La nostalgia, las dudas y el deseo de que se hagan realidad los sueños turísticos de las tres asociaciones de los distritos de Coporaque y Suyckutambo (Espinar, Cusco) -promovidas por la Asociación Condor Travel Wings, a través del Proyecto PPD (Programa de Pequeñas Donaciones del PNUD)-, son los hilos conductores de este relato que explora los distintos escenarios del Área de Conservación Regional Tres Cañones.
Lo he intentado, les juro que lo he intentado, pero ningún recurso o estrategia ha sido efectiva. Todas han fallado estrepitosamente, desde la elaboración de la hoja de ruta que -supuestamente- guiaría mi redacción periodística, hasta el sencillísimo ‘que es lo primero que lo contarías a tu madrecita’, recomendado siempre con una sonrisa entre socarrona y bondadosa por uno de mis maestros universitarios.
Y disculpen este desahogo que no tiene el propósito de despertar su compasión y, mucho menos, es una táctica desesperada para engancharlos a esta crónica que todavía no comienza a ser redactada, por más que le he pedido explicaciones al cursor palpitante y a la página en blanco, antes de cuestionar mi vigencia como escriba y después de darme un par de vueltitas por el parque para aclarar la mente.
MÁS RUMBOS:
No puedo. Tal vez deba de admitir que es imposible decidir que experiencia contarles primero. Son varias, son tantas que quisiera describirlas todas en un solo párrafo; un párrafo contundente, definitivo que, en tan solo cinco líneas, lograra explicar hasta mi último paso en esta geografía encañonada, y, al mismo tiempo, despertara su interés de seguir leyéndome…
Hasta la última palabra. Esa palabra que sigue siendo una utopía porque, repito, no sé cómo empezar. Cierro los ojos, me concentro, me guapeo. Decido intentarlo nuevamente, pero desde otra perspectiva. Me olvidaré de la caminata sin camino, de los encuentros con la historia, de la profundidad borroneada por la niebla. Ahora, apelaré a mis recuerdos y compartiré la esperanza, también los sueños, de aquellos que conocí en la ruta.
Y escribo:
Conozco estos ríos. He tocado los queñuales y admirado las pinturas y construcciones de los antiguos. He visto a grupos de aventureros remar en estas aguas y volar de farallón a farallón enganchados a un cable, mientras algunas voces pregonaban que Espinar era la otra maravilla del Cusco y que Tres Cañones tenía las condiciones para convertirse en un área de conservación regional.
Cuántos años han pasado. Diez o quince desde aquellas travesías de altura y frío que arrancaban siempre en Yauri, la capital provincial. Tanto recuerdos con sabor a quinua con manzana, a chocolate hirviente, al arroz chaufa baratito y rendidor que un joven revolvía con rítmica destreza en una sartén tan grande como sus sueños de progresar, de salir adelante, de darle la vuelta a su destino.
El tiempo pasó. Volví. Comprobé que Espinar no ha dejado de ser una maravilla -pienso en sus puentes coloniales, en las iglesias de Yauri y Coporaque, en los fósiles de animales prehistóricos- que Tres Cañones es, desde agosto de 2017, una reserva regional, y, finalmente, que la quinua con manzana puede ser reemplazada con humeantes y reponedores matecitos de hierbas.
Y aunque no pude encontrarme con el joven de los chaufas poderosos, en este viaje conocí, compartí y escuché los sueños de varios hombres y mujeres que se han unido y asociado con el objetivo de consolidar sus propuestas comunitarias. Ellos y ellas, con una sonrisa de ilusión y esperanza me recibieron, me enseñaron, me acompañaron a conocer sus tierras y sus emprendimientos.
Realidad o sueño
Sí, ya lo tengo claro. Esa es la ruta que tomará mi relato; una ruta con vianderas que han formado una asociación de turismo rural comunitario, una travesía con familias que han acondicionado sus casas para recibir con calor de hogar a los forasteros, una exploración con un padre todavía joven decidido a revalorar a las plantas, hierbas y frutos silvestres que consumían sabiamente sus abuelos.
Esos matices no coinciden con mis recuerdos. La experiencia vivencial enriquece la visita a Tres Cañones, una zona geográfica de características singulares en la que los cauces adormilados del Callumani y Cerritambo, tributan sus aguas al Apurímac. Pero no es un encuentro común. Aquí, los ríos están cercados por formidables farallones cuyas alturas fluctúan entre los 80 y 250 metros.
No hay que adelantarse ni dejarse ganar por la ansiedad. El día recién despierta. Es hora de desayunar en Machupuente, el puente colonial de sillar, cal y canto que es considerado el más antiguo de la provincia. A solo unos metros de esa reliquia, las vianderas que sirven caldos y otros potajes a los conductores que transitan por este lugar estratégico, decidieron asociarse porque que juntas se harían más fuertes.
Ese es la esencia de la Asociación de turismo rural comunitario de mujeres de Machupuente, del distrito de Coporaque. Entusiastas y luchadoras, sus 15 integrantes están siendo capacitadas en atención al turista por la Asociación Condor Travel Wings, a través del Proyecto PPD (Programa de Pequeñas Donaciones del PNUD) que impulsa negocios sostenibles respetuosos de la cultura local y la protección del medioambiente.
“Están emocionadas, no pueden ni hablar porque es la primera vez que atienden a un grupo. Y es que la asociación se fundó este año”, me explica Marilú Farfán, Coordinadora del proyecto PPD – Asociación Condor Travel Wings, cuando aparecen en la mesa los platos de moraya con queso (papa deshidratada), ensalada, papa y carne. No vale dejar. Hay que alimentarse bien para subir al cerro Sayuta y, al bajar, conocer el bosque de piedra de Moqopata, en la Comunidad Campesina de Manturca.
Una caminata sin camino. Subir por donde se pueda, resistiendo la tentación de abandonar, de ceder al cansancio, de dar la media vuelta para volver a la carretera y recorrer el pequeño bosque lítico que está al ladito nomás; pero nadie retorna. Persistimos. Conquistamos la cima. Nos sentimos vencedores que retan al viento y se sienten capaces de ir hasta más allá de ese horizonte sin cordillera.
Territorio plano en los primeros vistazos de un ACR creada para conservar la biodiversidad, el entorno natural, los monumentos arqueológicos y la identidad cultural de los distritos de Coporaque y Suyckutambo. Y bajamos y nos vamos y paramos en Taqrachullo o María Fortaleza, herencia arquitectónica de la época preinca. Localizada a 4090 m.s.n.m. es la atalaya ideal para observar Tres Cañones.
Aparece la niebla y la presunción de lluvia. Se borronea el panorama encañonado. Qué importa. Igual impactan esos zarpazos en la piel del planeta, esas cortinas de piedra que se yerguen infranqueables. Emociona pensar que esa misma visión la tuvieron los antiguos. Y arrecia el viento. Tambaleo. Desando lo andado. De nuevo a la carretera para enrumbar hacia el centro urbano de Suyckutambo.
Un pueblo acorralado por farallones. Una plaza con una vicuña y una réplica de la emblemática chullpa de Maukallaqta. Un grupo de hombres y mujeres con sus vestimentas tradicionales -ponchos, sombreros, polleras con encendidos diseños de flores. Ellos esperan. Ellos nos esperan. Son el comité de bienvenida de la Asociación de Turismo Vivencial Qoñi Wasy y de la Asociación Wiñay Choquechampi que están deseosos de mostrar lo que hacen.
Hospedaje y alimentación los primeros. Revalorización de las plantas silvestres los segundos. Enfoques distintos, objetivos similares: anhelos de superación, de mejoramiento económico, de desarrollo para su distrito, así, sus hijos no tendrán que migrar. Al igual que las mujeres de Machupuente, estos emprendedores reciben el apoyo y la orientación del Programa de Pequeñas Donaciones del PNUD.
En Suyckutambo nos encuentra la noche. Un cuarto de piedra cobija mi sueño. Me siento un hombre de la caverna, un nómade dispuesto a andar entre cañones, de buscar refugio en una cueva o un abrigo con pinturas rupestres, de aventurarse en un fundo en el que crecen puyas de Raimondi, de curarme las heridas con una crema de ajotillo y de probar el chikuru y el capasho, un tubérculo y un fruto que comían los incas.
Pero no estoy soñando. Eso es lo que hago con mis anfitriones. Salimos, paseamos, nos divertimos. Bromas en quechua y en español en esas excursiones diseñadas para los turistas que ya van llegando, que deberían de llegar más para que las esperanzas se mantengan y los proyectos crezcan, se consoliden, se conviertan en una alternativa de desarrollo.
Si eso ocurre, las señoras de Machupuente no estarán nerviosas la próxima vez que las visite, y los hombres y mujeres de Suyckutambo seguirán mostrando sus mejores sonrisas en la plaza de su pueblo, ese pueblo cercado y acorralado por los inmensos farallones.
En Rumbo
El viaje: Vuele al Cusco con Viva Air Perú. Frecuencias todos los días con los mejores precios. Web: https://www.vivaair.com/pe/es.
Distancias: Cusco-Espinar 220 kilómetros, 5 horas de viaje / Espinar-Machupuente: 21 km, 30 minutos de viaje / Machupuente-Tres Cañones 17 km, 30 minutos / de Tres Cañones a Suyckutambo 5 km, 10 minutos.
Pernocte: En Cusco, Muru Homely Hotel, Urbanización Lucrepata C-11, Cusco. Web: http://muruhotel.com/es. En Espinar: Hotel Don Bartolo, calle Santa Rosa 308. F: https://www.facebook.com/Hotel-Don-Bartolo-102158574561234/ Tlf: 974 772 684
Buen provecho: En Cusco, Fuego Burgers & Barbacue Restaurant, calle Plateros 358 segundo piso. Facebook: https://www.facebook.com/fuegorestaurantcusco/
La agencia: Puku Puku Travel, avenida Collasuyo 896. Facebook: https://www.facebook.com/PUKUPUKUTRAVELCUSCO/
Extra: La visita a la ACR Tres Cañones terminó en Maukallaqta (distrito Coporaque, 3360 m.s.n.m.), un complejo arqueológico localizado en las orillas del río Apurímac. Considerada como la capital de los kanas, entre sus recintos resalta una chullpa circular de influencia qolla.
Taqrachullo: Esta zona arqueológica se encuentra en proceso de restauración. Localizada en la comunidad campesina de Virginniyoq (Suyckutambo), este espacio ha sido ocupado desde la época precerámica hasta el periodo colonial.
La ACR: Tiene una extensión de 39 485 hectáreas. Entra su flora resaltan las puyas de Raimondi y los bosques de queñuales. Entre las especies destacadas está la taruka o venado andino. Su geografía es ideal para la práctica de los deportes de aventura.
Vivero: En el sector Mika de la de la comunidad campesina de Echoccollo del distrito de Suyckutambo, la Asociación Wiñay Choquechampi ha instalado un vivero para revalorar las plantas nativas y silvestres. Conócelo aquí
Rumbos del Perú agradece al Programa De Las Naciones Unidas Para El Desarrollo (PNUD), Ministerio del Ambiente ( MINAM ), Global Environment Facility – GEF, Programa de Pequeñas Donaciones ( SGP) a la Asociación Wings, Condor Travel, Centro Bartolomé de las Casas (CBC) . Asimismo a la Asociación de turismo rural comunitario de mujeres de Machupuente, Asociación Wiñay Choquechampi y la Asociación de turismo vivencial Qoñi Wasy, por el apoyo brindado para la realización de esta crónica.
Añadir comentario