¿Podrías vivir alejado de la ciudad por mucho tiempo?, Eduardo Pastor, más conocido como Lalo, te demuestra que es posible darle la espalda a la urbe, para pasar los días mirando el mar.
Siente la brisa del mar golpear su rostro ni bien se despierta, realiza sus labores desde muy temprano al ritmo de las pequeñísimas olas que se rompen en la orilla, dice que la vida cerca del mar es más tranquila y relajada. En pocas palabras es más sabrosa.
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Aislarse ha sido su elección. Nadie lo obligó a vivir lejos del ruido de los autos, el bullicio de la gente y del estrés urbano. Para Lalo -como lo llaman sus amigos y también extraños- ser guardián de la Caleta de San José no es tanto un trabajo, es solo un relajo.
Y es que a pesar de tener una casa en Mollendo (Islay, Arequipa), este hombre delgado de apariencia amigable trabaja desde hace más de cinco años en la caleta San José. Fue Gonzalo Llerena -socio fundador del albergue- quien lo convocó para que sea parte de este proyecto turístico.
Lalo hace trabajos múltiples, pero el más le divierte es el de buzo. Y aunque al inicio no era un experto en esta actividad, aprendió muy bien, tanto que puede ser confundido con un lobo marino, pues se sumerge hasta la profundidad del mar por varios minutos.
“Una de las primera veces que buceé me topé frente a frente con un tollo que tenía como dos metros. Ni bien chocamos salimos disparados. De ahí ya no quería entrar, me asusté mucho”. Sin embargo, venció sus temores y volvió a zambullirse con el objetivo de enfrentarlo, pero nunca más volvió a verlo. Suerte para el tollo o suerte para él. Quién sabe. Lo cierto es que Lalo ahora se siente capacitado de enfrentar hasta a un tiburón.
Su nombre de pila es Eduardo Jove Pastor, pero nadie lo llama así. Todos le dicen Lalo o Lalito al hombre que recolecta los insumos necesarios para la merienda y la cena en el albergue. “Siempre saco pulpos, mariscos y lenguados, y algunas veces encuentro especies raras”.
“Bucear no es difícil”, comenta, aunque advierte que solo hay que tener cuidado con las algas. “Una vez me enredé en una, pero siempre llevo en mi traje un puñal de emergencia para cortarlas”. Una salida rápida que es fruto de la experiencia y la habilidad.
Pero aparte de bucear, Lalo es guardián, tripulante de las embarcaciones que van y vienen a la caleta y el encargado de mantener limpio y ordenado el albergue. ¿Algo más?… sí, claro, Lalo también es amigo, oficio que desarrolla sin pedir nada a cambio. Y es que quien lo ve, reconoce a un tipo de buen corazón y que inspira confianza.
El verdadero trabajo es el que se disfruta, dicen. Lo sabe y lo vive intensamente. Por el momento, él no piensa en otros proyecto. A sus 48 años (ocho de los cuales dedicados a San José), Lalo parece haber encontrado la felicidad y tranquilidad que necesitaba en la arena fina, el mar azul y el sosiego del albergue. No pide más. ¿Se animaría a vivir desconectado de todo como Lalo?
Los datos
* Encuentras a Lalo en el albergue de la caleta San José del distrito de Quilca (Camaná, Arequipa).
* Vuelos diarios de Lima a Arequipa. Tiempo: 90 minutos.
* Para mayor información de cómo llegar y alojarse en la caleta, ingrese a www.caletasanjose.com.
* Planifique su próximo viaje en www.ytuqueplanes.com.
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