Es la tierra de los antiguos wachemines y señorío de los Huamachucos en la sierra de La Libertad. Para algunos la ruta empieza en Lima que demanda unas 15 horas, y para otros en Trujillo que requiere de unas 8 horas de viaje.
Por Iván Reyna Ramos
Huamachuco despierta, abre sus atractivos mediante el circuito turístico del Corredor Andino Huamachuco-Yanasara. Como en todos los viajes, es casi una obligación darse un paseo por la plaza y conocer el corazón de la ciudad. La catedral se alza con un gran arco y campanario. Luego es toparse con la morada de José Faustino Sánchez Carrión. Aquí se respira a cultura.
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La pampa de los dioses
La soleada mañana nos conduce a Wiracochapampa, que en quechua quiere decir “Pampa de los Caballeros” o también “Pampa de los Dioses”. Se ubica a 3,070 metros sobre el nivel del mar y a tres kilómetros al norte de la ciudad de Huamachuco. Un tramo del Gran Camino Inca nos lleva por las mismas pisadas de Atahualpa hacia los vestigios de una enigmática ciudad de piedra -de unos 500 metros cuadrados- edificada con arenisca blanca, asegurada con cuñas y pegadas con barro de arcilla roja, que según las investigaciones, habría sido construida por la antigua etnia de los Wari de Ayacucho.
Dicen que Wiracochapampa fue construida para celebrar ceremonias rituales, pero nunca habitada. En los trabajos de investigación se han encontrado restos de acequias que probablemente llevó agua a este lugar, además de plazuelas, campos de concentración, templos y depósitos. Un solo monumento que se encierra en su propia tierra.
Actualmente, la población muestra las mejores ganas por cultivar la herencia de siglos atrás, y por eso no vacilan en representar la danza de los “Indios Fieles”, unos emplumados que interpretan la adoración a Dios y a la Virgen. Uno de los bailarines es Samuel Tandaypan. “Mi generación está decidida a revalorar las tradiciones perdidas, esta es la danza de Huamachuco y bailamos desde muy niños”. Así como Samuel, son 80 los integrantes de un taller que intenta mantener viva las costumbres de un pueblo que hace los esfuerzos por alzar vuelo.
El Machu Picchu del norte
Del palacio de piedra, nos trasladamos a otro monumento igualmente de piedra: Markawamachuco. Se escribe (k) debido a que está en el idioma Kulli, la lengua originaria y propia de los antiguos habitantes de Huamachuco.
Una contundente muralla de hasta 14 metros de altura da la bienvenida a los 5 kilómetros de largo por unos 600 metros de ancho que se compone el complejo arqueológico alzado en piedras. Estamos a 10 kilómetros al noroeste de la ciudad de Huamachuco y a 3,750 metros sobre el nivel del mar. “Este es el Machu Picchu del Norte”, así lo había bautizado el entonces presidente Fernando Belaúnde Terry.
A la luz de las investigaciones, Marcahuamachuco en sus buenos años, allá por el año 400 después de Cristo, fue el centro de la vida económica, política y religiosa de toda la provincia. Sólo unos trabajos de excavación en 1987, determinaron la importante función de las galerías rectangulares del Cerro del Castillo que sirvió para el reposo y la hospitalidad. También se han encontrado ollas grandes, vasos pintados y coladores que sirvieron para la degustación de chicha y comidas ceremoniales a la madre naturaleza.
Otro de los atractivos de Marcahuamachuco es el Cerro de las Monjas, que por sus dimensiones y diseños de piedra se le ha interpretado como un convento por parecerse a los Acllahuasis de los incas. Aquí se hallan siete edificaciones circulares, encontramos una doble muralla con porte defensiva y la recorrimos hasta escuchar el mensaje de los antiguos guerreros. Los espíritus parecen dominar la arquitectura de un claustro que se resiste a caer. Abajo, en la quebrada, se asientan los poblados de Condebamba y Sanagorán. El silencio es parte de este lugar.
De Sausacocha a Yanasara
También nos trasladamos hasta la laguna de Sausacocha, que significa “Laguna que no se seca”, al este de Huamachuco. Sólo nueve kilómetros separan de la ciudad con esta laguna de leyendas y otros relatos orales que se sumergen hasta 12 metros de profundidad y sus cuatro kilómetros cuadrados de espejos de agua.
La laguna está rodeada de totorales, gramas y carrizos. Es el hábitat de patos silvestres, gallaretas y peces. Los visitantes llegan para surcar en botes y kayak y a puro remo. No se permiten motores ni combustibles por respeto a la naturaleza. Los pobladores locales han montado locales para ofrecer comida típica, de buena sazón y de exquisito sabor.
El camino nos lleva ahora a Yanasara que quiere decir “Maíz Negro”, perteneciente al distrito de Curgos, a dos horas de Huamachuco. La ruta pasa por el lugar conocido como “El Potrerillo” (A 17 kilómetros de Huamachuco), un tramo insospechado para el vértigo y la adrenalina.
En Yanasara hay piscinas de aguas termales con temperaturas que superan los 40 grados. Su uso medicinal tiene la acogida especialmente para los tratamientos de reumatismos y otras dolencias. Las aguas azufradas brotan del cerro Canllipatay, y la Comunidad Campesina “Francisco Pinillos Montoya” le ha impregnado un toque ecoturístico.
Estamos a 26 kilómetros de Huamachuco. La noche se pernocta en el albergue que el sacerdote Jaime Gari ha construido a orillas del río Chuzgón, un campo apacible, con todas las comodidades para descansar, comer y recrearse con la naturaleza. Para qué más.
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