Portada » Nasca, más que líneas
Destinos Largos

Nasca, más que líneas

Un equipo de Rumbos del Perú visitó la provincia de Nasca (Ica) para romper la línea y buscar opciones turísticas que complementen la experiencia del sobrevuelo sobre los famosos geoglifos. El resultado de esa travesía es narrado en esta crónica que se inició entre las nubes y terminó en las orillas del mar.

Rolly Valdivia Chávez

Las líneas, el vuelo, tal vez los acueductos. ¿Y el museo?… No hay tiempo, hay que seguir, hay que continuar… pero aún no hemos ido a… Apurarse, partir, enrumbar hacia otra provincia, a otra región, a otro destino porque aquí no hay nada más… ¿estás seguro?, me han dicho que en… Bah, no insistas, nos vamos, ya hicimos lo que teníamos que hacer, ya hicimos lo que todos hacen.

Foto: Rolly Valdivia

Se van, se marchan, se despiden contentos y sin promesas de pronto retorno. Para qué volver si ya vieron las líneas desde una avioneta inquieta como un mosquito, si ya conquistaron los miradores que se alzan a la vera de la Panamericana, si ya les hablaron de Maria Reiche, la mujer que se pasó la vida protegiendo y ‘leyendo’ la pampa, si ya escucharon argumentos científicos, relatos místicos y hasta teorías interplanetarias.

MÁS RUMBOS: 

Marcona, el paraíso de los turistas responsables

¿Eso es todo o falta algo? Ya, está bien, una yapita, un extra, una última parada: Cantayoc, los acueductos prehispánicos que permitían acceder al agua subterránea en un valle de cauces inciertos, poco confiables, solo estacionales. Fin. Nada más en Nasca, la provincia iqueña que atrae y convoca a foráneos ansiosos de contemplar esas figuras singulares, estilizadas, sorprendentes que son Patrimonio de la Humanidad.

Foto: Rolly Valdivia

Volar sobre un pampa seca y desértica para admirar al picaflor, al mono, a la araña, al perro, a la ballena, a las manos y al astronauta, por mencionar solo algunos de los trazos con destreza y maestría en un terreno seco donde no sopla el viento. También hay espirales y formas geométricas, además de un árbol y una lagartija –herida y lacerada por el asfalto carretero-.

Imágenes que se descubren pegando el rostro a las ventanas de la avioneta-mosquito que va de izquierda a derecha y de arriba a abajo con vertiginosa perversidad, agregándole a esta travesía recomendada y recomendable, una dosis de aventura, de adrenalina, de inesperados síntomas de mareo.

Resistir. Ya falta poco. Todo se viste de urbanidad. La ciudad se agranda, se expande, se acerca. Aterrizaje. Los pies otra vez sobre la tierra. Misión cumplida. Viaje terminado. Suele pasar. No debería de pasar. La prisa no es la mejor compañera de ruta. Tampoco es una buena estrategia el dejarse guiar por la experiencia de los otros, acallando a esa voz interna que pide -y a veces exige- ir siempre un poquito más allá.

Adiós a las líneas

Foto: Rolly Valdivia

Y es que en Nasca, a solo unas cuantas cuadras del centro, hay un museo con ceramios y mantos, con momias y fardos funerarios prehispánicos provenientes de zonas como Pueblo Viejo y Cahuachi, en esta última “no hemos encontrado cocinas ni fogones. Tampoco habitaciones”, explica Giuseppe Orefici, el director del Centro de Estudios Arqueológicos Precolombinos. Por esa razón sería el complejo ceremonial de adobe más grande del mundo.

“Nasca tiene un potencial enorme porque cuenta con sitios arqueológicos excepcionales, pero existe un descuido total por parte del Estado”, sentencia Orefici, quien desde 1984 investiga Cahuachi, quien revela que los mantos de la cultura nasca son extraordinarios, quien está convencido que Pueblo Viejo es una mina de información, quien anuncia, además, que el Museo Didáctico Antonini lucirá totalmente renovado en junio.

Foto: Rolly Valdivia

Dejar el centro. Salir hacia Cahuachi, un espacio ceremonial de 24 kilómetros cuadrados con vestigios paracas tardío, nasca temprano e incaicos. Es enorme, pero solo el 5 por ciento de esa área se ha puesto en valor. No hay recursos, arguyen. La investigación no es prioridad en el Perú. La herencia de los ancestros se saquea, se destruye, se pierde para siempre ante el desinterés de los ciudadanos y la desidia de las autoridades.

Una dolorosa realidad en una nación que se acerca a su Bicentenario sin valorar sus raíces milenarias. Solo queda soñar con un Perú que rescata y protege su pasado, entonces, Pueblo Viejo, los cementerios prehispánicos de Chauchilla y Tambo de Perro, los vestigios incas de Paredones y los sistemas de acueductos del valle, se convertirían en lugares irresistibles para investigadores y turistas.

Foto: Rolly Valdivia

Nasca entre líneas. Nasca de arqueología. Nasca de saltos y arena en el tubular que enfila raudo hacia el acueducto de Ocangalla –espirales de piedra que penetran en la tierra– los templos piramidales de Cahuachi, el cementerio huaqueado de Tambo de Perro y las dunas desafiantes de Usaka, donde todo es vorágine y vértigo, velocidad y paradas en seco al filo de la nada.

Foto: Rolly Valdivia

Brisa marina

Cae el día, despierta la noche. El sol se despide encendiendo una hoguera en el horizonte. ¿Nos vamos?, ¿ya hicimos lo que teníamos que hacer?… No. Falta. Hay que quedarse en Nasca y elegir la siguiente excursión: mar, río y biodiversidad en el estuario de Santa Ana, localizado en la parte norte de la Reserva Nacional San Fernando, o un desafío deportivo en Cerro Blanco, la duna colosal de 2080 metros de altura que es el escenario anhelado de los devotos del sandboarding.

Foto: Rolly Valdivia

O será mejor escaparse al distrito de Marcona, con sus playas tranquilas y de belleza inesperada. Relajo y frescura en Los Leones, en Acapulco, en la Herradura, en la playa Hermosa. Visiones panorámicas desde su red de miradores oceánicos, propicios para observar a los lobos marinos y las aves de la Reserva Punta San Juan, además de las esculturas líticas naturales de La Ninfa, el Elefante, la Tortuga, entre otras.

Ya, listo, eso es todo. No hay más tiempo… Silencia esa voz. No la escuches. Pregunta, consulta, averigua. En Marcona te hablarán de la zona sur de San Fernando, te dirán que hay cóndores que planean sobre el mar, zorros taimados que se escabullen en las lomas y unos guanacos que disfrutan de la brisa del Pacífico. Cómo vas a marcharte ahora. Quédate. Explora. Descubre que en Nasca –la ciudad, la provincia– hay mucho más que líneas.

 

En Rumbo

Distancias: de Lima a Nasca 446 kilómetros (transporte público todos los días) / De Nasca a Cahuachi 18 kilómetros (si no cuenta con vehículo propio, contrate los servicios de una agencia de viaje) / De Nasca a Marcona 80 kilómetros (transporte público todos los días).

Vuelos: el aeródromo de Naca Maria Reiche Neuman se encuentra en el distrito de Vista Alegre, a 2,5 kilómetros del centro de la ciudad. Varias empresas realizan los sobrevuelos. El aeródromo opera desde las 6 hasta las 18 horas. Antes de abordar hay que pagar una tasa de 30 soles.

Antigüedad: las líneas y geoglifos de Nasca habrían sido trazadas a partir del año 550 d.C. según un estudio realizado por el norteamericano Paul Kosok.

Dudas: no existe consenso sobre el significado de las líneas. Una de las versiones más difundidas refiera que se trataría de un inmenso calendario.

Libre: para ingresar a Cahuachi no se paga entrada. Las agencias ofrecen un tour que permite conocer la zona arqueológica y gozar de la adrenalina de un recorrido en tubular en la duna Usaka.

Pueblo Viejo: esta zona arqueológica se encuentra a cuatro kilómetros de Nasca. Fue habitado desde la época Paracas hasta el periodo colonial. Está estrechamente relacionado a Cahuachi.

Marcona: este distrito costero de la provincia de Nasca, presenta un rosario de playas cercanas a la zona urbana, que se presentan como una refrescante alternativa. Además, cuenta con dos zonas reservadas Punta San Juan, donde habita la mayor colonia de pingüinos de Humboldt y San Fernando, una hermosa bahía que alberga una interesante variedad de especies de fauna.

Enterate más sobre Rumbos