Para mantener vivos los objetivos de 1,5 y 2 ºC del Acuerdo de París, las emisiones previstas para 2030 deben reducirse al menos un 42 y un 28%, respectivamente, en comparación con los escenarios políticos actuales, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Las promesas actuales en el marco del Acuerdo de París sitúan al mundo en la senda de un aumento de la temperatura de entre 2,5 y 2,9 °C por encima de los niveles preindustriales. Si se quiere limitar el calentamiento en 1,5 y 2 ºC, es necesario que las emisiones de gases de efecto invernadero previstas para 2030 se reduzcan al menos un 42% y un 28%, respectivamente, en comparación con los escenarios políticos actuales.
Estos datos proceden del informe sobre la brecha de emisiones 2023 publicado este lunes por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Se trata de la tercera y última entrega de la serie de informes que se publica cada año. Primero vio la luz el dedicado a la brecha de adaptación, cuya principal conclusión ha sido que el déficit para medidas de adaptación es entre 10 y 18 veces mayor que los flujos de financiación pública internacional. Posteriormente, se publicó el informe sobre la brecha de producción, el cual denunciaba que los gobiernos planean producir un 110% más de combustibles fósiles de lo que deberían si se quiere limitar el calentamiento global a 1,5 °C para 2030.
Como es habitual en él cada vez sale un informe o estudio sobre las causas y consecuencias del calentamiento global, el secretario general de la ONU, António Guterres, ha sido claro y directo: «La brecha de emisiones es más bien un cañón de emisiones«. Una situación, según el diplomático, que es consecuencia de «un fracaso de liderazgo, una traición a los vulnerables y una enorme oportunidad perdida».
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El escenario más optimista tiene una probabilidad del 14%
Las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero aumentaron un 1,2% de 2021 a 2022, alcanzando un nuevo récord de 57,4 gigatoneladas de dióxido de carbono equivalente. En el caso de los países del G20, las emisiones conjuntas aumentaron también un 1,2% en 2022. Estas cifras, según el PNUMA, son la prueba de que las emisiones «siguen estando desigualmente distribuidas dentro de los países y entre ellos, lo que refleja los patrones globales de desigualdad«.
Las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (CDN) son los planes que recogen los compromisos asumidos por los países para reducir sus emisiones y adaptarse al impacto climático. Cuando los objetivos dependen de ayuda financiera externa, se habla de objetivos “condicionales”. Cuando los puede asumir un país sin esta ayuda, se habla de objetivos “incondicionales”.
Con esto en mente, de seguir con las políticas climáticas actuales que hasta ahora, el calentamiento global para finales de siglo será de 3 ºC por encima de los niveles preindustriales. El doble de lo previsto en el Acuerdo de París. En un escenario ligeramente mejor, aquel en el que se aplicasen plenamente los objetivos incondicionales, el aumento de la temperatura se limitaría a 2,9 ºC, mientras que la plena aplicación de los objetivos condicionales llevaría a limitarla a 2,5 ºC. Todo ello con una probabilidad del 66%.
«Si se cumplieran todas las NDC condicionales y las promesas a largo plazo de cero emisiones netas, sería posible limitar el aumento de la temperatura a 2ºC», continúa el informe. «Sin embargo, las promesas de cero emisiones netas no se consideran creíbles en la actualidad: ninguno de los países del G20 las está reduciendo a un ritmo coherente con sus objetivos. Incluso en el escenario más optimista, la probabilidad de limitar el calentamiento a 1,5 °C es solo del 14%«.
El PNUMA asegura que ha habido algunos esfuerzos para limitar el calentamiento global a 1,5 ºC, pero no han sido suficientes. «En el momento de la adopción del Acuerdo de París, se preveía que las emisiones en 2030, basadas en las políticas vigentes, aumentarían un 16%. Hoy, el aumento previsto es del 3%», argumenta. Pero ONU Cambio Climático también analizó recientemente los planes nacionales actualizados de los casi 200 países suscritos al Acuerdo de París. Su dictamen es que siguen siendo insuficientes para el objetivo que se propusieron en 2015.
La transición energética es necesaria para impedir el rebasamiento de la temperatura global. «El carbón, el petróleo y el gas extraídos durante la vida útil de las minas y yacimientos en producción y previstos emitirían más de 3,5 veces el presupuesto de carbono disponible para limitar el calentamiento a 1,5 ºC, y casi todo el presupuesto disponible para 2 ºC», explica el informe.
«No hay persona ni economía en el planeta que no se vea afectada por el cambio climático, por lo que tenemos que dejar de batir récords no deseados de emisiones de gases de efecto invernadero, temperaturas máximas mundiales y fenómenos meteorológicos extremos», sostiene Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA. «En su lugar, debemos levantar la aguja del mismo viejo surco de ambición y acción insuficientes, y empezar a establecer otros récords: en reducción de emisiones, en transiciones verdes y justas y en financiación climática«.
En la próxima Cumbre del Clima (COP28), que empezará en diez días en Dubái, los países deberán pactar medidas más ambiciosas para después presentar sus planes nacionales actualizados en 2025. Los objetivos entonces serán de cara a 2035, pero también deberían compensar el exceso de emisiones actual. «Lograr todo esto depende de que los países cooperen y trabajen juntos», asegura Guterres. «Y depende de que se restablezca la confianza entre los países desarrollados y en desarrollo, muy dañada por las promesas incumplidas y la lentitud de las actuaciones».