Celebramos a Arequipa transitando por sus calles sin par y merodeando por su fabuloso centro histórico razones sobradas para disfrutar de los encantos turísticos de la “Ciudad Blanca”.
Por Rolly Valdivia
Horizonte montañoso, volcánico, a veces nevado. Arquitectura de sillar en las casonas señoriales y en los conventos de inspiración divina en los que todavía se palpita la fe de sus constructores. Callecitas estrechas, evocadoras, susurrantes de pasado. Campiñas sosegadas con graderías de andenes vestidas de verdor. Picanterías en las que todos los potajes saben a tradición, a secreto atesorado, a receta antigua.
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De todo un poco en Arequipa… sí, de todo, hasta unos cuantos metros de altura sobre el nivel del mar (2.328), para sazonar con una pizca de agitación el peregrinaje turístico por el Centro Histórico -declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco-, o el ascenso escalonado al mirador de Sachaca (a 3 kilómetro del centro), donde la ciudad se abre imponente ante los ojos viajeros.
Más lugares, otras andanzas, mucha agitación. Ya no es culpa de la altura, es el entusiasmo por estar aquí, en las tierras del Misti, recorriendo los claustros de fe del convento de Santa Catalina, fotografiando los vericuetos de San Lázaro, el primer barrio de la ciudad, o esperando en la mesa de una picantería la llegada de un chupe de camarones, un cuy chactado o un rocoto relleno incendia paladares.
Después del provechoso almuerzo que debería cerrarse con un dulce y refrescante queso helado y un brindis postrero con una copita de anís, no es mala idea escaparse al Molino de Sabandía (a 8 kilómetros del Centro), una reliquia mecánica de 1621 que tritura los granos con la fuerza del agua, o visitar la Mansión del Fundador (a 9 kilómetros del Centro), una de las primeras construcciones de la urbe volcánica.
Pero si aparece la modorra y ese sueñito que suele acompañar la digestión, siéntese en una de las bancas de la plaza de Armas, entonces, alimente a las palomas y observe al tuturutu, el personaje de bronce que corona la pileta; luego, cuando recupere su fuerzas, camine hacia la Basílica Catedral o a la iglesia y convento de la Compañía, entonces, volverá a darse cuenta que en Arequipa hay de todo un poco.
En rumbo
Ruta: Por vía aérea desde Lima. tiempo: 1 hora. Por carretera con Cruz del Sur , tiempo: 16 horas.
Visite: El mirador de Yanahuara, el Museo Santuarios Andinos donde se exhibe a la momia Juanita, las picanterías La Lucila, La Capitana o La Nueva Palominio.
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