No solo Argentina tiene Patagonia, el lado chileno ostenta una increíble naturaleza y maravillas como Atilllanca (Osorno), el centro de patinaje más antiguo de Región de Los Lagos, donde se aprende a esquiar y donde uno puede tomarse fotos hasta con cuatro volcanes al mismo tiempo
Por Martín Vargas Barrera / Revista Rumbos
Hemos cortado Chile, desde la costa hasta la mismísima cordillera, en sólo dos horas y pico. ¿Cómo? Pues estamos en Osorno y aquí el país se vuelve angostísimo, aunque para ser sinceros, sus espectaculares autopistas ayudan bastante en la travesía. Nuestro destino es ahora Antillanca, el templo del ski chileno en la Región de Los Lagos, uno de los centros de entrenamiento más antiguos del país y, según los lugareños, un club que parece haber salido de un cuento de hadas.
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La gente siempre tiene la razón. Antillanca está desconectado del mundo tal y como lo conocemos. Es decir, de esa burbuja urbana llena de ruidos, imperfecciones, asesinos, depredadores y mucha mala vibra. Este búnquer del esquí internacional es un rara avis en medio de nieblas densas, de vapores que emergen misteriosamente del suelo, de sonidos escalofriantes que vienen del bosque por las noches, y de árboles centenarios que han de morir de pie.
De lejos parece un hotel ruso o alemán en los años de la cortina de hierro. Un cuartel de la Gestapo enclavado en medio de la nada para aprenderlo todo sobre las artes del interrogatorio y las torturas. Son tres enormes pabellones de madera con techo verde a dos aguas, y ventanas distribuidas proporcionalmente para gozar del paisaje lo suficiente sin caer en la banalidad. La infraestructura es súper funcional como siempre ha sido la arquitectura alemana, pero por dentro tiene todas las comodidades de un hotel cuatro estrellas.
En sus pasillos cruje todo y el aroma a madera y otras especies de hierbas locales le dan un aspecto de película al hotel. Uno se siente personaje de una novela de Alfred Hitchcock, como un extra de esas joyas surrealistas y góticas que Sergei Eisenstein o Tim Burton nos regalaron para expiar las culpas de la vida real.
Catedral de hielo
Enclavado en el Parque Nacional Vicente Pérez, en Osorno, el lugar efectivamente tiene una vista impagable desde lo alto de sus pistas. Se tiene al alcance de las manos al volcán Casablanca, y un poquito más atrás se dejan ver el Puntiagudo, Osorno y Tronador, otros tres espectaculares volcanes. Pero si hablamos de apus de fuego, bastará decir que el mismo club se encuentra en las faldas de lo que fue el volcán Rayhuen.
Fundado por los socios del Club Andino Osorno en 1950, desde entonces su fama se acrecentó raudamente y gracias a sus andariveles de arrastre, en 1966 fue sede del primer campeonato nacional de ski. En 1980 complementaron la antigua estructura con un pabellón que sirve de hotel y que brinda todas las facilidades para los esquiadores profesionales, así como para aquellos que desean aprender el deporte.
“Ahora tenemos cuatro andariveles de arrastre y una telesilla, nuestras canchas están reconocidas por la Federación Internacional de Ski y el club es considerado un motor del turismo y de la economía regional. Estamos orgullosos de nuestra historia y de cómo hemos contribuido con el entorno y nuestros vecinos”, cuenta Juan Rodríguez, gerente del lugar, mientras nos invita a brindar con cervezas artesanales.
El hotel es un punto marrón desde lo alto del Casablanca y está flanqueado por bosques nativos, manantiales vírgenes, una fauna silvestre que vuela sin sobresaltos, y mamíferos que se cruzan en la carretera para que quede claro que esto es una reserva y nadie puede tocarlos.
Desde lo más alto de sus pistas de ski (1500 metros sobre el nivel del mar), Antillanca ofrece 32 kilómetros de pistas en 28 recorridos diferentes, según el nivel de los esquiadores. Por ejemplo, para los iniciados está el Pony, una pequeña pendiente donde niños y amateurs pueden aprender lo básico y los movimientos esenciales en solo un par de días. Pero también está La Taza, una cumbre sinuosa y escarpada reservada solo para expertos y donde es habitual ver a campeones mundiales y competidores olímpicos.
Presidentes, artistas, actores, empresarios, pero también estudiantes y profesionales jóvenes de diversos países han pasado por este templo del Club Andino Osorno, entidad deportiva que desde el 2000 apoya al Club Patagonia, una iniciativa de la Municipalidad de Puyehue para beneficiar a los pequeños de escasos recursos de la región.
Desde el cráter del jubilado volcán Rayhuen puede apreciarse la belleza de todo el lugar. Más de 400 hectáreas esquiables que son flanqueadas por árboles donde se guarecen ardillas y aves. Antillanca es un bálsamo, un refugio donde no sólo se aprende a esquiar, sino donde uno aprende lo insignificante que es el hombre ante la imponente y perfecta naturaleza. Lo dicho, Antillanca no sólo sirve para esquiar, sino también para reencontrarse con nuestra propia humanidad.
Datos:
¿Cómo llegar?
Desde Lima, vuelo directo a Santiago y desde allí un trasbordo a Puerto Montt. Desde esa ciudad el trayecto en auto o camioneta toma dos horas y media, aproximadamente. También se puede viajar desde Santiago a Osorno en un vuelo de hora y 15 minutos. De Osorno la distancia al centro de esquí es de apenas 30 minutos
¿La mejor temporada?
Antillanca se cubre de nieve de junio a octubre, meses ideales para aprovechar sus pistas y entretenimientos.
Contactos:
Juan Rodríguez (jars@antillanca.cl) www.antillanca.cl
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