- En Perú hay 220 variedades de pitahaya, y muchas de ellas se adaptan a las diferentes altitudes del territorio nacional. Existen alrededor de 450 hectáreas de ese fruto en el Perú, pero sólo 100 estarían en producción, eso no permite abastecer a todo el mercado interno, hay mucha demanda.
El cultivo de la pitahaya comenzó como una alternativa para reemplazar las actividades ilícitas en la Amazonía y hoy se empieza a consolidar en el mercado interno, pero que aún no consigue salir a los mercados internacionales fluidamente.
Conversamos con Koni Serna, una de las principales promotoras de la pitahaya en el Perú, cuya empresa fabrica champús, jabones, licores y mermelada en base a esta fruta. La pitahaya es un fruto cada vez más demandado en el mundo por sus beneficios para la salud, pero ¿tiene realmente futuro en el Perú?
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Uno de los proyectos más importantes para impulsar la pitahaya peruana, se gestó en la región amazónica de Madre de Dios, en el año 2019. Es liderado por Koni Serna, una mujer con espíritu empresarial pero también con un inmenso amor hacia su tierra, hacia una Amazonía que sufre el flagelo de la tala y minería informal, por poner dos ejemplos de actividades ilegales que no sólo destruyen la selva, sino que también corrompen a las personas, sobre todo a los agricultores.
“Muchos agricultores en Madre de Dios ya no quieren trabajar en agricultura porque no les es rentable. Pero en el 2016 hice una tesis donde planteaba alternativas a las actividades ilegales para salir adelante, investigué sobre la pitahaya y descubrí su enorme potencial comercial. Ahora trabajo en articular toda la cadena productiva de la pitahaya en el Perú”, dice Koni.
Inversiones Flor de Cáliz (IFC) es la empresa que fundó y dirige, una empresa importadora y exportadora de materia prima y productos procesados a base de pitahaya, “hacemos champús, jabones, licores, microencapsulados ricos en omega 3 y yogur, todo en base a pitahaya”, dice. “Nos fue muy bien con la mermelada, ayuda mucho a los niños con anemia y a la digestión. Por supuesto, la vendemos sin preservantes ni conservantes”.
Trabaja de la mano del reconocido ingeniero agrónomo ecuatoriano Guido Marcelo Álvarez Dávila, cuatro veces presidente de la Federación de Pitahayeros de Ecuador, un país que busca convertirse en líder mundial de la exportación de pitahayas. “Con el ingeniero Guido trabajamos en el IFC-Proyecto Pitahaya. La idea es impulsar a los pequeños productores en varias regiones del país, los incentivamos a que formen parte de asociaciones, federaciones y puedan acceder a incentivos del Estado como Agroideas; en su mayoría, no saben cómo acceder a estos fondos”, dice.
Pero el punto central del Proyecto Pitahaya, refiere, tiene que ver con capacitar a los agricultores en el buen manejo agronómico de sus parcelas, “la idea es que sean conscientes de la diferencia que significa trabajar en una fruta para el mercado nacional y una fruta para exportación”.
Recientemente, Koni y Guido han escrito y publicado un libro didáctico, con muchas imágenes, que busca servir de guía a los agricultores. Se titula ‘Experiencias en el cultivo de pitahaya. Técnicas y estrategias para una agricultura sostenible’. Koni dice que hay unas cincuenta asociaciones de agricultores en todo el Perú. “Los agricultores no tienen apoyo del Estado en relación al manejo agronómico. Nosotros asesoramos a asociaciones en Huaral, Rioja, Tarapoto, Cusco, Arequipa, Ica y Sayán. Hemos visto parcelas muy bonitas, pero no tienen fichas técnicas, no tienen fruta de calidad exportable. Las plagas y enfermedades hay que contralarlas de manera amigable; no podemos aplicar agroquímicos en la pitahaya; para que sea exportable, la fruta tiene que provenir de cultivos limpios, orgánicos. Si no hay buenas prácticas agrícolas, no podemos hacer nada”.
La imposibilidad de exportar pitahaya peruana
En el Perú hay 220 variedades de pitahaya, y muchas de ellas se adaptan a las diferentes altitudes del territorio nacional. Koni habla de unas 450 hectáreas de ese fruto en el Perú, pero sólo 100 estarían en producción, “eso no nos permite abastecer a todo el mercado interno, hay mucha demanda”.
Menciona un convenio comercial con Ecuador, lo que permite que mucha fruta de ese país se comercialice en Perú. “Yo les digo a mis agricultores que la competencia es buena, que hay que concentrarnos en mejorar la calidad de nuestra fruta, en cumplir con las formalidades y estándares internacionales; hoy, en el mundo, la pitahaya es muy demandada. En Chile, por ejemplo, nos demandan pitahaya, buscando solución a problemas de diabetes y obesidad, pero aún no podemos exportar de manera formal; Senasa nos pone muchas trabas; el Estado debería apoyar a los pequeños productores, no ponerle trabas”, dice. Por lo pronto, sólo queda enviar la fruta a Lima, al Mercado Central, para que desde ahí se distribuya la fruta a nivel nacional.
“La pitahaya en el Perú es un negocio de pequeños productores, habrá entre 500 y 700 en todo el territorio nacional. He visto que en Ica hay algunos proyectos grandes para lo que significa este producto en nuestro país, de 150 hectáreas, por ejemplo, implementadas por algunas grandes empresas, pero recién están sembrando. Como dije, a veces pareciera que nadie quiere ser agricultor, pero la pitahaya es un cultivo muy rentable; hay variedades, como la American Beauty, que empieza a producir luego de ocho meses de sembrada, se puede cosechar tres o cuatro veces al año y las plantas pueden vivir hasta treinta años. En Madre de Dios hemos hecho un buen trabajo, hemos conseguido convenios con municipalidades para dar asesorías a los agricultores; eso es lo que buscamos replicar en otras regiones”, concluye.
Microclimas que favorecen
The Peruvian Social Incubator es una incubadora que promueve los emprendimientos en el Perú, a través de capacitaciones, entrenamiento y networking en diferentes regiones del país. “Impactamos las vidas de los emprendedores regionales de lugares en donde ni el Estado ni la empresa privada han llegado”, dice Sergio Casquero, co fundador y director general de la incubadora. The Peruvian Social Incubator ha trabajado de la mano con Koni Serna.
“La pitahaya es uno de los frutos amazónicos con mayor crecimiento en el país por su alto valor comercial, en el mercado internacional y local, y por su valor nutritivo. Considero que los emprendedores han aprovechado la gran oportunidad de los microclimas del país para poder tener pitahaya durante todo el año (actividad todavía en proceso); esto contribuye a generar mejores ingresos para los productores. En el caso de Koni, ella es una persona muy profesional, perseverante y comprometida con su trabajo y la labor que realiza con sus productores es grandiosa ya que no sólo trabaja con ellos, sino que los capacita para siempre estar en una mejora continua”, agrega Casquero.
El vocero da su receta para que la pitahaya pueda crecer en el Perú: “Para que la pitahaya sea un gran producto de consumo va depender de dos situaciones. La primera, tiene que ver con evaluar las dos formas de ventas de la pitahaya: venta de un producto directo (materia prima) o venta de producto industrializado (consumo). La apuesta para que la pitahaya tenga un posicionamiento importante tiene que ver con diversificar los lugares de producción; en la actualidad, están centralizados sólo en San Martín y Madre de Dios. Debemos buscar acondicionar otros terrenos como en el norte del país. Lo segundo, es poder apostar por una industrialización del producto”.