Nos vamos de ruta cacaoetera dispuestos a catar y a conocer cada detalle de este grano que crece en la selva central
Por Wendy Rojas – Marquiño Neyra
El Cacao es uno de los aportes a la agricultura más importante de la Amazonía y su cultivo, extendido ahora en el Caribe, Asia y África le ha vuelto en un grano pantropical.
Las regiones tropicales del Perú albergan una gran variabilidad de cacao silvestre y cacao nativo producto de la acción de las comunidades locales y nativas que lograron domesticar el Theobroma cacao–nombre científico del cacao– para la subsistencia alimentaria.
Pero desde hace algunos años, en la región de Junín resurgió el interés por el cacao, el cacao nativo, como una oportunidad de biocomercio para los cacaoteros de la provincia de Satipo y como una respuesta al avance de tierras deforestadas a causa de los sembríos descontrolados de cocales.
Y aunque comunidades ancestrales como la Asháninka, la Nomatsiguenga ya hicieron el trabajo previo de domesticar el cultivo local y fueron las primeras en utilizarlos hace mucho, los actuales pobladores también han apostado por la introducción de variedades foráneas.
El resultado: estas montañas nos regalan los granos más ricos, más perfumados y variados al punto que los chocolateros del mundo, están siguiendo el rastro de sus matices. Nada menos
El grano de los dioses
Mientras que Lima nos tiene bajo un cielo pálido tupido de nubes grises, la selva brilla con un cielo azul marino profundo, nubes finas y bastas con olor a paz.
Las bondades geográficas de esta parte de la selva central es una de las principales razones por las que esta provincia es rica para producir diversos productos como el cacao. El nombre Satipo viene del asháninka “Aisatipoki”, que significa «los que llegan», refiriéndose a los colonos que se asentaron en esta región.
Ahora los que llegan son otros, son los que buscan un cacao aromático y de propiedades únicas. Los que llegan son premios internacionales que galardonan nuestras tierras. Las condiciones climáticas, el suelo y una gran diversidad hacen que Satipo sea un territorio propicio para el cacao.
Cacao nativo de montaña
Hoy día existen un puñado de fincas familiares y cooperativas que se hallan desperdigadas por los alrededores de toda la provincia asegurando que estos granos benditos se mantegan.
Sin embargo, Satipo produce el 68% de cacao criollo, -según refiere la investigadora Luz Viena Vásquez-. Hecho que ha dividido a los productores en los que prefieren conservar el cacao nativo o fino de aroma y a los híbridos introducidos clones de cacao mejorados, como el CCN-51 o el VRAEM- 99, por su mayor rendimiento y resistencia a plagas y enfermedades.
Para algunos expertos, estas introducciones pueden generar degradación genética en las variedades nativas. Para los que defienden y ostentan las coleccionas nativas, como la Cooperativa integrada por colonos y comunidades indígenas, San Juan Valle Cheni, el cacao que crece en sus fincas son las preferidas por la industria de chocolatería fina.
Eso se traduce en mejores ingresos para el cacao «nativo fino de aroma» en tiempos en que el cambio climático y la sequía ha comprometido la producción en África -la principal región exportadora de cacao a nivel mundial-. Devolviendo a este alimento de los dioses su valor económico y cultural.
Valle Cheni, festival de aromas
Recorrer las parcelas cacaoteras de la provincia es la mejor manera olfatear y saborear el Perú más auténtico. Una ruta privada nos hace seguir los aromas de la Cooperativa San Juan Valle Cheni, ubicada en el distrito de Río Negro, donde se cultivan, al menos, 50 variedades que aún no están investigadas y que conforman una selección de los mejores árboles nativos de la zona para crear sus propios «clones de cacao nativo».
Pero también se incluyen los cacaos instalados T5H-565, UF-60, Vraem 15 y Vraem 99. Este último ganador de la medalla de oro en Francia y primer puesto en Ámsterdam en sus salones chocolateros. Los 42 productores que reúne esta cooperativa, colonos altoandinos y nativos ashaninkas, trabajan con clones mejorados de diferentes variedades de este cacao nativo, a la par que con variedades híbridas.
Y así es, precisamente, como arranca la ruta guiada por los mismos productores. Paseando por las parcelas, reconociendo y saboreando las mazorcas de cacao que penden de los árboles. Miles de estas que cada año aportan el fruto con el que se elabora la alta chocolatería fina de estos lares y de otros. Solo así se aprenderán todos los secretos de su producción.
El final del recorrido es obvio: catar los granos y sus derivados. Chocolates con notas frutales y sabor contundente, que difícilmente el paladar olvidará. Y entonces uno se aventura a pensar cuán engañados vivimos con el marketing de las golosinas y en qué momento divino hemos llegado hasta aquí para liberar cantidades astronómicas de serotonina a través de un bocado. La felicidad puede caber en una barra de chocolate en Satipo.
Cooperativa Pangoa, equidad y calidad
Otro claro ejemplo de la calidad del cacao de esta región es la Cooperativa Agraria Cafetalera Pangoa. Desde hace 47 años, brindan productos que reflejan los altos estándares de la selva central. Además, cuenta con un total de 708 socios productores de café y cacao, donde encontramos el importante número de 186 mujeres socias.
La presencia femenina ha aumentado dentro de la cooperativa con el pasar de los años. Cuando se fundó la cooperativa eran 50 socios varones y, en ese momento, no vieron la necesidad de incorporar a sus esposas o sus hijas. En 1997, la cooperativa tuvo su primera presidenta mujer y alli inició el cambio. Luego se fundó el CODEMU, el Comité de Desarrollo de la Mujer de la CAC Pangoa, y la cafetalera empezó a ser ejemplo de equidad en este sector.
Un caso de éxito
Hoy la Cooperativa Pangoa maneja un gran abanico de productos y es el reflejo de buenas prácticas en toda la selva central. Uno de los productos que más destacan es el chocolate que se hace a base del cacao montaña de Pangoa, señaló a Rumbos Abner Bernardillo, responsable del área de chocolate de la cooperativa. Aquí encontramos principalmente 3 patrones de cacao: criollo, trinitario y forastero, pero dentro de estos hay otras variedades que aún no son oficializadas.
También hay gran cantidad de productos y bebidas, hechas de café y cacao 100% orgánico. Barras de chocolate a base de cúrcuma y muña, camu camu, cedrón, eucalipto, piña, plátano, naranja, entre otros. Café en grano, tostado, molido con 70% de cacao y también tragos exóticos, polvo de cacao y hasta producen polen y miel de abeja.
El último año la cooperativa obtuvo más de 5 premios en el Concurso Internacional de Chocolates Elaborados Originalmente (AVPA) en París, donde ganaron el oro el “Chocolate negro fantasía” por su barra de 68% con cedro; y la medalla de plata en “Chocolate negro más de 70%” y otros 3 galardones de bronce en categorías «Chocolate negro fantasía» y «Chocolate con leche fantasía».
Entre los favoritos de los consumidores encontramos los chocolates con sabores cítricos y florales. Sin embargo, el mercado extranjero es su principal fuente de ingresos, representando hasta el 90%. “En el 2023, exportamos entre 20 a 24 mil quintales de café de 46 kilos, mientras que de cacao enviamos cerca de 400 toneladas a mercados de Europa y Estados Unidos”, reveló a Rumbos el gerente de la Cooperativa Pangoa, Miguel Quispe.
Ellos son ejemplo de sostenibilidad en el tiempo. Cuentan con talleres de capacitación anuales para sus socios y, pese a ser de los más estables en la región, apuntan siempre a más. Uno de sus retos a mediano plazo es implementar mejor tecnología para producir más miel y polen, porque aún no generan lo suficiente para cubrir la demanda.
En Rumbo:
Aroma y sabor en las montañas: Desde 1977, la Cooperativa Agraria Cafetalera Pangoa (CAC Pangoa) es reflejo de los altos estándares de los productos hechos a base de cacao y café orgánico en la selva central.
Tras 18 años del mejoramiento, la comunidad nativa asháninka San Juan de Cheni ha logrado atraer la atención y agrupar a todas sus parcelas familiares en una cooperativa que celebró todos sus avances en el 𝙎𝙚𝙜𝙪𝙣𝙙𝙤 𝙁𝙚𝙨𝙩𝙞𝙫𝙖𝙡 𝙙𝙚 𝙈𝙤𝙣𝙩𝙖𝙣̃𝙖𝙨 𝙙𝙚 𝘾𝙖𝙘𝙖𝙤 𝙁𝙞𝙣𝙤𝙨 𝙙𝙚 𝘼𝙧𝙤𝙢𝙖. Un evento anual que cada junio promueve los aromas que enloquecen al mundo y apuntala la promoción del cultivo del cacao nativo. No te vayas de aquí sin probar su versión del chocolate con ayahuasca. Conócelos aquí :Cooperativa agraria agroindustrial intercultural ecológica San Juan Valle Cheni
Ruta del Cacao: Vive esta experiencia a 12 horas de Lima con la agencia de viaje Zumagperu Tour. contacto: 957 599 902
Empresarias cacaoteras: La asociación formada por mujeres Warmi – Tsinani, cierra el círculo productivo del cacao con la elaboración de derivados: tiene a la venta siete variedades de chocolate: con pecanas, almendras, maní, aguaymanto, sacha inchi, piña, con café y bitter solo. Todos al 70% de cacao. Ahora se han lanzado a innovar con la producción de, licor de cacao, chocolate para taza, mermeladas, panadería que se comercializan con éxito en la región. Compralos visitando su página
Cuna del cacao: Muchas fuentes sostienen que el origen del cacao está en Mesoamérica. Pero en 2016, el arqueólogo peruano Quirino Olivera realizó excavaciones en el templo de Montegrande, en Jaén. Sus investigaciones dieron cuenta que desde hace 5 mil años, antes del conocido en Centro América, ya se cultivaba y usaba el cacao en la selva amazónica.