Si estás buscando un lugar donde desconectar, relajarte y disfrutar de los placeres simples de la vida, Casabarco Máncora es la respuesta. Su combinación de lujo discreto, hospitalidad excepcional y conexión con la naturaleza te dejará no solo recuerdos, sino un anhelo de volver. Máncora nunca se sintió tan cerca, y la desconexión nunca fue tan gratificante.
Por Mariela Goyenechea
Llegar a Casabarco Máncora es como encontrar un remanso de paz tras un largo viaje. Desde el momento en que la mirada se cruza con la piscina infinita que parecía fundirse con el océano, se sabía que este lugar iba a ser especial. Este pequeño hotel boutique, ubicado en la vibrante playa de Máncora, no es solo un lugar donde entrar; es una experiencia que despierta los sentidos, invita al descanso y reconecta con la esencia del verano.
Primera impresión: El arte del equilibrio
El diseño de Casabarco se siente personal, casi íntimo. Las esculturas y pinturas que adornan cada rincón cuentan historias, añadiendo un toque artístico y acogedor. Sus habitaciones, cuidadosamente decoradas, mezclan la frescura necesaria para combatir el clima norteño con la comodidad de un hogar. Desde mi terraza privada, con una vista espectacular del océano, experimenté por primera vez el placer de detenerme y simplemente contemplar.
La magia de la piscina infinita y el acceso al mar
La piscina infinita es, sin duda, el corazón del hotel. Suspendida como en el aire, parece unirse al horizonte, ofreciendo un espacio para meditar, leer o simplemente dejarse acariciar por la brisa marina. Una escalera desde el jardín conduce directamente a la playa, donde el murmullo de las olas invita a pasear descalzo, sentir la arena bajo los pies y dejar atrás cualquier preocupación.
La conexión con la gastronomía local
Una de las joyas ocultas de Casabarco es su oferta culinaria. A pesar de su reducido tamaño, su cocina rivaliza con los mejores restaurantes de Máncora. Una noche, el chef preparó un menú degustación de tapas peruanas que todavía evoca con gratitud: ceviche fresco, langostinos al ajillo y un arroz con mariscos que encapsulaba los sabores del océano. La atención al detalle y el uso de ingredientes locales hicieron de cada plato un homenaje a la rica tradición gastronómica de la costa peruana.
Actividades para todos los gustos
Casabarco ofrece algo para cada tipo de viajero. Si buscas adrenalina, los anfitriones pueden organizar sesiones de surf o excursiones de snorkel para observar tortugas en El Ñuro. Para quienes prefieren experiencias más relajantes, las Pozas de Barro en Zorritos, a solo 40 minutos, son una opción perfecta para rejuvenecer cuerpo y mente. Las visitas a los Manglares de Tumbes, a un par de horas, también son imprescindibles para los amantes de la naturaleza.
Una sensación de hogar lejos de casa
Lo que distingue a Casabarco no es solo su belleza o ubicación privilegiada, sino la calidez de su personal. Félix, el administrador y su equipo están siempre disponibles para resolver cualquier duda, recomendar actividades o simplemente asegurarse de que te sientas como en casa. Es esta hospitalidad lo que convierte a Casabarco en un refugio especial, lejos del bullicio de los hoteles convencionales.
Más que un hotel, un espacio para reconectar
Durante mi estancia en Casabarco, comprendí algo importante: no se trata solo de descansar el cuerpo, sino de alimentar el alma. El sonido del mar, la calidez del sol y la atención genuina de su equipo me recordaron lo esencial que es desconectar para volver a conectar, no solo con el entorno, sino con uno mismo.
Casabarco Máncora no es solo un hotel, es un mimo que puedes procurarte por la costa peruana. Estas experiencias auténticas, íntimas y relajantes lo convierte en un lugar único. Desde su fundación, el hotel ha buscado ser más que un alojamiento: es un espacio donde el arte, la naturaleza y la hospitalidad se encuentran para crear recuerdos inolvidables.
Esa búsqueda no se ha detenido a la hora de sorprender a sus huéspedes y de preservar su identidad. Ya sea ampliando su oferta culinaria, colaborando con artistas locales o promoviendo prácticas sostenibles, su visión de futuro está profundamente arraigada en los valores que lo hacen especial.
En rumbo:
Reserva con anticipación: Con pocas habitaciones, el hotel se llena rápidamente, especialmente en temporada alta.
Prueba la gastronomía local: No te pierdas el menú de degustación de mariscos. Es una experiencia sensorial que complementa tu estadía.
Explora los alrededores: Desde las aguas cristalinas de Las Pocitas hasta las actividades acuáticas en El Ñuro, hay algo para todos.
Trae protector solar y ropa ligera: El clima en Máncora es cálido todo el año, perfecto para disfrutar del verano.
Disfruta la calma: Si buscas tranquilidad, este es tu lugar. Dedica tiempo a contemplar los atardeceres desde la piscina infinita.