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Huancavelica, cuna de danzantes de tijeras

A los danzantes de tijera de Huancavelica se les consideraban brujos, chamanes, seres diabólicos, capaces de calmar la furia de los Apus. Hoy estos seres conquistan al mundo con su mágico arte.

Escribe: Iván Reyna

Al pie de la Iglesia del pueblo viejo de Choclo Ccocha, los danzantes de tijera Ignacio Damián Ccora y José Gabriel Suárez Solís, llegan acompañados del violinista Cesario Paitán Dorote y del arpista Alfredo Mendoza Soto, para venerar el nevado Chonta (5,000 msnm) mediante una letanía de plegarias susurrada desde el corazón que se acompaña de bebidas, hojas de coca y cigarrillos.

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El ritual es una mezcla de antiguas expresiones de origen precolombino, signos de la cruz e invocaciones católicas a las deidades que dispensan el agua y la vida. El danzante se pone el guante en la mano derecha y empieza a repicar las tijeras de hojas sueltas, haciendo sonar como trueno de rayo o el ronquido de una campana. Sus movimientos se parecen al de un cóndor o al de un puma. Entonces, el corazón del danzante está listo para la fiesta o para la muerte.

Cuenta Garcilaso de la Vega en sus Comentarios Reales, que en tiempo de los Incas “se danzaba al son de instrumentos como tambores, flautas y caracoles, pero se enriqueció después con los conquistadores españoles con arpas y violines”. En la Huancavelica de hoy existe la Asociación Cultural de Danzantes de Tijera “Kuyayllapaq Tusuqkuna” que ya recorren Francia, Alemania, EEUU., paseando la magia de la chaqueta de seda, los espejos y las zapatillas flexibles.

Uno de los danzantes de tijera más famoso del mundo es de Huancavelica: Ccarccaria, Damián de la Cruz. Es el único dansaq que tiene un monumento y tal vez no hay otro que haya bailado para el ex presidente Clinton, haya sido intorducido por Juan Gabriel en los escenarios mexicanos o que su vida haya sido plasmada en un especial sobre la danza de tijeras en la televisora árabe Al Jazeera.

Inscrita en 2010 en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, la danza de las tijeras es interpretado tradicionalmente por los habitantes de los pueblos y las comunidades quechuas del sur de cordillera andina central del Perú (Huancavelica, Ayacucho y Apurímac), y, desde hace algún tiempo, por poblaciones de las zonas urbanas del país.

Danza ritual

Esta danza competición, se baila durante la estación seca del año y su ejecución coincide con fases importantes del calendario agrícola. La danza de las tijeras debe su nombre a las dos hojas de metal pulimentado, parecidas a las de las tijeras, que los bailarines blanden en su diestra.

La danza de las tijeras se ejecuta en cuadrillas y cada una de ellas –formada por un bailarín, un arpista y un violinista– representa a una comunidad o un pueblo determinado. Para interpretar la danza, se ponen frente a frente dos cuadrillas por lo menos y los bailarines, al ritmo de las melodías interpretadas por los músicos que les acompañan, tienen que entrechocar las hojas de metal y librar un duelo coreográfico de pasos de danza, acrobacias y movimientos cada vez más difíciles.

Ese duelo entre los bailarines, llamado atipanakuy en quechua, puede durar hasta diez horas, y los criterios para determinar quién es el vencedor son: la capacidad física de los ejecutantes, la calidad de los instrumentos y la competencia de los músicos que acompañan la danza. Los bailarines, que llevan atuendos bordados con franjas doradas, lentejuelas y espejitos, tienen prohibido penetrar en el recinto de las iglesias con esta indumentaria porque sus capacidades, según la tradición, son fruto de un pacto con el diablo.

Ccarccaria, Damián de la Cruz

Esto no ha impedido que la danza de las tijeras se haya convertido en un componente apreciado de las festividades católicas. Los conocimientos físicos y espirituales implícitos en la danza se transmiten oralmente de maestros a alumnos, y cada cuadrilla de bailarines y músicos constituye un motivo de orgullo para los pueblos de los que es originaria.

¿Cómo llegar?

Hay dos formas de llegar a Huancavelica: Uno, es de Lima por Huancayo (444 kilómetros), en buses como Lobato, Antezana, Molina. Esta ruta demora entre 11 y 13 horas. La otra ruta es de Lima por Pisco (499 kilómetros), en el bus de Oropesa. Esta ruta demora entre 14 y 15 horas.

¿Qué llevar?

Es importante estar preparado para zonas de altura, llevando casaca gruesa, ropa abrigadora, poncho impermeable, gorro, bloqueador solar, agua, pastillas para el dolor de cabeza, alimentos ricos en azúcares y carbohidratos. Lo recomendable es aclimatarse un día.

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