Un atractivo reciente en la región de Cusco colapsa rápidamente tras cinco años de saltar a la fama. Cuánto daño puede hacer el turismo sin planificar.
Vinincunca o Montaña de Siete Colores es la estrella de las redes sociales. El desafiante y exigente camino del Apu Ausangate donde se encuentra este colorido prodigio de la naturaleza, hace que los turistas se queden sin aliento mientras ascienden hasta el pico de 5,000 metros en la región cusqueña de los Andes peruanos.
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La belleza mágica que se presenta luego del impenitente camino es recompensado con muchos selfies que los turistas no dudan en tomarse y volcar en sus cuentas para la envidia de todos sus más allegados.
Llegar hasta este hermoso lugar es posible por el distrito de Pitumarca, en la provincia de Canchis, a unas dos horas de viaje en bus y luego a algunas otras más a pie o a caballo. Esta montaña, muestra con franjas gigantescas el colorido de la tierra que puede ser producto de los metales y las rocas del terreno que antes estaba cubierto de nieve pero que producto de la deglaciación se fue descubriendo hasta mostrarse como ahora luce.
Al menos unos 1000 turistas diarios transitan esta ruta hacia la “montaña arcociris” que pasa por la comunidad campesina de Pampachiri. Lo cual, lejos de ser una buena noticia, es una preocupante situación para la sostenibilidad del recurso turístico: “ La verdad es que no se sabe cuántos ingresan – dice Domingo Atao, director de Ayni Perú, una operadora de turismo vivencial en Cusco- mucho antes de este boom habían solo unas 3 agencias que entraban y ahora entran muchísimos turistas dejando basura, plásticos, latas, restos de comida en los ríos y debajo de las piedras. Estos últimos cuatro o cinco años de turismo no ha habido un control de cuánta gente debe entrar y cómo debe ser manejado este producto turístico”.
“Ese cerro no es como lo pintan” dice Juan Carlos Sequeiros, un periodista cusqueño, “Está sobrevalorado, todos los que vuelven de allí reniegan por que en nada se parece a las imágenes que se muestran en todos lados, mucho photoshop, regularmente está nublado y con pésimas condiciones climáticas siempre desordenado, cuando llegas los pobladores se pelean para alquilarte un caballo y en fin no es de las mejores experiencias, el ascenso es super agitado y lo arrieros te apuran, realmente es un caos, es un mercadillo lo que se ha armado a la entrada”
Domingo Atao, publicó en noviembre de 2016 a través de su cuenta de facebook, como dos caterpillar trabajaban en una de las quebradas de acceso hacia el atractivo y cercenaban el cerro para construir una carretera que facilitara el tránsito de los buses hacia Pitumarca y la comunidad de Pampachiri. Las críticas no se hicieron esperar pero nunca se supo si esta carretera contó con estudios técnicos o de impacto ambiental. No interesó. Lo que interesaba era que el turismo llegara. Al caballazo, pero que llegara.
Este auge, le ha dado un giro a la economía del lugar. Tanto así que los locales se mudaron de regreso a sus antiguas tierras y hacen de guías turísticos, sin preparación alguna, sin ninguna asesoría y sin ninguna contemplación del entorno paisajista que les rodea. Eso lo demuestra la destrucción del humedal en la zona que ahora sirve como un parqueadero para la cantidad de buses que llegan todos días llenos de turistas. Para llegar a Vinincunca, hay que pasar por la comunidad, son tantos los turistas que los comuneros pidieron estas obras solo para cobrar entradas.
No se sabe realmente cómo se administran estos ingresos, los pobladores recelan del ingreso del gobierno y no entregan el dinero a la municipalidad, alegando que ellos lo gestionan mejor, pues así pueden mejorar sus caminos locales. Eso imposibilita que se establezca un orden. Antes de subir a la montaña se han hecho unas escalinatas: “ Eso hará una erosión en el lugar pero a la población eso parece no importarles, solo importan los 3 dólares de ingreso que cobran por persona” recalca Domingo Atao.
La madre de todas estas desdichas comienza a cinco horas de Vinincunca y de Pitumarca. En la plaza de la cosmopolita ciudad del Cusco se ofertan tours a 40 soles, algo que antes tenía un precio de 150 soles. Quien sea se trepa a un bus y llega con algún tour que promete hacer el recorrido en un solo día. Todas estas actividades generan al año unos US$ 400,000 entre ingreso, transporte, alquiler de caballos y arrieros.
Estos ingresos son la manzana de la discordia de dos comunidades que se disputan el control de la montaña. Se trata de la comunidad de Chillihuani, en el distrito de Cusipata, en la provincia de cusqueña de Quispicanchi. Hace un par de años se hizo famosa por pintar el nombre de la localidad en una de las laderas de las montañas, una absurda forma de marcar el territorio que fue duramente criticada. El día de ayer, las autoridades de Cusipata, presentaron en Cusco una nueva ruta de acceso a la montaña que solo toma hora y media desde la Ciudad Imperial, desde allí otra hora de viaje en bus hasta el final de la carretera para empalmar con una caminata de una hora hacia el colorido cerro.
«Con este acceso queremos atraer a más turistas hacia la montaña y en menos tiempo», refiere Serapio Llanos, alcalde de Cusipata. Wilbert Herrera, alcalde de Quispicanchi, refirió que no se trata de competir con Pitumarca: » Lo que se busca es ampliar las posibilidades de acceso a la maravilla natural». Lo que no han calculado las autoridades es que es indudable que con este nuevo acceso se elevará aún más el número de turistas.
Ante esto la Dirección de Turismo de Cusco señaló que se trabajará en la elaboración de un plan que propicie la adecuada sostenibilidad tanto natural como turística de la Montaña de Siete Colores. Rosendo Baca Palomino, titular de la Dircetur, ha dicho que el plan regulará y fiscalizará la protección del medio ambiente, así como el acceso turístico y la capacidad de carga y aforo, entre otros aspectos necesarios para su conservación. Pero todo es aún un proyecto y nada se regula, ni protege hasta ahora, salvo los 15 días que se cerraron los accesos a la montaña a causa de las nevadas que imposibilitaban el tránsito, hace unos meses atrás.
Como si fuera poco, una zona de 400 hectáreas, incluída la montaña, está solicitada en concesión por la minera canadiense Camino Minerals para un futuro proyecto llamado Red Beds. De alguna manera el turismo que hay allí, desordenado y todo, beneficia a las poblaciones y agencias. Si la minería ingresa habrán conflictos sociales.
Andean Lodges junto a la comunidad de Chillca practican conjuntamente desde hace 15 años un turismo eco-sostenible dirigido a una pequeña cantidad de turistas y que los invita no solo a conocer Vinincunca sino que los involucra con la cultura local con recorridos de cinco días. “Serán los primeros en oponerse”, dice Domingo, y con ellos las otras dos comunidades y las agencias que se benefician con este destino : “Yo estoy de acuerdo que trabajen pero deben tener un orden.Todo esto se está prostituyendo y se hace necesario enseñar a la gente antes que entre la minera y se aproveche de la situación, poner límites por día, doscientos pasajeros o trescientos por que la minera va a contraatacar y decir: ‘miren cómo destruyen y se oponen a la minera’, soy suspicaz y tengo la impresión que eso es lo que se está esperando: que la montaña colapse para luego dar paso a la explotación minera. No debemos permitirlo”.
¿Qué puede pasar? Con el nuevo acceso por Cusipata, los turistas comenzarán a llegar a Vinincunca, en menos tiempo, y comenzará una guerra de precios con la localidad de Pitumarca. En esta última, los primeros afectados serán los arrieros pues no les quedará otra que bajar la comisión por sus servicios. Cusipata responderá de la misma manera. Todo se definirá así en un juego en el que también formarán parte las agencias, los grupos de viaje y otros advenedizos. Nadie está pensando en lo que podría pasarle a este espacio, cada uno piensa en como sacar partido en su propio beneficio. Un turismo salvaje y sin orden. En piloto automático.
¿Y la minería? Ese tema está por verse. El turismo ya tiene tomado el lugar y se ha vuelto tan nocivo como la amenaza de las futuras exploraciones que allí pudieran realizarse. ¿Quién salva a la Montaña de Siete Colores? Puede que este arco iris no se muestre después de tanta lluvia. Esperamos equivocarnos.
Excelente , y escalofriante, reportaje. Muy clara radiografía de la situación en Vinicunca. Gracias por el trabajo. Saludos.