Hace cuatro años, Herbert Chumbes dejó las faenas de pesca. Él fue atrapado por las redes de la sazón y el buen sabor en la cocina del albergue de la caleta San José (Camaná, Arequipa), donde con esfuerzo encontró el ‘anzuelo’ para atrapar los paladares más exigentes.
Habilidad, dedicación y pasión son los principales ingredientes de la receta para ser un buen cocinero. Si alguno de ellos falta o escasea, es imposible que sus preparaciones sean aclamadas por los más diversos comensales.
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No es el caso de Herbert Chumbes. A él lo aclaman, tal vez porque este cocinero empírico aprendió desde sus primeros potajes marinos, que el cariño y la intuición son condimentos esenciales.
Desde su perspectiva no basta con los conocimientos gastronómicos. Tampoco es suficiente seguir a pie de la letra las recetas o las enseñanzas de otros cocineros. La clave -su clave- es ponerle corazón y muchas ganas a cada platillo.
A sus 31 años, este joven arequipeño reinventa las recetas y fusiona los frutos del mar, según instintos y su inspiración, por lo que cada una de sus preparaciones generan una sensación indescriptible en quienes los prueban.
Por esa y otras razones, Herbert ya es considerado un auténtico chef, aunque él no se la cree del todo y sigue experimentando y mejorando sus técnicas culinarias en la cocina del albergue, donde su pasión gastronómica empezaría a tomar sabor desde hace cuatro años.
Esa cocina le abrió las puertas a un mundo que no era el suyo, porque nunca pensó trabajar entre el fuego y las ollas. Lo suyo era el mar y las redes, los mariscos y las algas. «Yo era pescador. Mi hermano era el chef de la familia«, admite.
Pero de tanto pasar por la caleta su vida terminaría dando un cambio inesperado. «Me hice amigo de Lalo, el vigilante de la caleta. Él me avisó que el señor Gonzalo Llerena -uno de los dueños del albergue ecológico- necesitaba urgente de un ayudante en la cocina”. Pensó, dudó, aceptó. El puesto era suyo.
Y si bien Herbert no era cocinero, conocía muy bien el Pacífico y sus especies. Un punto a favor en su puesto de ayudante de Erick, el antiguo cocinero, quien le enseñó los secretitos de la cocina marina.
Poco a poco fue agarrando cancha y demostrando que podía ser más que un asistente. Un buen día, Erick anunció que se iba del albergue por un tiempo largo, creándole un problema a don Gonzalo, quien tendría que buscar un buen reemplazo.
Fue el propio Erick el que le dio la solución: su asistente estaba en la capacidad de ocupar su lugar. «Él confiaba en mi capacidad«, saca pecho al decirlo. Y es que Herbert correspondió a la confianza, gracias a un ingrediente secreto: el apoyo incondicional de su familia. Esa es su mejor receta.
En la cocina sus especialidades son otras, siendo la más aclamada el pulpo al olivo. No se quedan atrás las hueveras, el escabeche de pescado y el chicharrón de pulpo, por mencionar solo algunos potajes marinos.
“Un día me llevé un gran susto, un comensal en voz alta preguntó ¡quién es el cocinero!. En ese momento pensé que algo había salido mal”, recuerda Herbert. Pero se equivocó. El cliente solo quería felicitarlo. «Entusiasmado y algo nervioso agradecí».
Hoy, algunos visitantes habituales, consideran que el chef-pescador ha logrado superar a su mentor. Eso le da ánimos para continuar y superarse.
Total, si Gastón Acurio fue abogado antes de ser chef, Herbert demuestra que un pescador también puede destacar en la cocina.
Los datos
Pruebe la sazón de Herbert en el restaurante del albergue de la Caleta San José del distrito de Quilca (Camaná, Arequipa).
Vuelos diarios de Lima a Arequipa. Tiempo: 90 minutos.
Para mayor información de cómo llegar y alojarse en la caleta, ingrese a www.caletasanjose.com.
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