En junio, todos los caminos conducen a Cusco. La capital del imperio incaico se aprecia en toda su soberbia magnitud en estas fechas y bajo sus hermosos cielos festivos.
Junio es de fiesta en el “Ombligo del mundo” y durante estas fechas hay más de un motivo para visitarla: El Qoyllu Ritt’i, el tejido del Puente Qeswechaca, el Corpus Christi, el Inti Raymi. Pero cuando la festiva ciudad le baja los decibeles al jolgorio, aún queda muchísimo por conocer y vivir en esta región enclavada en el corazón de los andes sudamericanos.
MÁS RUMBOS: Cusco se viste de gala en junio
Ni bien se aterriza en la ciudad hay que visitar la Catedral de la Ciudad de Cusco, cuya construcción duro más de un siglo. Sobresalen por su belleza el coro, el pulpito y el altar mayor. Conserva una colección importante de pinturas de la escuela cusqueña y objetos de plata repujada.
Luego hay que dirigir nuestros pasos al Templo Inca del Qorikancha, máxima expresión de la arquitectura inca, sobre la cual se edificó el Convento de Santo Domingo.
Nuestro recorrido nos hacia arriba de la ciudad con una vista panorámica espectacular, donde se encuentra el Complejo Arqueológico de Sacsayhuaman, compuesta por muros ciclópeos por el tamaño de sus piedras, algunas de las cuales pesan entre 80 y 100 toneladas. Cada 24 de junio es escenario del “Inti Raymi” o Fiesta del Sol, una de las ceremonias más importantes de Cusco.
Inmersos en la ruta arqueológica del pasado prehispánico de una de las civilizaciones más grandes de Sudamérica, es momento de descubrir las otras edificaciones que rodean a la ciudad: el Complejo Arqueológico de Q’enqo, que es considerado como lugar sagrado en el que se oficiaban ceremonias en honor a los difuntos y a la madre naturaleza, el Complejo Arqueológico de Pukapukara, considerada un centro de control, estadística y abastecimiento dentro de la red vial Inca y culminar con la visita del Complejo Arqueológico de Tambomachay, centro de culto religioso vinculado al agua y a la regeneración de la vida.
Adrenalina y descanso en el Valle Sagrado
A 45 km de Cusco y muy cerca a la cordillera oriental de los andes peruanos, se encuentra el célebre Valle Sagrado de los Incas. Estas tierras fueron muy apreciadas por los incas debido a la fertilidad que poseían. Aquí hay que pasar revista a algunos sitios arqueológicos incaicos, y disfrutar de los hermosos pueblos y del clima templado y beneficioso.
En Pisac hay que darse una vuelta por su complejo arqueológico y brevemente adquirir algún insumo o rareza local en su mercado artesanal. A este mercadito, hay que ir de preferencia los días martes, jueves y domingos, pero si desea se puede ir en cualquier día de la semana.
El recorrido debe continuar hacia la pequeña ciudad de Urubamba, que lleva el mismo nombre como su río sagrado, que nace en la Cordillera Vilcanota de los Andes. En Urubamba hay que disfrutar, por sobre todo, de los granos gigantescos del maíz de urubamba.
Con paso de viajero hay que seguir asombrándose y entonces se descubre las eternas escalinatas del parque arqueológico de Ollantaytambo. Fue un importante centro administrativo que probablemente cumplió también funciones militares, tal como lo muestran sus murallas y torreones.
Luego de esta visita, nos dirigimos hacia el poblado de Chinchero. Destaca la iglesia construida a comienzos del siglo XVII, en la cual se pueden apreciar hermosos lienzos de la famosa “Escuela Cusqueña”.
Luego de tanto andar y conocer hay que darle descanso al cuerpo en el Hotel Hacienda del Valle y reponer fuerzas pues la travesía recién comienza.
¡Wooow! Machupicchu
Para llegar a Machupicchu hay que madrugar. Es necesario abordar el tren que zizagueará por la línea ferroviaria hasta perderse entre la espesura de la ceja de selva donde se ubica este famoso complejo. La ruta toma al menos dos horas en llegar a Aguas Calientes o Machu Picchu pueblo, una localidad desde donde parten los buses que conducen a la entrada del sitio arqueológico.
Ya en la ciudadela, hay que tomarse el tiempo de respirar el magnético aire, merodear por sus pasadizos, subir sus escalinatas y andenerías llegar hasta el reloj solar o intihuatana, y tratar de ascender hasta el Huayna Picchu.
Aventura en los andes
Después de un practica de manejo y familiarización con las Cuatrimotos, hay que prender los motores y dirigirse hacia la zona arqueológica de Moray, una vez visitado este lugar continuaremos con nuestro recorrido pasando por el distrito de Maras y continuaremos hacia las Salineras, durante este trayecto podremos apreciar los imponentes nevados de la cordillera del Vilcanota,y recorrer el trayecto a todo motor.
En Racchi es posible disfrutar de un paisaje natural que permite visualizar la meseta de Chinchero, cañón de Pj‘acchayoc, del Nevado de Chicón y Pitusiray. Aquí es posible observar el Valle Sagrado con vista de pájaro y dónde comenzaremos a deslizarnos por los diferentes zip line a lo largo 700 metros y profundidades de hasta 250 metros.
El Otro valle
Menos conocido que el Valle Sagrado, pero con igual encanto, el Valle Sur tiene otro abanico de opciones que hay que conocer antes de terminar nuestro periplo cusqueño.
La comunidad campesina de Chari está ubicada en el distrito de Checacupe, provincia de Canchis, a unos 100 km de Cusco, a 3446 m.s.n.m. Sus paisajes naturales te encantarán. Los cultivos tradicionales aún persisten en la zona. Pero Chari es muy conocida por su artesanía textil a base de fibras naturales y que las tejedoras gustosas compartirán sus secretos con los visitantes. Una oportunidad para ver de cerca la colorida e impresionante técnica textil surandina.
Esta también es la ruta del Barroco Andino, donde tres monumentos patrimoniales erigidos para evangelizar a las poblaciones de indios, son ahora parte de un recorrido que muestra la riqueza del arte mestizo.
Es obligatoria la visita a la iglesia de “San Pedro” de Andahuaylillas, a unos 40 km de Cusco, a la cual se le llama “La Capilla Sixtina de América” por su hermoso arte religioso y la decoración interior extraordinaria con maravillosos frescos.
Así que merece la pena recorrer Cusco no solamente ahora sino todo el año. Y merece mucho más la pena hacer una inmersión en esta parte de los andes mundialmente famosa, pero celosa de sus tradiciones. En la variedad esta el gusto y como ven el menú turístico es amplio.
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