Acérquese a la naturaleza y a la cultura local en un alojamiento en el que se desconectará de las tensiones cotidianas.
Gunther Félix / Revista Rumbos
Quiere desconectarse del bullicio urbano y refugiarse entre las montañas, disfrutando plácidamente de la naturaleza y compartiendo con los herederos de esas tierras en las que habita el silencio y el aire puro. Quizás parezca un sueño o una travesía imposible. No lo es. Ese lugar soñado está más cerca de lo que imagina.
MÁS RUMBOS: Los mejores hoteles para disfrutar Máncora en familia
Lima, rumbo norte, la Panamericana, un desvío, muchas curvas hasta Churín (provincia de Oyón): baños termales, aguas que curan, un fundo y un hotel ideal para el descanso. Su nombre: Ayarpongo. Veinte habitaciones y muchos textiles convertidos en cobijas, en murales, en fundas para los sillones. “Los tejieron las madres de Pachangara”, refiere orgullosa Milagros Figueroa.
Ella es la administradora del Fundo-Hotel Ayarpongo, localizado a diez minutos del centro de Churín. Ella nos cuenta que el alojamiento de 2.000 metros cuadrados, fue “financiado por la empresa minera Los Quenuales para la comunidad de Pachangara, como parte de su programa de responsabilidad social”.
Inclusión social y cultural
Si bien es cierto que Ayarpongo pertenece a la comunidad de Pachangara, su administración está a cargo de Vivencial Consultores, empresa que orienta sus esfuerzos al desarrollo de una serie de programas sociales, cuyo objetivo es conservar y difundir el patrimonio cultural, a través de los servicios y productos que se exponen en el hotel.
En la actualidad, el 80 por ciento de los trabajadores son jóvenes de la zona. “Ellos fueron capacitados de manera intensa. Ahora, esperamos que otros pachangarinos puedan colaborar con nosotros y así ayudar a sus familias con los ingresos que obtienen”, se entusiasma Figueroa.
Las madres también se ven beneficiadas con el hotel. En la pérgola del jardín exponen sus trabajos textiles los fines de semana, ofreciendo carteras, mantas, chullos y medias a los visitantes.
Relatos de fogata
Ayar y Pongo son las mascotas del hotel. Estos camélidos ayudan, también, a podar el césped de un jardín que es el escenario de las correrías y travesuras de los niños que llegan con sus padres. Pero no es el único espacio relajante. Cerca del río Pachangara se ha acondicionado un lugar para fogatas.
“Los anfitriones del hotel son los pobladores de la comunidad, quienes enseñan y comparten su cultura a través de mitos y leyendas”, nos explica la administradora.
En la fogata se narra la historia de Churín y Pachangara. También cuentos sobrenaturales y las anécdotas de algunos ciudadanos que vieron al diablo en las ruinas de la comunidad.
Pero más allá de esos relatos, lo cierto es que los viajeros vienen y van del Fundo-Hotel Ayarpongo, eso también ocurre con la red telefónica. Así es, la señal se pone rebelde, pero no tiene por qué desanimarse. Todo lo contrario. Verá como desconectarse de la tecnología le permitirá reencontrarse con la naturaleza.
En Rumbo
El Hotel-Fundo Ayarpongo se inauguró el 20 de marzo de 2015.
Añadir comentario