “Warmiwañusca”, nos deja una enseñanza y reflexión.
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