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Aventura en Lambayeque, pasión por la naturaleza

Enfoque y diversión” son conceptos claves en las expediciones que realiza Nat for Life, empresa de aventura a fantásticos lugares que Gonzalo Bullard descubre con su hijo y socio Santiago. Ambos mantienen en el misterio sus destinos para conservarlos a salvo del turismo invasivo y depredador. Acompáñennos a la Aventura en Lambayeque, una de sus rutas para vivir la naturaleza.

Texto: Caterina Vella / Fotos: Karen Gamonal, Gonzalo y Santiago Bullard

Huyendo del cielo gris y las angustias de Lima llegamos al aeropuerto de Chiclayo a fines de setiembre, donde Gonzalo Bullard nos recibe con su resplandeciente sonrisa. “Nada de WhatsApp en Nat for Life la atención es personalizada”, nos dice alegre, guiándonos a un restaurante para unirnos al grupo. Aunque no los conocemos nos dan la bienvenida con cervezas, ceviche y tortilla de raya. ¡La conexión es instantánea!

Después del almuerzo nos embarcamos en una camioneta hacia El Torito, en Chongoyape, un hostal rural rodeado de campos de cultivo construido con adobes al estilo de antigua casa hacienda. Alegra ver una edificación contemporánea hecha en armonía con la naturaleza revalorando materiales tradicionales. Sentados en una larga mesa bajo un techo de madera tejida, Gonzalo Bullard, botella de Volt en una mano y vaso de Coca Cola en la otra, nos da las indicaciones para el día siguiente.

“La cosa es divertirse, ir con ropa para mojarse, buenas zapatillas o zapatos de trekking. No usen medias cortas porque les saldrán heridas en los tobillos. Nada de audífonos para que escuchen las indicaciones. Tampoco celulares, no hay señal, nosotros tomaremos fotos. Otra cosa: no lleven ropa de baño”. ¿Nos vamos a bañar con ropa?, pregunto alarmada. “No tendrán tiempo de ponérsela ni lugar para cambiarse”, responde con voz ronca. Igual, a la mañana siguiente, meto mi ropa de baño en la mochila.

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Bajo un sol incandescente, los once aventureros caminamos en fila por el tupido bosque seco y espinoso. Debemos estar alertas para no golpearnos la cabeza con alguna rama. Un guía local abre camino con su machete, mientras Santiago Bullard va atrás, como guía de cierre, atento a todo el grupo.

Sobre la trocha de tierra árida resaltan flores amarillas caídas de los árboles de pasallo que crecen en las laderas del bosque seco entre hualtacos y algarrobos. Además de las flores, de las retorcidas ramas del pasallo cuelgan unos frutos similares al mamey.

“A los osos de anteojos les encantan. Cuando encuentras troncos de pasallo con huellas de arañazos de sus garras, es una señal de que ellos han estado por acá. Bajan del monte en temporada seca a comer y tomar agua “, explica Santiago. “En temporada de lluvia no vienen pues se les empañan los lentes”, bromea Gonzalo, haciéndonos reír a todos. Ese será el modus operandi de esta dupla padre-hijo. Santiago, el literato, es el de la data científica. Gonzalo, el Indiana Jones con bandana y barbita de cuatro días, el de las bromas y el goce.

¡Al agua con ropa!

El calor y las espinas empiezan a pasarnos de vueltas cuando de pronto una poza de agua turquesa surge en la quebrada. La rodean grandes piedras calizas entre las que crecen helechos. ¿Estamos en el paraíso? Bajamos caminando con cuidado de no resbalarnos y nos metemos al agua con ropa. No pensé ni un segundo en perder el tiempo sacando la ropa de baño de mi mochila para cambiarme. Bastó una hora y media de sudorosa caminata para dejar mis prejuicios de lado.

Todos nos bañamos felices hasta que Gonzalo nos motiva a seguir caminando entre las piedras en busca de pozas aún mejores. Al poco tiempo nos sorprende una zona con cataratas de distintos tamaños. “Épico. ¿Quién en Lima ahorita tiene este privilegio?”, pregunta Ida Carbone. Jorge Dibós, uno de los pocos chicos del grupo, posa empapado pero elegantísimo en camisa celeste de manga larga y pantalón caqui bajo una de las caídas de agua. “¡Pareces un ejecutivo modelo!”, lo piropean las chicas.

El lugar donde estamos (no sabemos bien si es Lambayeque o hemos cruzado a Cajamarca) es fantástico. “Un paisaje kárstico”, comenta Santiago. Mejor mantener su ubicación exacta en el misterio. Una de las premisas que sigue Nat for Life es la de la Leave No Trace (no dejar huella), organización mundial dedicada a promover la recreación responsable al aire libre. Todo comenzó por un video que hicieron como jugando de unas bajadas a rapel en el cañón de Autisha.  

Santiago recuerda que siguiendo un rumor llegaron a la zona guiados por chiquillos locales. “Editamos un video para reírnos nosotros, pero terminó siendo visto por mucha gente. Incluso fue captado por empresas irresponsables para hacer tours. Sentimos que había carga de responsabilidad en haber señalado el lugar. Cuando vas a un sitio y lo compartes en redes, hay personas y empresas que van a querer beneficiarse. Empiezan a generarse pequeños caos que se van a convertir en grandes caos”, reflexiona Santiago, quien es escéptico del turismo de naturaleza cuando no es manejado con respeto al medioambiente.

“Mantener en secreto los lugares es una forma de protegerlos. No queremos verlos destruirse como tantos otros que hoy son irreconocibles”, comenta preocupado.

Nat for Life: el origen

La empresa de alimentos en la que trabajaba el ingeniero zootecnista Gonzalo Bullard había quebrado. Estaba en nada, deprimido, sintiendo que debía hacer cambios en su vida y forma de pensar. En esa búsqueda personal llegó a él una herramienta muy poderosa: el mapa de sueños. Representación gráfica de lo que queremos vivir, lograr y tener, que nos ayuda a fijar el rumbo para lograr esos objetivos.

“Hice mi mapa de sueños hasta con fechas. Lo puse para mayo del 2015 y el 5 de junio de ese año inicié Nat for Life, con mi hermano Arturo. Me inspiré en Hike For A Cure (para mejorar). En una tormenta de ideas aparece Nat fot Life: naturaleza para tu vida. Se hace el link en que la naturaleza puede ayudarte a vivir mejor. Para mí vivir mejor va más allá de cuánto vivas, es cómo vives”, me dice al entrevistarlo con mi celular en El Torito, después de nuestro segundo día de caminata a unas piscinas de agua cristalina.

En la grabación se cuelan los cantos de los grillos, el acompasado sonido de pelotas de ping pong y las voces de los aventureros que conversan alrededor del fuego. Todos nos sentimos mejor gracias a la empresa ideada en el mapa de sueños de Gonzalo.

Enfoque y diversión son claves en la filosofía de este carismático aventurero de ojos claros y encantadora sonrisa que, medio en broma medio en serio, dice estar formando una secta.

“Enfoque suena a profesor de colegio pero más allá del tema de seguridad para evitar accidentes hay algo que hemos ido descubriendo en el camino. Si estás enfocado en algo real, no hay espacio para cosas irreales en tu cabeza. Normalmente todas las cosas irreales que tenemos en la cabeza son basura. Llamémoslo cosas que te han pasado o piensas te van a pasar. Esto ayuda porque limpia nuestra mente. Cuando caminas en la naturaleza estás meditando despierto, concentrado en tu respiración, enfocado en lo que haces”, reflexiona Gonzalo.  

Mujeres: un paso adelante

Parada sobre una roca, Paola Reyes duda en saltar a la laguna que la espera tres metros más abajo. Se acerca una y otra vez al borde, pero siente miedo, vacila, regresa. Desde el agua se escucha a Gonzalo decirle que si está nerviosa no lo haga, que espere un poco, que si después se siente lista se tire sin pensarlo tanto. “Cuando el miedo te envuelve te hace hacer las cosas mal”, nos diría a todos después.

Del grupo de once personas que participamos en la Aventura en Lambayeque, solo tres son hombres. La mayoría de los seguidores de Nat for Life son mujeres. Desde que comenzó el 80 por ciento son chicas. La primera vez pensaron que era porque coincidió con la final de la Champions League, pero el patrón siguió repitiéndose.

¿Cómo lo analizas?, le pregunto a Gonzalo. Es un enigma, he estado con esa interrogante durante bastante tiempo y he ido sacando conclusiones. Las mujeres están un paso adelante de los hombres en la búsqueda de crecimiento espiritual y emocional. Lo mismo sucede si vas a una clase de meditación, curso del perdón radical o yoga, siempre hay más mujeres.

Otro detalle importante es que mucha gente repite. El récord lo tiene una persona que ha viajado 34 veces con ellos. ¡Más de cinco veces la misma ruta! Un factor crucial es que detrás de la actitud relax de Gonzalo y Santiago todo está pensado, principalmente el tema de seguridad. Hay compañías que por venderte un producto te dejan abandonada. “Siempre tenemos adelante un guía local que conoce la zona y otro atrás de cierre, de candado. Te puedes sentir protegida y segura”, me dice Santiago mientras camina detrás mío sin presionarme.

De vuelta en El Torito, tras nuestro segundo día de exploración, Giselle Gonzales, asidua de Nat fot Life, me cuenta por qué le gusta tanto viajar con ellos. De fondo, Celia Cruz, nos canta La vida es un carnaval. “Lo bonito es que se genera comunidad. Un grupo de personas con sentimientos parecidos. Un nicho del mercado de gente que quiere estar conectada con la naturaleza. No quiere el viajecito típico del tour en que miras desde la ventana. Acá estás actuando, estás conectando, conociendo sitios increíbles que ellos descubren pues tienen a la naturaleza en su corazón. Son un papá e hijo geniales”.

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¿Has venido solo?, le pregunto a Jorge Dibós. “Totalmente y encantado”, es su rápida respuesta. “Conozco Nat for Life desde el 2015 y no dudé en venir a este viaje por lo impresionante que es la caminata y porque sabía que conocería a gente bacán”. ¿Repetirías? “¡Detodas maneras! Soy Nat for Life corazón”.  

Silvana Simón es otra seguidora de Nat. “Es lo máximo decidir venir sola, disfrutar de la naturaleza, descubrirse uno mismo y conocer gente fabulosa”.

El cielo está lleno de estrellas. La fogata encendida, alrededor de ella los nuevos amigos conversamos. Al día siguiente partiremos temprano. Nadie quiere irse a dormir. Interesantes temas se suceden atizados por el fuego. “Estamos todos en una misma vibración”, comentó horas antes perceptiva Gisella Canónico. La buena onda se siente.  Me voy a acostar con la imagen de reflejos de luz bailando sobre piedras calizas.

A la mañana siguiente cada uno retomará su vida feliz de haber sido parte de la intensa experiencia. Gonzalo partirá a explorar las costas de Nazca para tener una nueva ruta en año nuevo. Santiago viajará a Bagua a una expedición científica liderada por Pablo Venegas en busca de especies de ranas. La aventura continúa para esta dupla padre – hijo apasionados por la naturaleza. Seguiremos sorprendiéndonos, aprendiendo y agradeciendo la magia de la vida con los fabulosos Bullard.  

En Rumbo

Contacto: Gonzalo Bullard de Nat for Life 913 923 585

Salidas: Caminata por la costa de Ancash del 29 de diciembre al 2 de enero 2022. Una celebración de Año Nuevo en contacto con la naturaleza.

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