El complejo arqueológico de Huanacaure (Huánuco) es considerado como «el otro Machu Picchu» pero sigue cubierto de maleza por falta de presupuesto.
Texto y fotos: Juan Puelles
Huánuco, siglo XVI. En una zona de la región boscosa que se abre a la selva, el español Pedro Puelles asesta un golpe mortal a la gente de esa ciudadela erigida en varios cerros que se dibujan en esas sierras. Luego vendría Fray Domingo, quien en nombre de una deidad forastera, destruyó el adoratorio local en una de las cumbres. Así empezó el abandono, el bosque rápidamente se hizo cargo del olvido, cubriendo casas, murallas, andenes, el templo, todo.
Después de 400 años, Huanacaure, la ciudadela olvidada, resurge. Su importancia es tal que en octubre de 2011 el Ministerio de Cultura la declaró Patrimonio Cultural de la Nación, un logro no sólo para el distrito de Chinchao, a donde pertenece, sino para el Perú entero. Desde su abandono, el avance del bosque nuboso le sirvió de camuflaje para pasar desapercibida y proteger lo que guarecía entre sus muros.
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Y así estuvo, en el anonimato perfecto, hasta que se tuvo las primeras noticias de su existencia en pleno siglo XX y los huaqueros empezaron un segundo saqueo, removiendo lo que los árboles habían removido ya, en busca de lo que Pedro Puelles y Fray Domingo olvidaron llevarse.
Segundo descubrimiento
En 2002, el profesor Silverio Camones, guiado por habitantes de Pillao, llegó a Huanacaure, topándose con su grandiosidad. Después de este primer contacto, hubo expediciones en 2003 y 2006, donde los arqueólogos Denesy Palacios y Ernesto Lázaro hicieron los primeros estudios técnico-científicos. Así se estableció que data de la época pre-inca e inca. Inicialmente ocupada por la etnia de los chupaychos, quienes se adaptaron fácilmente a la ocupación inca. Fue el incanato quien le dio a Huanacaure el realce que tuvo, pues se convirtió en un centro ceremonial y estratégico por ser puerta de entrada a la selva.
Visitar Huanacaure es sentirse descubridor. Desde el camino, nadie imagina que en esos cerros boscosos existe una enorme ciudadela. Hay que entrar con alguien que conozca. Tomar contacto con los muros, las ventanillas trapezoidales, el templo, las casas y andenes, es una experiencia única. Los enormes árboles, las lianas, el musgo, la niebla y las construcciones, forman un fantasmal cuadro difícil de olvidar. Por momentos uno camina sobre las copas arbóreas, atiborradas de líquenes.
Actualmente el proceso de demarcación está en curso. Muchos aseguran que Huanacaure es de tal envergadura que lo comparan, en magnificencia, con Machu Picchu. Sólo queda esperar con paciencia la puesta en valor. Tal vez cuando esté limpio valga hacer la comparación con la ciudadela incaica. Así, Huanacaure resurgirá y se mostrará como testigo de una época que ya pasó, pero cuyas huellas históricas jamás pudieron borrase en su totalidad.
En el lugar, los investigadores del Qhapaqñan encontraron restos de cerámica y objetos líticos. Y en el lugar, también, los vecinos exigen al Ministerio de Cultura que asigne, por fin, un presupuesto especial para desenterrar la ciudadela y su historia.
En Rumbo:
¿Cómo llegar? De Huánuco hay que llegar a Acomayo, la capital de Chinchao (30KM), un desvío nos lleva hasta el poblado de Huanacaure (37KM). De allí se inicia una caminata de 5 horas hasta el complejo arqueológico.
¿Dónde hospedarse? Huanacaure es agreste, por lo que el único lugar adecuado para alojarse es Huánuco, en donde existe una amplia oferta hotelera. En la ciudadela existe un tambo que puede ser usado como campamento.
Contactos: Puedes informarte en la Municipalidad de Chinchao, en el centro cívico de Acomayo. Además, puedes llamar a los teléfonos 062 830093 y 962088119
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