Hasta el límite. Nuestro equipo periodístico llegó a Tacna, el último destino en su búsqueda de los nuevos Rumbos del Sur, para visitar sus playas, sus bodegas y sus atractivos de altura en el Área de Conservación Regional Vilacota Maure. Una apasionante travesía que los llevaría a los límites del Perú y de la peruanidad.
Por Rolly Valdivia
Lorna. Fue una lorna, una auténtica lorna; aunque pudo ser un lenguado … pudo ser; pero no fue. ¡Qué importa! No está mal para ser el primer intento o ¿tal vez sí? Habría que preguntárselo a él. Él conoce. Él es pescador. Él es infalible. “Siempre saco algo para la comida”, saborea, se acomoda la gorra, desenreda su cordel el señor Jesús, quien no está en el cielo, está en la tierra, en el agua, en las arenas del Pacífico.
Sí, pudo ser mucho mejor. Un lenguado de siete kilos o una sabrosa corvinita. “De esas que yo sé sacar”, sonríe, infla el pecho, guarda el pescadito recién sacado del mar ese Jesús sin apóstoles ni perseguidores que enseña el abecé de los anzuelos y carnadas a unos extraños con pinta de ‘lornitas’. Solo así se explicaría que anden felices en la playa en un día nublado y tristón. De esos que tientan a la nostalgia.
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Pero ellos -acaso porque ahora están cerca de un Jesús- no caerán en esa tentación; en otras sí, como esas ganas irresistibles de explorar que los liberaría del frío y el soroche en la pampa, en la cordillera y hasta en una laguna con orillas de hielo. Eso ocurriría en la víspera del playazo convertido en efímera jornada de pesquera y del peregrinaje entre racimos, alambiques y copas en un Valle Viejo.
Ahí si cayeron en la tentación del pisco y el vino, también de los macerados. Y lo hicieron con gusto, con tanto gusto y entusiasmo que al verlos nadie pensaría en ‘lornitas’, ni siquiera Jesús -bigote bien cortado, sonrisa amplia, pies descalzos- que ya debe estar almorzando elrico pescadito -¿lenguado?, ¿corvina?- que picó en Boca del Río, un balneario sin bañistas en Tacna, al límite o en uno de los límites de la peruanidad.
Y es que más allá está Arica, que fue rojiblanca hasta la Guerra del Pacífico (1879-1883). Y ven el Morro de las clases de historia, el Morro de la batalla y la promesa cumplida desde Los Palos, otra playa sin gente, pero con aves y un perro perseguidor que las atormenta en esa mañana de niebla y de panoramas borrosos, como sucedió en aquellos tiempos en los que Tacna fue una ciudad cautiva, ocupada… ¡rebelde!
Querían volver al suelo patrio. Ellos eran peruanos, se sentían peruanos, anhelaban ser otra vez peruanos libres, sin autoridades chilenas, sin imposiciones de banderas. Exigieron, resistieron, lo lograron. El 28 de agosto de 1929 Tacna fue reincorporada a la soberanía nacional. Desde entonces, la enseña roja y blanca -como las parihuanas de la laguna Vilacota-, flamea en el cielo de la ‘Ciudad Heroica’.
Un cielo que hoy está gris, un gris que no deprime. Será que el mar siempre inspira. Será que ese horizonte sin brillo permitió conocer a Jesús, el pescador de lenguados y corvinas, también de lornas aunque él no quiere reconocerlo. Será que el pisco de uva negra criolla -el orgullo de la región- y el Tacna Sour -que tiene tumbo y licor de damasco- son capaces de colorear los panoramas sombríos.
Quizás ese entusiasmo, ese sentirse bien que se agranda en el Paseo Cívico con su Monumento a los Héroes o Arco Parabólico, donde se erigen inmortales e imponentes las figuras de Francisco Bolognesi y Miguel Grau, es consecuencia de todo lo vivido en el Área de Conservación Regional (ACR) Vilacota Maure, un bastión de la biodiversidad con nevados, lagunas y géiseres, con vicuñas, tarucas y suris, con yaretas, ichu y queñuales.
En esas pampas bordeadas de montañas y nevados, donde la fe ha sembrado pequeñas iglesias de piedra y sillar, donde el cauce del Maule se precipita al vacío en la catarata de Conchachiri, donde los incas trazaron un camino cerca de la ciudad de Tarata, donde las aves encuentran refugio en la laguna Vilacota y donde la tierra emana nubes de humo en los géiseres de Caliente (Candarave), los viajeros encuentran paz y armonía. Se conectan con su entorno y la naturaleza.
Salud por la ACR. Salud por esas playas a las que deben volver cuando repunte el sol. Salud por los tacneños y tacneñas que resistieron la ocupación. Salud por las lornas, las corvinas y lenguados de Jesús… tantos brindis en la bodega Spirit, en la que Giovanni Sánchez enseña que un buen pisco debe ser transparente, brillante y rutilante, y en Santa Elena, donde David Navarro habla de placeres y pecados.
El placer de beber, el pecado de venir a esta bodega y no a probar El Perfecto Amor, un vino que reconcilia a las parejas. Pero no es la única falta u omisión que se puede cometer en este destino. Hay otras, como no probar el picante a la tacneña o el cordero de Candarave, no visitar las galerías comerciales en las que se encuentra de todo, y el no animarse a recorrer el viñedo de la señora María Cuadros, propietaria de la bodega Don Miguel o Sobraya.
Uvas negras criollas. Racimos grandes, vistosos, como para concurso. Uva que se convertirá en pisco en un alambique. Un pisco bueno, un pisco rico, porque “lo que yo voy a tomar, es lo que le ofrezco al público”, alecciona doña María quien desde hace 28 años con su esposo Miguel, producen vinos y diversas variedades de bebida de bandera. Lo hacen tan bien que han ganado varios diplomas y medallas.
No hay duda, en Tacna todos ganan. Los que buscan buenos precios, los que encuentran piscos memorables y vinos que reviven amores, los que se aventuran por sus pampas y géiseres, los que van al mar en los días nublados y terminan pescando, los que evocan el pasado al observar las estatuas de Grau y Bolognesi o al mirar el borroso Morro de Arica desde una playa vacía; y, por supuesto, aquellos que parecían ‘lornitas’… parecían, solo parecían. Al final, el señor Jesús no era infalible.
En Rumbo
Distancia: Tacna se encuentra a 160 kilómetros de Moquegua y a 371 kilómetros de Arequipa. Desde Lima se recomienda viajar por vía aérea con Viva Air.
Celebración: El 28 de agosto se realiza la Procesión de la Bandera, para conmemorar la reincorporación de Tacna al Perú.
Batalla: El 7 de junio de 1880 se realizó la batalla de Arica. Antes del enfrentamiento, el coronel Francisco Bolognesi comunicó a las huestes chilenas que defendería la plaza hasta quemar el último cartucho.
Vecindad: Arica se encuentra a 57 kilómetros de Tacna, siendo el principal emisor de turistas a la Ciudad Heroica. Los ariqueños y chilenos en general, disfrutan del turismo gastronómico, de salud y de compras.
Valle Viejo: Así es llamado el antiguo valle de Tacna. Está formado por tres distritos: Pocollay, Calana y Pachía.
Salud: Bodega Spirit, calle Emilio Forero Mz. 36, lte 10, Para Chica, Tacna / Santa Elena, avenida Zela 1168, Pocollay, Tacna / Bodega Don Miguel o Sobraya, Pago Sobraya s/n, Pocollay, Tacna.
Sabor: El picante a la tacneña se prepara principalmente con mondongo, chalona de cordero, pata de res, ají panca y ají amarillo.
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