En su reciente recorrido por el Área de Conservación Regional Tres Cañones (Espinar, Cusco), el equipo periodístico de Rumbos conoció a Delfín Ccolque Ccama, un comunero de Echoccollo (distrito de Suyckutambo) que busca rescatar del olvido las plantas medicinales y alimenticias que utilizaban sus abuelos. El siguiente relato da cuenta y recrea su testimonio, sus anhelos y esperanzas de revalorar una parte del saber y el legado ancestral de su pueblo.
Y aparecieron los fideos, cada vez con más frecuencias aparecían los fideos y el arroz en los platos de los comuneros. Antes no era así. Diferente se comía y los tatarabuelos y los abuelos vivían hasta los cien años, mientras nosotros, con las justas, a los 50 o 60 nomás llegamos…
Y es que los antiguos sí sabían comer. Consumían nuestras plantas, las plantas que crecen aquí desde siempre. Ellos mismos nos han enseñado a utilizarlas. Por eso las conozco desde niño, pero -poco a poco- nos fuimos olvidando. Nos descuidamos, pues. Nuestros padres se descuidaron más todavía.
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Y dejamos de comer el capasho que reemplaza a la papa y tiene harto calcio; y el chikuru, la fruta de los incas. Y ya no endulzábamos las infusiones con la miskycara (la dulce hierba) o cicatrizábamos las heridas con el ajotillo. Tampoco curamos los males pulmonares con el choquechampi (flor de campo)…
Yo tengo 34 años. Estoy casado y soy padre de dos hijos. Una parejita, pues. Nací aquí, en el sector Mika de la comunidad campesina de Echoccollo del distrito de Suyckutambo (Espinar, Cusco). Sí, no lo puedo negar, siempre me interesaron las plantas silvestres. Hasta pena me daba que no les hiciéramos demasiado caso.
Yo, desde hace un año, soy presidente de la Asociación Wiñay Choquechampi. La creamos para darle valor a nuestras plantas nativas y silvestres que alimentan y curan. Son mejores que el fideo y el arroz, pues. Hasta ahora nos va bien. Hemos recibido ayuda de la ONG Wings y, desde hace seis meses, tenemos un vivero.
Yo soy optimista. Aquí experimentamos y aprendemos. Además, ya estamos embolsando nuestras hierbas y las vendemos en las ferias del distrito. Todo eso porque entramos a un proyecto del PNUD. Nos enlazamos con ellos, después de organizarnos para empezar a ‘rescatar’ a nuestras plantas.
Y, bueno, yo le voy a explicar alguito más sobre el capasho. Mire pues, este tubérculo lo utilizaban los incas. Ellos también la comían, al igual que nuestros tatarabuelos. Nosotros la echamos en reemplazo de la papa en una mazamorra que tiene trigo y cebada.
Y, bueno, yo le voy a invitar a probar el chikuru, que se come crudo nomás. Solo tiene que pelarlo. Con la uña nomás pélelo. No es difícil… ¿ya ve? Ahora muérdalo… ¡qué tal!… ¿Rico, no? Tiene su dulcecito y algunos me han dicho que se parece al yacón. ¿Usted qué piensa?…
Y, bueno, yo le voy a contar, también, que con el ajotillo hacemos una crema para cicatrizar las heridas. Es muy buena y la usamos hasta cuando se dañan nuestros animales en el campo. Se da cuenta, hay de todo, pero por andar fijándonos en la ciencia de afuera, ya no mirábamos a nuestras pobres plantitas y hierbas.
En el pueblo
En una de las mesas del hospedaje y restaurante La Roca Fuerte, de la Asociación de Turismo Vivencial Qoñi Wasi de Suyckutambo, hay varios montoncitos de hierbas que esperan dar el ‘saltito’ hacia alguna de las tazas humeantes que están frente al grupo de viajeros que acaba de llegar del ACR Tres Cañones.
Delfín -sombrero y chaqueta con diseño de herraduras y un caballo en la espalda- no es parte de ese grupo. Todo lo contrario. Él, con varios de sus paisanos, recibió a los recién llegados en la plaza de su pequeño y encañonado distrito. Ahora está cerca de la mesa, explicando que con el panti se hace una infusión ideal para curar la tos.
A su lado, la señora Epifania Taipe Velasco -falda con flores coloridamente bordados- agrega que cuando hay helada desaparecen las hierbas, que el pensamiento es buena para los corazones porque los tranquiliza y quita las penas, y que sus abuelos se curaban con puras hierbas. Ellos nunca iban a la botica.
Epifania, al igual que Delfín, también se entiende con las plantitas, aunque ella pertenece a otra asociación y recién está empezando en el turismo vivencial y en el estudio de la flora que crece en su distrito y que por descuido y una mala entendida pretensión de modernidad, dejaron de ser consumidas.
Pero eso está cambiando. Y que quién no quisiera vivir 100 años. No es cierto, amigo Delfín. Usted que dice.
En Rumbo
Dónde: El distrito de Suyckutambo se encuentra a 42 kilómetros de Yauri, la capital de la provincia de Espinar. Desde el centro de Suyckutambo a la comunidad de Echoccollo se realiza un viaje carretero de 30 minutos, aproximadamente.
Desde el Cusco: Yauri, la capital de la provincia de Espinar, se encuentra a 244 kilómetros del Cusco. Tiempo aproximado de viaje: 4 horas.
Altitud: Suyckutambo presenta a una altura superior a los 4500 metros.
Turismo: En el distrito hay casas vivenciales de hospedaje con servicios básicos. Estas brindan, además, alimentación. Suyckutambo es ideal para conocer el Área de Conservación Tres Cañones.
El sueño: Que las plantas medicinales y alimenticias de este distrito espinarense sean conocidas y consumidas en todo el mundo.
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