Entre el mar y las estribaciones andinas, un paisaje colosal cobija un valle serrano fascinante en la provincia arequipeña de La Unión: la reserva de Cotahuasi y su cañón.
El ‘valle de las maravillas’ está de fiesta y lo sabe el pequeño y hospitalario pueblo andino de Cotahuasi que festeja su semana turística en medio de concursos de banda, competencias de atletismo y certamen de belleza. La celebración arequipeña revive la creación política (cuatro de mayo), de la provincia de La Unión a la que pertenece el distrito de Cotahuasi.
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Pero ser parte de esa tradición no es nada sencillo en la ruta. Y es que para llegar a este paraíso de la sierra es necesario emprender un largo camino desde Arequipa. Una travesía de casi siete horas que empieza con un recorrido a los poblados de Sihuas y Corire, en el valle de Majes. Una vez allí, se asciende directito a la localidad de Chuquibamba donde será recibido entre calientitos, paisajes floridos y andenes preincaicos.
En auto o a pie, no importa. La idea es mantener el paso rumbo a una extensa planicie altoandina. En esa parada se puede contemplar el nevado Coropuna, el reino de cóndores y vicuñas, además de decenas de comunidades campesinas dedicadas al pastoreo de llamas. Es el paso previo antes de deleitarse con el magnífico cañón de Cotahuasi, menos conocido que el del Colca, pero para algunos mucho más hermoso.
En el primer encuentro con el famoso ‘Cañón de las Maravillas’ se experimenta esa enigmática sensación de estar frente a una profunda grieta en la cordillera. Una herida gigantesca que parece que corta la áspera piel de uno de los andes del Perú, regalando a los visitantes una profundidad de más de 3 mil 500 metros, perfecto para practicar todo tipo de deporte extremo. Sin embargo, si somos escrupulosos y medimos el cañón desde el río hasta la punta donde alcance el cañon, entonces, el Cotahuasi alcanza los 6 mil 93 metros, convirtiéndose en el más profundo del mundo.
Durante el paseo, antes que uno se atreva a preguntar cuánto mide el cañón y qué atractivos tiene, es menester saber que el estrecho valle es el resultado de la acción abrasiva del río Cotahuasi en dos grandes montañas: el Coropuna y el Solimana. Su caudal toma su rumbo al occidente, recorriendo las zonas más profundas de la enorme grieta, haciendo posible el canotaje.
Pero si se prefiere dejar la tierra para aventurarse al cielo arequipeño, entonces nada mejor que el libre vuelo en parapente desde el cerro Huayñao. La zona cuenta con operadores certificados en deportes de aventura.
Antes de despedir el día y decir: “Hasta pronto Cotahuasi”, es imprescindible recorrer el cañón en bicicleta, visitando sus sitios arqueológicos, hermosos paisajes y coloridos pueblos. Ya lo sabes, si eres amante de la naturaleza y la aventura, prepara tu mochila y métele unas pastillitas contra el soroche. ¡Que no te lo cuenten!
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