Eustaquia Quispe es una cusqueña de 63 años que junto con otras mujeres de la comunidad Chari (Canchis, Cusco) reivindican las técnicas ancestrales de tejido, en especial del mundo andino.
Mucho antes que cumpliera la mayoría de edad, que entendiera el castellano y que aprendiera incluso a escribir oraciones largas, la artesana Eustaquia Quispe, lideresa de la asociación Pallay Lliqlla, ya cruzaba hilos en un telar de cintura como si se tratara de una experta de la alta costura.
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Así empezó Eustaquia en el arte textil, en medio de fibras de lana y tintes naturales. Mientras otros niños resolvían ejercicios de Baldor, la tejedora de 63 años ponía en práctica las técnicas ancestrales que heredó de su abuelita Úrsula con el fin de mantener viva las costumbres del mundo andino o, al menos, la herencia de su comunidad Chari, en la provincia de Canchis (Cusco).
Desde pequeña, perfeccionó sus habilidades como artesana mediante el uso del telar de cintura, una tradicional herramienta que fue usada en la época prehispánica. Con el tiempo, tras llegar a la adolescencia ya elaboraba sus primeros chullos que eran ofrecidos a los viajeros.
Fibras ancestrales
En la actualidad Eustaquia Quispe encabeza la asociación que lleva por nombre Pallay Lliqlla que en castellano significa “Mantadas con Figuras”. Ella es responsable de que las integrantes de dicha asociación mantengan las costumbres de sus antepasados. También agrega que gracias a este arte, obtuvo todo lo que no imaginó.
“Anta no sabía escribir ni leer. Apenas acabe el primer grado (de primaria). Cuando empecé a tejer todo cambió. En 2004 llegó el Centro Bartolomé de las Casas para incluirnos en sus capacitaciones. Y como yo era la líder de las mujeres tejedoras de mi comunidad, me enseñaron a escribir y leer”, recuerda entusiasmada.
Es de esta forma que debido a sus habilidades en el tejido, tuvo la oportunidad de viajar a varios países de Latinoamérica como México y Bolivia, donde pudo exhibir los productos que elaboraba su comunidad y el de otras aledañas en ferias importantes. La mayoría eran chalinas, chompas de lana, bolsos y mantadas.
Pero su mejor momento llegó en 2015. Tras el éxito tras cruzar las fronteras, la heredera de hilos pudo aplicar la técnica del tejer a otro nivel: ella junto a otras 53 mujeres artesanas tejieron el Primer panel tejido a mano en el mundo. La propuesta fue de una marca cervecera que comenzó a trabajar años atrás con el Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de las Casas de Cusco.
Aquel proyecto llevó como nombre ‘Telar’ y era tan osado que el panel de 16 metros de largo y seis metros de alto remeció en las redes sociales. Su objetivo había sido claro: conservar las técnicas tradicionales como es el uso del telar de cintura.
Tejiendo sueños
Y a todo esto, ¿cómo era el proceso del tejido ancestral? Fácil. Eustaquia nos explica que primero inicia con el rutuy o corte, la cual consiste en seleccionar la lana que será usada para el tejido. Luego continúa con el Tisay Puskay, que es el hilado o preparar las fibras de lana.
El proceso prosigue con el tiñiy, el teñido con tintes naturales, especialmente con hierbas recogidas del campo. Después toca el turno de kántiy o torcido, que es hilar otra vez con una rueca con el fin de obtener un hilo más fino. En seguida se realiza el tejido de cintura, un proceso que requiere de concentración, pero, sobre todo, de mucha paciencia. Todo dependerá de la complejidad del diseño.
No hay forma de no quedar admirado por la pasión de Eustaquia a medida que escuchamos su inspiradora historia. Vestida de verde, del color de la naturaleza, y con los brazos abiertos, nos dice que siempre seremos bien recibidos en esta tierra hospitalaria del Cusco. Descuide Eustaquia que pronto volveremos a tus mágicas manos, a sumergirnos en ese mundo andino que solo tú puedes tejer sabiamente.
En Rumbo
¿Quieres conocer la comunidad de Chari? Hay que llegar a Cusco y desde allí unas horas en auto hasta el distrito de Checaupe en Canchis.
Qué llevar: Bloqueador solar, zapatos cómodos.
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