Este agricultor del distrito de Vítoc en Chanchamayo, forma parte del millón de peruanos que dependen del cultivo y venta del café.
Despertar en las mañanas con un cafecito caliente antes de ir al trabajo o servirlo al caer el sol como parte de un ritual infalible para desvanecer las últimas noches frías del año. Hay mil maneras de tomarse un café, pero ninguna de ellas sería posible si no fuera por el arduo trabajo de cerca de un millón de cafetaleros peruanos dedicados al cultivo de este apreciado grano. Aunque la plaga de la roya amarilla les jugó una mala pasada, hoy sigue siendo el producto rey de la selva peruana.
MÁS RUMBOS: El café, el grano de oro de la selva central
Dentro de ese gigantesco grupo se encuentra Walter Li, un agricultor con sus ya 63 recorridos años. Él, un viteño que nació, creció y, posiblemente, suspirará por última vez en el distrito más antiguo de Chanchamayo (Junín) y toda la selva central, tuvo que enfrentar junto a otros miles de desafortunados la devastadora epidemia del principal enemigo del café: la roya amarilla.
Hace cuatro años aquella plaga había arrasado con el 60% de los cafetales a nivel nacional, desencadenando en seguida una mala racha que perjudicó a cerca de 250 mil familias: la exportación disminuyó, así como el nivel de vida de los campesinos que perdieron varias hectáreas de cultivo. “La roya nos ha jodido, recién nos estamos recuperando”, dice.
Y esa última declaración lo demuestra con su cuadra y media de café, que aunque parezca poco, le es suficiente para producir ese grano de oro por el que tanto los gringos pagan cientos de dólares. Ahora Li espera que la los precios y las exportaciones del café suban en un futuro no tan lejano para que de esa manera, saque el provecho a su terreno heredados por sus padres y adquirido, una parte, de la compra que hizo años atrás.
De la selva sus plátanos
Es cierto que el café es el producto rey de la selva central, pero también es cierto que aquí, en pleno bosque, se siembra otros cultivos de pan llevar como el maíz, los frijoles y muchísimo plátanos.
Sobre todo plátanos porque es un cultivo “de paso” que permite contar con productos alternos, mientras se espera más de una año para cosechar café. Entre las variedades que se cultiva están los plátanos (para freír) y los bananos (que se come al instante).
No obstante, en Vítoc también se está promoviendo la producción de plátanos con la finalidad de que dejen de ser “de paso” para convertirse en una de las principales frutas del distrito. La idea es cosechar al año alrededor de 40 toneladas entre plátanos seda, isla y largo.
Este proyecto, impulsado por la unidad minera San Vicente de la compañía minera San Ignacio de Morococha, podría rendir fruto si se comprometen los 200 agricultores que los conforman. Además, la propuesta busca beneficiar la agricultura local, al igual que otras iniciativas que se experimentan en viveros como la crianza de lombrices para la producción de humus.
Con esto, no solo se está apoyando a las familias viteñas, también se está promoviendo un circuito agroturístico en donde los visitantes, podrás conocer de cerca las actividades del campo y los productos estrellas que se cultivan en esta parte de la selva central. Una mirada que va más allá de tomarse una tacita de café.
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