Chile nos enseña cómo sacar provecho de las aguas termales y generar un turismo terapéutico de primer nivel sin descuidar la diversión y siempre en sintonía con la naturaleza.
Por Martín Vargas Barrera / Revista Rumbos
Lo increíble de los chilenos es que lo poco que tienen lo cuidan y lo potencian. A una hora y media de Osorno hay una prueba fehaciente y bastante envidiable de su capacidad de gestión, su visión de marca y la infraestructura dispuesta para la excelencia de la calidad de servicio.
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Las aguas termales de Puyehue son un ejemplo de lo que debería hacerse en el Perú con tantos baños termales y lagunas medicinales que tenemos en la sierra y selva. El lugar es simplemente de lujo, pero no crea que los chilenos se dieron cuenta recién nomás de que el sitio debía cuidarse y que sería un imán turístico. Nada que ver.
En 1907 un grupo de empresarios reparó en las bondades del lugar y formaron una sociedad para mejorar la infraestructura de los baños termales de Puyehue. Así fue que se inició la construcción del antiguo hotel de más de 60 habitaciones, el mismo que aún se mantiene en servicio junto a la nueva infraestructura levantada hacia fines de los años sesenta.
Actualmente el hotel tiene 107 habitaciones de lujo, tres piscinas termales (cubierta, semi cubierta y al aire libre), sauna, salón de billas, bowling, minigolf, spa, restaurantes y un sinfín de actividades entre las que destacan el trekking, la travesía a la isla Cui, kayak, cabalgata, pesca, canopy y caminata.
Turismo terapéutico
Claudio Arias, gerente de operaciones del hotel, escucha con atención las maravillas que le cuento de las aguas termales de Cajamarca, Churín y Tarapoto. Abre los ojos cuando le menciono los distintos niveles de temperatura, composición y las propiedades terapéuticas de cada poza. “Pues con eso haríamos maravillas aquí”, sonríe Claudio y yo amago una mueca porque él tiene razón. En el Perú la infraestructura para este tipo de servicios no existe. Todos los hoteles canibalizan Cusco, y nadie le da bola a un turismo terapéutico que por estos lares tiene mucha acogida y deja buenos dividendos.
“La mayor parte de huéspedes son personas de 30 años para arriba y vienen a matar dos pájaros de un tiro. Mientras ellos disfrutan de las aguas termales como parte de su terapia, sus hijos tienen todo el hotel a su disposición con programas de diversión interna y externa. Tienen excursiones, kayak, paseos en bicicleta, salidas a la isla, deportes, bolos, ski en Antillanca, mini golf. En fin, tratamos que la pasen de lo mejor”, suelta Claudio y nos invita a pasar al restaurante.
Como es all inclusive (fue el primer hotel chileno en serlo) decidimos probar unos cortes de carne, un poco de salmón (Chile es un exportador de primera) y unos cuantos dulces para comprobar el nivel de sus líneas de cocina. Y la verdad es que salieron más que aprobados. Sin ser una cocina espectacular ni muy gourmet, su propuesta tiene un sello más que particular.
Rodeado por bosques y lagunas del Parque Nacional Puyehue, el hotel y sus aguas termales forman parte de un paraíso y sus vistas parecen sacadas de los folletos de “La Atalaya”, el órgano de prensa de los Testigos de Jehová. Y es que es así. La perfección de la naturaleza se conjuga con una propuesta hotelera que se esfuerza por no quedarse atrás.
El dato
¿Dónde queda?
En la entrada a la Patagonia chilena, en la Región de Los Lagos, al pie de la Cordillera de Los Andes. Dentro del impresionante Parque Nacional Puyehue.
¿Cómo llegar?
Vuelo Lima – Santiago y desde la capital chilena un vuelo corto hacia Osorno (1 hora y 15 minutos de vuelo). De allí son 1 hora y media en auto y si lo desea puede pasar a la Argentina, pues el hotel está a solo 23 km de la frontera.
Contactos: reservas@hotelpuyehue.cl / carias@hotelpuyehue.cl / www.puyehue.cl
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