Admirada de día e ignorada de noche, la famosa piedra de los 12 ángulos es el principal punto de interés de una calle estrecha y acosada por el comercio de artesanías cusqueñas.
“Siga de frente. Ahicito nomás está la famosa piedra”, es la indicación que recibimos al adentrarnos por Hatun Rumiyoc, la ‘callecita de las grandes rocas’, un pasaje urbano invadido por guantes, chompitas y mochilas artesanales de lana que colorean y desvían nuestra atención, durante la búsqueda de la roca más popular en el Cusco.
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Y es que una gentil invitación puede dejar de ser agradable, cuando se es bombardeado por las ofertas del comercio local. Eso de esquivar a vendedores de pulseritas y a fotógrafos que ofrecen sesiones gratuitas ‘sin compromiso’, como que derrumban mi interés de explorador urbano y, lo que es peor aún, más de un transeúnte pasa al lado de la famosa piedra de los 12 ángulos sin darse cuenta de su cercanía.
Pero ese no sería nuestro caso porque fuimos advertidos por los guías que merodean por la calle Herrajes; sí, ahicito nomás de la famosa pared de roca que se roba más de una mirada sin necesidad de ser anunciada por un cartel o señal turística.
Una piedra atractiva
Los guías urbanos se encargan de ilustrar a los visitantes sobre todo lo que saben -y, también, sobre lo mucho que inventan- respecto a la aclamada piedra. Uno de ellos es el pequeño César Condori, de doce años.
“En internet -cuenta César- no se dice mucho de la piedra. Además de sus 12 ángulos, la piedra llega hasta los dos metros de profundidad y pesa seis toneladas. Algunos arquitectos afirman que si por alguna razón fuese retirada, colapsaría el muro del Museo de Arte Religioso (Palacio Arzobispal), construido sobre el palacio del inca Sinchi Roca.
Durante la visita, nos enteramos por la voz de otros guías que existen rocas con más aristas, como la piedra de 46 ángulos en el Camino Inca; la de 32 ángulos en Machu Picchu,; la de 15 ángulos en Qoricancha o la de 16 ángulos en Sacsayhuaman, pero ninguna es más importante que la piedra de los doce ángulos que representa, también, a las doce familias reales del Cusco prehispánico.
“La pusieron en esta callecita porque era el punto medio entre el Hanan Cusco y el Hurin Cusco. Seis familias en cada lado”, se escucha decir. Pero, más allá de las revelaciones históricas, lo cierto es que el muro es una obra de ingeniería digna de admirar, en la que las piedras grandes están encima de las pequeñas «para amortiguar los movimientos telúricos”, interpretan.
Grande, resistente y perfectamente pulida, indigna saber que en las noches la piedra de los 12 ángulos queda desprotegida ante las perversas intenciones de cualquier bandido armado con un aerosol, como sucedió hace un par de años atrás.
Hay tanta historia en esta piedra madre que ‘sostiene’ al Palacio Arzobispal, donde alguna vez se hospedó el obispo Fray Vicente de Valverde, el sacerdote que bautizaría al inca Atahualpa antes de que fuera ajusticiado por haber ordenado la muerte de su hermano Huáscar.
Pero hasta que eso suceda con el bloque de granito considerado Patrimonio Cultural de la Nación, será el pequeño César y sus colegas quienes se encarguen de difundir la historia que cobija esta piedra en cada una de sus 12 ángulos.
Los datos
* El muro de la piedra de los doce ángulos presenta una superposición de estilo colonial y republicano.
* El Palacio Arzobispal, donde hoy se encuentra el museo, fue construido sobre el palacio de Sinchi Roca, el sexto inca que gobernó entre los siglos XIII y XIV.
En Rumbo
Dónde: La piedra se encuentra en la calle Hatun Rumiyoc, a una cuadra de la Plaza de Armas del Cusco.
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